El pasado día 19 de octubre la empresa Zscaler —de análisis de datos en la nube— anotaba la incidencia: “Somos conscientes de un importante corte de cable en el sur de Francia que ha afectado a los principales cables con conectividad a Asia, Europa, Estados Unidos y potencialmente otras partes del mundo. Como resultado del corte de cable, los clientes pueden ver la pérdida de paquetes y/o latencia para sitios web y aplicaciones que atraviesan estas rutas afectadas”. ¿Qué está pasando?
Un día después, lavozdelsur.es publicaba una extensa información: “Rusia desataría el caos global si ataca la 'autopista digital' que une por mar Europa con Estados Unidos. España tiene conexiones submarinas intercontinentales. Sus puntos de unión, donde convergen varios cables, son Bilbao, Barcelona, Valencia y otras ciudades como Chipiona, Rota y Conil”, una ola más en la tormenta digital.
Los proveedores de contenido como Google, Facebook, Microsoft y Amazon son ahora importantes inversores en nuevos cables. Ante la perspectiva de un crecimiento masivo continuo del ancho de banda, poseer nuevos cables submarinos tiene sentido para estas empresas. Pero ¿cómo proteger más de 1,3 millones de kilómetros de cables submarinos en servicio a nivel mundial? Una misión imposible.
Colin Wall es miembro asociado del Programa de Europa, Rusia y Eurasia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), donde proporciona investigación y análisis sobre la OTAN, la seguridad europea y el Ártico. Antes de unirse al CSIS, trabajó como asistente de investigación en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN y en el Centro Carr para la Política de Derechos Humanos de la Escuela Kennedy de Harvard.
Explica que los cables sumergidos transportan más del 95% de los datos internacionales. “En comparación con los satélites, los cables submarinos proporcionan conexiones de alta capacidad, rentables y confiables que son críticas para nuestra vida diaria. Hay aproximadamente más de 400 cables activos en todo el mundo que cubren 1,3 millones de kilómetros”.
El portal Submarine Cable Map permite constatar que resulta imposible proteger tantas redes y tan extensas, es un mapa interactivo con todos los cables submarinos que hay desplegados en todo el mundo, con datos sobre las empresas propietarias y la fecha en la que se empezó a transmitir datos con ellos. La edición de este año muestra 486 sistemas de cable y 1.306 aterrizajes que están actualmente activos o en construcción.
Noruega es el foco de dos nuevos sistemas que entraron en servicio recientemente. NO-UK ofrece un enlace directo al Reino Unido, mientras que Havsil ofrece una nueva ruta a Dinamarca. En 2021, el nuevo cable Scylla creó una nueva ruta entre el Reino Unido y los Países Bajos. En 2022 el cable Zeus ofrecerá otro nuevo camino en esta ruta.
La planificación, producción, despliegue y mantenimiento de los cables submarinos están casi en su totalidad en manos del sector privado, según el analista Colin Wall. Actualmente, los cuatro proveedores más grandes son Alcatel Submarine Networks (Francia), SubCom (Estados Unidos), NEC (Japón) y Huawei Marine Networks (China), cuya cuota de mercado ha aumentado progresivamente al 10 por ciento.
Los proveedores de contenidos (Google, Amazon, Microsoft, Facebook) están ampliando sus inversiones en este sector para garantizar la interconexión de sus centros de datos. Esta red global de cables submarinos proporciona conexiones de gran ancho de banda. “Solo en el sector financiero, los cables submarinos transportan unos 10 billones de dólares en transferencias financieras diariamente.
En eldiario.es se informa que “la semana pasada se detectaron cortes de cable en el sur de Francia que afectaba a los principales cables de conectividad de Asia, Europa, Estados Unidos y potencialmente a otras partes del mundo”. Los fallos se hallaron en la conexión Marsella-Lyon, Marsella-Milán y Marsella-Barcelona. Florence Parly, ministra de las Fuerzas Armadas de Francia, declaró antes de la entrada militar de Rusia en Ucrania que los cables submarinos podían ser "objetivo de naciones tentadas a destruirlos".
Cada año se producen entre 100 y 150 cortes de cables submarinos, por lo que los rusos no podrían no ser los culpables. Sin embargo, es mucha coincidencia que en solo una semana ocurran tantos incidentes si tenemos en cuenta el conflicto bélico actual. A través del corte de cables, Rusia podría estar enviando un mensaje a Europa. Con esta acción, se puede paralizar empresas, provocar grandes pérdidas económicas y cortar comunicaciones civiles, militares o gubernamentales.
Los cables submarinos de Internet son una infraestructura crítica de los que dependen la actividad del mundo que conocemos. En los últimos meses, desde la invasión rusa de Ucrania, se ha detectado un aumento del tráfico de embarcaciones rusas cerca de estos grandes cables de datos y se han registrado algunos fallos inusuales en los mismos que invitan a la sospecha de que pudieran ser otro objetivo para presionar a Occidente.
En MC (Muy computer) se señala que “además de los miles de muertos y heridos, la guerra en Ucrania amenaza la economía global y una recuperación que comenzaba a asomar a medida que superamos la pandemia. Los sabotajes en infraestructura crítica son otro punto de preocupación. Si en el siglo XXI las guerras no solo se libran sobre el terreno y el ciberespacio es una zona vital, los cables submarinos de Internet son una infraestructura esencial que bien podía convertirse en objetivo de Rusia. Las consecuencias de un corte o apagón digital son impredecibles en un mundo que depende de ellos”.
En El Español se resalta que los daños pueden tener un origen menos inquietante porque son causados por barcos y sus anclas, redes de pesca y la fauna marina, como los tiburones, que pueden comerse el recubrimiento de los cables atraídos por los campos magnéticos; aunque los nuevos diseños contemplan este problema. Los desastres naturales son otro contratiempo. Por ejemplo, en 2006 un terremoto con magnitud 7.0 sacudió la costa suroeste de Taiwán y rompió ocho cables submarinos, afectando gravemente a las comunicaciones y servicios de internet en China y varios países asiáticos. Hicieron falta once barcos y 49 días para reparar los cables.
Vox Populi pone el acento en la recién estrenada Ley General de Telecomunicaciones, un texto aprobado el pasado 28 de junio que sustituye la norma de 2014, y que trata de adaptarse a las nuevas particularidades del sector, como lo son los cables submarinos. Exige que los nuevos operadores aporten "una exposición sucinta del trazado del cables submarinos y de sus principales características técnicas y, en particular, del lugar en el que se produce el enganche, acceso o interconexión a redes de comunicaciones electrónicas ubicadas en territorio español". Sorprendente que España vaya tan lenta en la adaptación normativa cuando Madrid convive en la zona EMEA (Europe, the Middle East and Africa) con los cuatro mayores mercados de centros de datos en Europa que son Londres, Ámsterdam, Fráncfort y París (denominados mercados FLAP).
