Ya se sabe que la moda es circular, que los 60, los 80 ó los 90 acaban volviendo, es cuestión de tiempo... lo que pasa es que a veces ese retorno es desvirtuado. O una caricatura. Algo así se puede decir del regreso de la palabra 'fontanero', cuando se habla de política, no de problemas y escapes en tuberías, fregaderos y otras instalaciones. Fue probablemente a mediados de los años 80 cuando este cronista, todavía estudiante, escuchó por primera vez esta palabra. Luego, años después, tuvo el placer de entrevistar a un fontanero-fontanero de la política española, como fue el socialista Julio Feo, secretario y subsecretario de Estado en dos gabinetes de Felipe González.
Digo fontanero-fontanero porque recuerdo que esa fue una de mis preguntas y, por supuesto, no hubo una respuesta airada ni nada parecido. El señor Feo (vaya) asumía perfectamente ese papel y lo hacía por un simple motivo: por entonces 'fontanero' no era un término peyorativo. El fontanero era la persona que urde, que, discretamente, negocia acuerdos complicados en cualquier punto del poder político o incluso económico, pero con relevancia contrastada y mando en plaza. Puede ser un aparatchik, pero con salvoconducto. Probablemente, no tenía capacidad para cerrar acuerdos a la primera, pero sí para llevar a la segunda contraofertas y ya, sabiendo topes, decir "hay acuerdo" y dar un apretón de manos. Sin foto, claro, que para eso están los primeros espadas.
Eso era un fontanero: una persona a la que se pedía moverse más allá de la 'oficialidad' y que, por eso, tenía una cierta aura, como la que da ser depositario, probablemente, de algún secreto de Estado o algo parecido. El papel del nº3 del PSOE, Santos Cerdán, en la negociación con Carles Puigdemont para recabar el apoyo de Junts a la investidura de Pedro Sánchez era algo propio de fontanero, pero claro, hay que saber ser fontanero y ahí no vale tanta cámara, tanto entreguismo, tanta escasez de cintura. De las otras cosas de Cerdán, eso ya...
Como se ve, poco o nada tiene que ver con la acepción que se viene barajando estos días, desde que trascendieron los audios de la militante socialista Leire Díez en su intento de ir a por el jefe de la UCO, Antonio Balas, a la que todos los medios se han apresurado en llamar, de entrada, 'fontanera', denigrando todas esas capacidades de la trastienda política que han estado ahí siempre: por favor, no digan 'fontanero' cuando deberían decir 'pocero'...
