La ola de protestas que sacude a Marruecos ha dado un giro dramático tras confirmarse la muerte de dos personas en Laqliaa, en el sur del país, durante un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real. Según informaron las autoridades locales, los manifestantes actuaron de manera "agresiva", agredieron a los agentes e incendiaron parte de las instalaciones, lo que provocó la respuesta armada de las fuerzas de seguridad.
Un comunicado oficial señaló que "el personal de la Gendarmería de Laqlia se vio obligado a usar sus armas de servicio la noche del miércoles en legítima defensa para repeler un ataque y asalto a una comisaría de la Gendarmería Real". La misma fuente añadió que los atacantes estaban armados con cuchillos y que lograron incendiar un vehículo y una parte del recinto antes de ser repelidos.
La protesta juvenil deriva en disturbios
El movimiento juvenil GenZ212, nacido en redes sociales como Discord, Instagram y TikTok, ha sido el motor de las movilizaciones. Su crecimiento ha sido vertiginoso: en apenas una semana, el número de miembros en su servidor de Discord pasó de 3.000 a más de 130.000, lo que refleja la rapidez con la que se ha expandido la protesta. Lo que comenzó como una marcha pacífica para exigir mejoras en sanidad y educación se ha transformado en disturbios en varias ciudades.
La Presidencia de la Fiscalía marroquí anunció que las fiscalías locales actuarán con la "máxima firmeza" contra quienes participen en actos de vandalismo. Las fuerzas de seguridad han justificado el uso de armas de fuego al señalar que sus efectivos han actuado en "defensa propia" frente a ataques violentos.En los cinco días de protestas de la generación Z han sido detenidas ya más de 400 personas. Las protestas han dejado un balance de más de 300 heridos.
Mientras tanto, en ciudades como Tánger, numerosos comercios aparecieron esta mañana con cristales rotos y mobiliario destrozado tras los saqueos nocturnos. En Salé, cerca de Rabat, testigos relataron cómo grupos de jóvenes lanzaron piedras a la policía, incendiaron bancos, saquearon tiendas y prendieron fuego a vehículos oficiales, en un escenario de creciente caos urbano.
La represión, lejos de frenar el movimiento, parece haber intensificado el descontento social. La combinación de violencia en las calles, denuncias de brutalidad policial y un movimiento juvenil cada vez más organizado plantea un desafío sin precedentes para las autoridades marroquíes, en un contexto marcado por la tensión y la incertidumbre sobre el rumbo que tomarán las protestas en los próximos días.