Hay que tener cuidado con las ‘encuestas flash’, que a lo mejor no sale lo que esperas, pero sí lo que temes –lo que vienes temiendo– que te pueda ocurrir. Eso es un poco lo que le ha ocurrido a Juanma Moreno Bonilla, que ha ido a preguntar y le han dicho que está en 55 (escaños), 55 es justo el límite de la mayoría absoluta y, en efecto, como el que viene recalcando, perder un escaño más podría suponer un período de incertidumbre por tener que andar pendiente de Vox.
En cualquier caso, lo primero sobre lo que habría que preguntarse es por las propias ‘encuestas flash’. ¿Pero, vamos a ver, no hemos quedado en que no se van a adelantar las elecciones andaluzas? Pues cualquier diría que no hay una decisión definitiva tomada al respecto.
Estaba claro que el escándalo de los cribados de cáncer de mama le iba a pasar factura al PP andaluz; ahora ya la tiene encima de la mesa y se llama tres escaños. Hay que ver qué va a ocurrir, si se van a seguir destapando otros ‘cribados’ –en sentido metafórico para todos los problemas relacionados con la sanidad– o el partido al frente de la Junta convence al electorado con el paquete de medidas, otro, que se apresta a presentar para la sanidad pública y vuelve a la zona tranquila de los 58 parlamentarios que obtuvo hace tres años.
Todo indica que el mero hecho de dar a conocer estos ‘flashes’ y enfatizar la cifra del escaño que cambiaría la ‘pax andaluza’ puede perfectamente ser una estrategia para llamar a la movilización de su electorado en este momento complicado, el peor sin duda de este segundo mandato de Juanma Moreno Bonilla, que no se imagina –no quiere ni imaginarse– necesitar los votos de Vox para gobernar a partir del año que viene. La formación de ultraderecha y el PSOE ven en estas encuestas flash que mejoran sus perspectivas electorales, aunque en el caso de los socialistas tendrían muy complicado sumar con todas las formaciones que tienen a su izquierda.
Como los héroes de la mitología griega que tenían escrito su destino y su punto débil, Moreno Bonilla siempre ha sabido perfectamente por donde le iba a venir ‘el problema’, el único que podía complicarle la reelección: la sanidad pública. Digamos en propiedad que hasta que estalló el tema de los cribados lo presentía. Ahora ya lo sabe, vaya si lo sabe...