Osborne, el vino detrás de un toro 'inmaterial'

La histórica bodega cuenta con criaderas del siglo XVIII y reconoce que puede 'jugar' con los vinos, en busca de una gama premium sin pensar en el precio, gracias a que su mayor facturación ya no procede del jerez. "Ya quisiéramos ser tan innovadores como las generaciones anteriores", cuentan responsables de la emblemática enseña en un paseo por sus bodegas con lavozdelsur.es

Carla Terry Osborne, en la zona de los jereces más viejos de Osborne, en días pasados.

Las Bodegas Osborne son una de las empresas más potentes del sector del vino, un puntal de la Denominación de Origen del jerez y del brandy, con una larga trayectoria y una enorme diversificación. Está detrás de marcas tan señeras como Sánchez Romero Carvajal en los embutidos o del agua de Solán de Cabras, además de otros embotellados en varias DO del país y hasta de Portugal, pasando por el famoso Anís del Mono. Hablar de Osborne es hablar de una historia que nace en el siglo XVIII, de una familia con un apellido característico, que hasta porta un cantante y presentador. El mismo que cada año recibe su caja, cuentan.

Y, sobre todo, que enlaza con lo español en percepción internacional, gracias al famoso toro presente en las carreteras del país, que continúan gracias a una excepción legal, porque no contienen nombre sino solo una silueta, y por el enorme arraigo en todo el país. Y detrás de todo eso, en origen, está el vino y está el brandy. Por más siglos que pasen, por más que siga creciendo la familia propietaria con nuevas generaciones. Carla Terry Osborne, descendiente de aquel inglés, Thomas Osborne, que desembarcó en Cádiz a finales del XVIII, y Marcos Alguacil, jefe de Enología, abren las puertas de la casa, la Bodega de Mora, ubicada en el centro de El Puerto, donde comenzó y sigue la historia.

El jefe de los enólogos de Osborne, Marcos Alguacil, en la bodega de Mora.   JUAN CARLOS TORO
El complejo bodeguero de El Puerto. JUAN CARLOS TORO

Terry Osborne señala el "enorme orgullo de ser Osborne". "Ya quisiéramos ser tan innovadores como esas generaciones. Éramos dueños de Cruzcampo, por decir una cosa. Tenían una gran visión moderna, venían de Inglaterra y hasta hicimos coches, los Anglada. Aquello fue un desastre porque la gente no estaba preparada entonces para conducirlos, no tenían los recursos para comprarlos". Recuerda ese espíritu en su abuelo, "que tenía ganaderías, harinas... Aquí hemos hecho hasta latas de conserva". Y aprovechando la red del vino de Jerez, en los embarques "iban jamones y traían de vuelta tabaco, cacao, madera de roble americano".

La historia de Osborne, como la de casi cualquier gran bodega actual del Marco, es la de la diversificación. Del ya conocido boom previo a los setenta surgió un decaimiento que fue tanto en ventas como en prestigio. "Ya antes, las bodegas que no entraron en el brandy se quedaron fuera del mercado", explica Alguacil. "El año 1970 fue el de mayor facturación. Los que supieron diversificar a partir de ahí son las que continúan". 

La realidad del jerez es que es una creación que parte de esas botas, el brandy resulta más rentable. En Osborne, por eso, miran al futuro buscando prestigiar el sherry, aunque a menor volumen. Alguacil usa incluso la palabra especial. "Podemos permitírnoslo, pero porque hablamos de darle el valor que tiene. No queremos venderlo a seis euros. Estamos buscando la premiumización, subir el nivel". En el caso de Osborne, ya han trabajado por las gamas VOS VORS (más de 20 y más de 30 años de envejecimiento, respectivamente), las que van a por ese consumidor que busca algo más. 

Entre los tesoros a relanzar, tanto las que proceden de criaderas del siglo XVIII, XIX y XX adquiridas a otras bodegas (amontillado 51 1ª, oloroso Sibarita, palo cortado Capuchino, PX Venerable...) y de las propias botas de Osborne. Además, ha recibido premios al etiquetado, y en vista de las necesidades del sector, andan también en busca de "gama intermedia entre el fino Quinta y los Vors". En eso consiste esas nuevas apuestas de valor, con producciones relativamente pequeñas, adquiridas a proveedores de los pagos de Macharnudo y Balbaína.

Carla Terry Osborne, con una de las botellas de VORS.   JUAN CARLOS TORO

De los famosos toros de las carreteras, cuentan que mantienen un equipo de personas dedicadas a su mantenimiento y que cada año hay partidas para el pago de alquiler de esos terrenos donde se ubican. Incluso les piden el uso de la marca en el extranjero para añadir a otros productos que trabajan sobre esa idea de lo español. Y confiesa Terry, "ha habido algún problema interno", porque, como recuerda Alguacil, esa imagen va en paralelo a todas unas ideas que desbordan la propia marca Osborne. "Yo lo intento relacionar con calidad, con el sello de calidad de Osborne, no con lo nacional. Por ejemplo, si somos Cinco Jotas, el mejor jamón del mundo, y los vinos con la mejor calidad precio respecto a otras denominaciones como pasa con el vino de Jerez, nuestra idea es trabajar con la calidad". Porque Osborne, indican, puede sonar a esa cosa antigua que podían beber los abuelos y no las nuevas generaciones.

Es, entonces, una idea de esa responsabilidad "de una familia que está detrás, que vimos cómo hubo una movilización para que no desaparecieran de las carreteras cuando se puso en marcha la legislación europea", la que prohíbe los anuncios en carreteras, y que se salvó por excepción expresa y gracias a no llevar ni eslogan ni el nombre de la marca en el interior. 

El interior de la Bodega de Mora.   JUAN CARLOS TORO

De entre botas del XVIII, por más que haya crecido Osborne y el vino no sea la fuente de riqueza que fue antaño, y que sí lo son esas otras marcas de ginebras, jamones y demás, de incluso una decena de restaurantes por España y presencia en las galerías Harrods en Londres y Lafayette en París, el origen es el caldo de la tierra. Un millar de trabajadores, o 25 comerciales en China para el grupo, pero todos concienciados del ser por lo que fueron. "Es el origen, lo que somos. Si llegamos a un acuerdo con un proveedor, viene a El Puerto y se empapan de esto". 

Donde no quiere entrar Carla Terry es en una idea de si El Puerto tiene menos protagonismo en la historia del vino de Jerez. "Nosotros no entramos en batallas de si unos y otros y me da mucha pena verlas. Nos daría pena ir por nuestro lado". Alguacil recuerda que hay "alianzas de amistad, de negocio y hasta familiares" con muchísimas bodegas del Marco, con las grandes e históricas. "El vino de Jerez no compite con otros vinos de Jerez, sino con otros vinos. No son nuestros competidores. Nos alegramos si otra marca entra en China, por ejemplo, porque es bienvenido que se conozca, cuanto más, el jerez".

El museo de Osborne.   JUAN CARLOS TORO

En todo eso queda en el debe que se enganche la juventud. "Yo es que no soy cervecera", confiesa Terry Osborne. Es el eterno repensar cómo hacer de los propios ciudadanos de la provincia verdaderos embajadores diarios, del boca oreja. "El mercado está muy globalizado. En Cádiz somos gaditanos, pero también ingleses y americanos", dice por Gibraltar y la Base. "Ahora se empieza a apreciar más el vino de Jerez, pero igual que cuando entró McDonald's alguien diría que qué hacían, ahí siguen tantos años después. Es un mundo global". Y lo de no creérselo lo inserta en un algo que "pasa a nivel España, pero es que tenemos la mejor gastronomía. Aquí al lado", dice por Aponiente, de Ángel León, "tenemos uno de los mejores restaurantes del mundo".

En esa batalla de crecimiento, desde Osborne prometen seguir defendiendo el vino de Jerez, el que les llevó a ser, con las miras puestas en por qué desembarcó Thomas Osborne, y el legado que dejó. Aunque las bodegas sigan siendo las de Cinco Jotas y otras marcas que proveen de la facturación. Al fin y al cabo, aunque sea con un vino de La Rioja, algo de El Puerto y del vino de Jerez, lleva. El toro. Y una empresa que sigue en la batalla.

Algunas de las soleras más antiguas de Osborne.   JUAN CARLOS TORO

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