El colegio de Sevilla que se convirtió en una pesadilla para las familias de niños con necesidades especiales

Varias familias narran a lavozdelsur.es sus experiencias en el CEIP Jardines del Valle con el equipo directivo y los diferentes episodios que han provocado que hayan tenido que optar por cambiar a sus hijos de centro escolar después de que la inspección no diera respuesta a sus quejas

Imagen del CEIP Jardines del Valle, un colegio de Sevilla.
Imagen del CEIP Jardines del Valle, un colegio de Sevilla. MAURI BUHIGAS
11 de febrero de 2024 a las 17:45h

En los últimos días del pasado curso escolar, los muros del colegio sevillano CEIP Jardines del Valle amanecieron con una pintada contra la directora, a la que se le calificada como "cortijera". Con ello salían a la luz las tensiones que se viven desde hace años en este céntrico colegio público de Sevilla por las actuaciones del equipo directivo del centro educativo.

Varias familias han ofrecido su testimonio a lavozdelsur.es para contar las experiencias que han vivido desde que sus hijos entraron en el colegio hasta que consiguieron salir de él después de que el día a día se convirtiera en una "pesadilla", según las palabras de algunos padres. Todos ellos tienen en común que son padres de niños con necesidades especiales. Denuncian que sus hijos no recibieron el trato adecuado en este colegio y señalan directamente la actuación de la directora. Esta persona, según ha podido confirmar este medio, sigue en su puesto a pesar de que en su primer cuatrienio al frente del colegio, entre 2014 y 2018 recibió una evaluación negativa por parte de la Dirección General de la Ordenación Educativa de la Delegación Territorial de Sevilla. De los 79 directores que aparecen en el documento, es la única con esta calificación.

Tan sólo hay que echar un vistazo a la web del CEIP Jardines del Valle para observar que el centro se presenta como un 'paraíso' para los niños con necesidades especiales. Sin embargo, son varios los padres y madres que han terminado optando por cambiar a sus hijos de colegio tras comprobar que la realidad estaba lejos de la oferta inicial.

Este periódico se ha puesto en contacto con la directora del centro para recabar su versión. Esta persona ha pedido no aparecer en este artículo aunque niega las acusaciones que realizan las familias y asegura que son estas familias "las que no asumen lo que tienen sus niños y entran en conflicto con el profesorado". Pese a esta versión, lavozdelsur.es ha recogido el testimonio de un padre que denuncia las presiones del centro para que asumiera que su hijo tenía autismo. Esta familia se negó a ello y una evaluación realizada por un profesional externo les dio la razón. El menor no tenía ningún problema y acabaron marchándose del colegio.

"Somos referentes en el alumnado con necesidades especiales, si no te gusta este centro te vas a otro. Me generan mucha ternura estas familias". La directora afirma que en los últimos años tan sólo tres familias han abandonado el centro, sin embargo, este medio ha podido constatar, al menos, cinco casos. Aunque los afectados señalan que hay más. Esta directora también afirma que el equipo directivo no tiene potestad para realizar un cambio de modalidad ya que corresponde a la orientación. Sin embargo, este periódico ha podido ver varios documentos intercambiados con la familia donde se señala que "la orientadora no es la que decide si se pone en práctica una medida pedagógica" o que la orientadora "no tiene funciones de implementación o de ejecución", por lo que únicamente asesora. Uno de estros escritos señala que la petición para el cambio de modalidad la ha realizado el Equipo Directivo.

Desde hace meses, lavozdelsur.es ha contactado con profesores que abandonaron el centro debido a las dificultades que encontraban para ejercer su trabajo hasta el punto de denunciar presiones para realizar cambios en las calificaciones de los alumnos. Entre los docentes con los que ha hablado este medio se encuentran algunos que tuvieron que acogerse a bajas médicas por ansiedad u otros con una larga trayectoria que afirman que "nunca" habían vivido situaciones similares. Los docentes confirman que la rotación de los maestros es excesiva para lo habitual en un centro de estas características. Estos cambios de profesorados llevaron a un grupo de padres a pedir a la inspección educativa que investigara la situación, aunque sin éxito. Es una de las tantas quejas que ha recibido inspección sobre el centro. Los padres aseguran que se les ha ignorado en la mayoría de ellas.

Este periódico también ha contactado con el inspector para recabar su versión sobre la situación que vive el CEIP Jardines del Valle. La respuesta del inspector fue que no se encontraban entre sus funciones responder a este tipo de cuestiones. En total, lavozdelsur.es ha podido recabar más de una decena de testimonios entre familias afectadas, docentes que se han marchado e, incluso, una PTIS que también confirma la versión de los padres y madres que denuncian la situación. Pese a dar el paso de contar lo vivido, las familias prefieren mantener el anonimato.

Un calvario hasta este año

La primera madre afectada ha estado vinculada al CEIP Jardines del Valle desde 2014 hasta hace unos meses cuando logró, tras acogerse al anexo IX, que permite de forma excepcional cambios en mitad de un curso, sacar a su hiija con autismo del colegio. En dicho anexo argumentó la falta de confianza en la dirección del centro y la búsqueda del bienestar de su hija con una atención adecuada.

La llegada se produjo en 2014 con su hijo mayor. Esta madre reconoce que en la primera visita tuvieron una gran impresión del centro y, de hecho, el primer año transcurre con normalidad a pesar de que ya recibieron alguna advertencia por parte de otros miembros del colegio sobre el hermetismo que había en el centro.

Las dificultades, no obstante, llegaron dos años después cuando entró la hija menor del matrimonio, una niña con autismo. Es aquí cuando empiezan las advertencias para que no entren en conflicto con el equipo directivo. La menor entró sin dodotis en el centro ante la confianza de la familia de que fuera atendida por, precisamente, la promoción que hace el colegio de los recursos destinados a los niños con necesidades especiales. La familia comenzó a observar que su hija no estaba bien atendida, que llegaba con dermatitis y que la monitora obligó a que acudiera con pañales a clase.

Esta familia también se encuentra con que a su hija le abren partes de agresión a pesar de que el psiquiatrá les explica que en ese tipo de conducatas habría que hacer un registro para descubrir qué sucede. La situación continúa con una propuesta del centro para cambiar a esta niña a un aula específica, algo a lo que se niega la familia.

Esta madre afirma que el centro se saltó el protocolo para la reevaluación psicopedagógica ya que la orientadora no avisó a la familia. Simplemente les presentaron un papel a los padres para que firmaran ante las advertencias de que el centro había tenido conocimiento de que habían acudido a la inspección para quejarse. Todo ello ocurre con una inspectora que durante ese periodo les dio la razón.

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La fachada recientemente pintada.    MAURI BUHIGAS

En 2019, no obstante, se produce un cambio en la inspección y acude al nuevo para denunciar el abandono de su hija. Pese a la apelación de la familia, la inspección confirma que la alumna irá al aula específica. La familia termina accediendo debido al "abandono" de su hija que observaban en el aula ordinaria. Todo ello mientras se suceden los partes de agresión.

Durante la pandemia, los padres de la menor aseguran que su hija no recibía tarea. La situación también empezó a repercutir sobre el hijo mayor, asegura la madre a este medio, quien apenas recibe clases telemáticas durante la pandemia. Todo ello se tradujo en un esfuerzo económico importante de la familia en clases particulares. La profesora auxiliar ratifica a esta familia que, pese a las fichas que comienzan a enviar desde el centro a la hermana menor, la niña no sabía restar o el abecedario, un hecho que provocó el enfado de los padres. Esta profesora de refuerzo también asegura que el expediente académico "no hay por dónde cogerlo". Todo ello en un ambiente entre los padres cada vez más enrarecido.

Estos padres aseguran que han recibido plantones en tutorías o una comunicación deficiente con mensajes por Ipasen, la aplicación educativa, que eran borrados al momento por la directora del centro previa captura de pantalla, de forma que lo podía enseñar ante la inspección pero sin que la familia recibiera nunca estos mensajes. Además, se produjeron comunicaciones mediante correos no oficiales, un hecho que provocó que esta madre registrara una nueva queja en inspección.

La familia intentó cambiar de centro este verano tras una reunión con el Delegado Educativo, aunque sin éxito por la falta de plazas, hasta que unos meses después de comenzar el curso lo logró. En estos años han quedado numerosas noches sin dormir. La afectada enumera diferentes situaciones vividas: infecciones por la falta de atención en la orina, un intento de huida de su hija del colegio por la falta de atención, falta de información cuando se caía o acusaciones de que no paraba de morder.

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Una de las características del colegio es la promoción que hace de la inclusión.    MAURI BUHIGAS

Aseguran que la dirección del centro se quedó con los informes médicos de la niña para utilizarlos sin que existiera la autorización de los padres, tal y como ellos mismos manifiestan de puño y letra en un documento enviado a la delegación de Educación. En esta línea, los afectados señalan que la directora siempre exigía estar presente en las reuniones de tutoría al mismo tiempo que rechazaba facilitar las programaciones escolares.

El cambio, no obstante, no ha sido sencillo. "En el dictamen pusieron que prácticamente era un bebé. ¿Es necesario tirar por tierra a una niña?". 

Una llamada para impedir la marcha

La segunda familia con la que ha hablado lavozdelsur.es confirma que la primera impresión fue buena y que incluso le ofreció confianza en el cambio de su hijo. "Vi el cielo abierto, pero pobre de mí", comenta esta madre. "Fue una pesadilla", dice ahora que también ha salido del centro. Esta afectada también denuncia mensajes en un tono agresivo.

Este niño también entra dentro de los TEA, aunque en esta ocasión verbaliza perfectamente. Cuando llegó al Jardines del Valle también encontró una propuesta para el aula específica porque eran pocos niños. La directora, además, facilitó su teléfono para estrechar rápidamente el vínculo. Esta madre reconoce que creía que el centro era "la panacea" cuando entró. Su hijo no está desde hace tres o cuatro años. El periodo completo ha preferido olvidarlo por el daño sufrido.

Esta madre denuncia que lejos de integrar, en el centro se colocaba a todos los niños con necesidades especiales apartados y juntos en el comedor. Su hijo sufrió una agresión en el centro por parte de otro menor. La madre no recibió ninguna información de lo sucedido. Se enteró por una monitora del comedor que lo comentó creyendo que conocía lo sucedido.

A pesar de que el niño no es conflictivo, esta familia asegura que recibía llamadas de la profesora "cada dos por tres". "Me quise ir del colegio cuando me percaté de todas las circunstancias. Ella se cuida mucho de que todo se haga de puertas para dentro", explica sobre la directora.

En este caso lo grave llega cuando la familia toma la decisión de marcharse. En la búsqueda encontraron un centro en Sevilla que se adaptaba a lo que deseaban porque permitía al menor no dejar de curricular. Estos padres denuncian que la directora del CEIP Jardines del Valle llamó al director del nuevo centro educativo para que no admitieran a su hijo. Finalmente, no fue adminitido.

La familia no ha recibido atención de inspección, aunque en una ocasión les reconoció que "algo pasaba cuando se quejaba tanta gente". "Tantas familias no podemos estar equivocada". En el cambio de centro, una vez que lo han conseguido, señalan que han encontrado "más humanidad". Esta madre afirma que la directora del colegio terjiversaba los hechos para justificar su conducta. "Allí no aprendió nada nuevo. En ese colegio estaba desatendido curricularmente".

Un cambio de modalidad inmediato

Una madre cuenta a lavozdelsur.es que la mayoría de los mensajes que ha recibido por parte de la directora tienen un tono y vocabulario agresivo. Tal es así que esta familia asegura que es fácil distinguir uno de sus mensajes de los que mandaba la tutora de su hijo. Llegaron al colegio en el año 2020 para entrar en primaria con su correspondiente dictamen de escolarización. El colegio, por su parte, contaba con muchos recursos debido al número de niños con necesidades especiales que acoge. Este menor también tiene autismo.

El primer problema llega a los 15 días cuando, tras la primera reunión con la tutora esta asegura que la orientadora iba a proponer un cambio de modalidad al menor para que fuera al aula específica. Esta familia, al contrastarlo con la orientadora, tuvo conocimiento de que no era así y que simplemente eran intenciones por parte del centro porque ella (la orientadora) no conocía aún al menor y, por lo tanto, no procedía. La directora celebró una reunión conjunta para señalar que era un malentendido.

Pese a todo, tras el primer curso el equipo directivo volvió a insistir con el cambio de modalidad. Ante la negativa de la familia de abandonar el aula ordinaria, desde el centro utilizaron esto para no dar información extra sobre el niño, a pesar de que no se comunica, "porque es como los demás". De nuevo opacidad sobre los menores.

La situación hizo que la familia optara por introducir una profesora sombra. Esta decisión la comunicó al centro, aunque la directora aseguraba constantemente que no le llegaban los correos. La sospecha de esta familia era que les estaban dando largas por el poco interés existente a que una persona externa viviera el día a día. La orientadora, por su parte, sí avaló la idea. En esta cuestión, la familia encontró en la tutora una negativa a atender al menor por la cantidad de niños que había en la clase, hasta que propusieron la idea de esta profesora sombra, donde cambió de parecer y llegó a decir, según explica la familia, que ella era su profesora sombra.

A pesar de que en el primer curso el menor lo había aprobado todo salvo dos asignaturas, en el primer trimestre del segundo las suspendió todas. Algo que, según trasladó inspección a esta familia se trataba de una irregularidad debido a la poca diferencia de tiempo que había entre las evaluaciones. Sus padres, además, señalan la poca información que recibían sobre el trabajo diario que realizaba su hijo en el aula. Finalmente el niño fue incluido en una adaptación curricular significativa. La familia denuncia que para ello debe haber dos años de retraso, un hecho que no sucedía en esta ocasión.

La madre que explica el caso a lavozdelsur.es denuncia que comenzaron a enviarle partes de mala conducta con bocados o intentos de bocados donde, según manifiesta, la profesora que los escribía no estaba presente. También que sus protestas provocaron intimidaciones. Tras la adaptación curricular, esta familia recibió un informe en el que señalan que se definía a su hijo "como un mueble", según señala la madre del menor, y donde la profesora afirmaba que "no tiene empatía y carece del sentido de la amistad". Estos apuntos, no obstante, fueron escritos por la maestra de bilingüe y no por la tutora, cuyo tono es más afable. Esta profesora de bilingüe más tarde sería la tutora y, en la primera reunión, señalan los padres que les reconoció no saber nada de autismo ni tener intención de aprenderlo.

Mientras tanto, la familia acudía a Ordenación Educativa, quien derivaba a inspección. Los padres comenzaron a tener miedo de protestar porque el asistente de aula debe ser renovado cada año. Un hecho que posteriormente garantizaría el inspector. La familia denuncia que el colegio les ocultó el informe de la visita del especialista en autismo de Delegación hasta que, precisamente, esta madre se dirigió al organismo. En el mismo episodio, identificó que el centro había facilitado información de su hijo al padre delegado de clase "con la intención de presionar a la familia".

Pese a que el colegio había asegurado que el especialista de autismo concluyó la necesidad de que el menor fuera al aula específica, esta madre logró hablar con la especialista en cuestión, que negó haber realizado la afirmación en estor términos. El centro pidió a estos padres que firmaran el informe para proceder de esta forma con el menor ya que el colegio defendía que era el único lugar al que poder llevarlo. Los padres se negaron. Para lograr el informe de la visita tuvo que transcurrir todo el verano. "No tenía nada que ver con lo que me habían puesto en el acta de tutoría", asegura a este periódico. Hace unos meses también pudo cambiar de centro.

El marketing y la realidad

El cuarto testimonio que ha recogido lavozdelsur.es llegó a este colegio convencida por la imagen que proyectacaba con carteles que hablaban de integración en las paredes y un proyecto de educación emocional. En la jornada de puertas abiertas la directora se dirigió a los padres asegurando que era el mejor colegio de Sevilla.

Cuando la hija de esta familia entró en infantil los padres intuían que estaba dentro del TEA, pero la menor aún no estaba diagnosticada de Asperger como sucedería poco después. El colegio, en un principio, daba el perfil entre los que podían entender la situación y sabían cómo trabajar con estos niños.

A pesar de que durante la etapa de infantil recibían llamadas del centro diaria quejas por el comportamiento de la pequeña, pese a que se suponía que había un profesorado específico para poder reconducir ciertas situaciones, los padres reconocen que pudieron sortear los primeros años.

La situación empeoró en primaria, etapa a la que accedió sin que el centro realizara un informe. En este documento debería haberse reflejado el número de horas que le correspondían de PT (Maestro de Pedagogía Terapéutica) o de logopeda. Las llamadas se volvieron diarias al mismo tiempo que la tutora o la PT cambiaba cada pocos meses por solicitudes de baja. Estos padres explican que comenzaron a recibir comentarios de la dirección del centro en los que se les acusaba de no saber educar a su hija o afirmaban que no tenía el diagnóstico que debería. La madre de la menor coincide en que el objetivo volvía a ser que cambiara de modalidad educativa y entrase en el aula específica.

En el primer curso de esta nueva etapa educativa encontraron contradicciones. Mientras la profesora decía que pasaba el mayor tiempo de la mañana sola en la clase, la directora afirmaba que en todo momento había dos personas: la profesora y la PT. Terminaron solucionando las quejas argumentando falta de comunicación. Sin embargo, lo que percibía la familia es que en el colegio no tenían conocimientos para trabajar con su hija.

En una de las comunicaciones que recibió esta madre, la tutora afirmó a través de Ipasen que tenía que medicar a la niña. La directora también pedía a la familia que acudiera al neurólogo para que evaluasen a la niña. Esto no cuadraba con el comportamiento de la menor fuera de clase. Por las tardes iba a terapia sin problemas mientras que por las mañanas entraba en el colegio llorando. En una ocasión, incluso, negaron a la menor acudir a una excursión por mal comportamiento.

Sin embargo, la gota que colmó el vaso llegó un día en el que la niña salió del colegio sin desayunar. Había estado toda la mañana en lo que el centro llama "aula de la tranquilidad" sin poder salir al recreo. Cuenta la familia que allí la dejaban sola durante todo el día, sin compañeros. Con el paso de los días, aprendió a contarlo. "Ahí decidí que no íbamos a seguir", explica la madre.

Y se produjo el cambio en mitad de un curso bajo la premisa de que peor no iban a estar. Por suerte a su hija la acogieron perfectamente en el nuevo centro hasta el punto de ser elegida delegada. Sin embargo, antes de esto habría un último episodio. Nuevamente la directora llamó al colegio de destino para inmiscuirse en el procedimiento. El hecho provocó que la responsable del nuevo centro explicara a la familia que sí quería matricular a la menor, pero tenía que cumplir la ley, en referencia a un documento que faltaba. "No pintaba nada y se metió en el proceso", denuncia la madre afectada. Ahora el día a día es completamente diferente. "Pasamos de una niña ignorada a darle un poco de atención y se ha venido arriba. El logopeda dice que está mejor que nunca".

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Emilio Cabrera.

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