Agentes del Equipo de Patrimonio de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Sevilla han identificado a un joven sevillano vecino de Las Cabezas de San Juan, dedicado a la comisión de hechos delictivos mediante el uso de nuevas tecnologías. El joven ha llegado a estafar un total de 12.000 euros a sus víctimas.
La Guardia Civil inició la investigación a principios de este año, momento en el que se detectó un aumento de los delitos de estafa bancaria, cometidos a través de Internet. Los agentes observaron una serie de ilícitos con un mismo patrón delictivo y multitud de víctimas en distintos puntos de la geografía nacional, averiguando que los hechos podrían haber sido cometidos por una misma persona, residente ésta en Las Cabezas de San Juan.
El modus operandi utilizado por el autor de los hechos delictivos en todos los casos era prácticamente el mismo. En primer lugar publicaba anuncios en páginas de Internet dedicadas a la compra-venta de todo tipo de artículos, siempre con relación a animales exóticos como loros, guacamayos, cotorras, yacos u otros por el estilo, utilizando siempre datos personales de otras personas.
Con cada publicación que hacía el autor intentaba conseguir dos objetivos, por un lado ganar dinero con la falsa venta y por otro recopilar información sensible que luego serviría para utilizarla de forma aleatoria en anuncios posteriores. Por tanto, las víctimas han visto utilizados sus datos para que figurasen como titulares de teléfonos, titulares en las cuentas bancarias o simplemente para usarlos en Internet como si fueran ellos los vendedores.
La investigación ha permitido el esclarecimiento de 27 delitos de estafa bancaria a través de Internet y 28 delitos de usurpación de estado civil, hechos delictivos cometidos a lo largo de todo el país.
En la operación, que sigue abierta por parte de los juzgados de Lebrija y Utrera, la Guardia Civil ha averiguado el recorrido del dinero estafado, localizando al autor de los hechos y dando incluso con multitud de víctimas. Algunas de ellas ni siquiera tenían pensado denunciar los hechos sufridos, ya sea por la desconfianza de poder recuperar el dinero invertido o simplemente por la vergüenza que sentían al haber sido estafadas.
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