Matthew Perry era Chandler en Friends. Se hizo de oro con esta sitcom que no solo le lanzó al estrellato, sino también a una compleja espiral que ahora es capaz de revelar tras haber pasado lo peor.
“En Friends pasé de los 58 a los 102 kilos, lo que era un buen indicador de mi adicción: si pesaba de más era el alcohol; si estaba delgado, las pastillas", ha declarado Perry en una sorprendente autobiografía titulada Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz Editorial, a la venta el 17 de noviembre).
Escribir el libro resultó ser una experiencia liberadora, según reconoce en la revista GQ. “Fui totalmente sincero; me salía solo, las palabras se derramaban sobre la página”. Sin embargo, dijo, una cosa era haber escrito la verdadera historia de Matthew Perry y otra muy distinta leerla. "Llooré, lloré y lloré. Mientras pasaba las páginas, pensaba: ‘¡Madre mía, esta persona ha tenido la vida más perra que te puedas imaginar!".
Como recoge la entrevista, al final de la primera temporada de Friends, las seis estrellas de la serie cobraban más de un millón de dólares por episodio, y todavía le quedan unos cuantos a Perry: "No soy el tipo de persona que se gasta un millón en una chorrada". No sucede así con sus adicciones. Como reconoce, “me he gastado unos siete millones de dólares en intentar dejar el alcohol. He asistido a 6.000 reuniones de alcohólicos anónimos, he pasado 15 veces por centros de rehabilitación...".
“Es un libro sobre cómo, a medida que aumentaba mi fama, también tenía que luchar contra una adicción horrible”, cuenta. Ahora dice que vive en sobriedad, aunque con reservas. "Las cosas han mejorado bastante últimamente", dice Perry. E Insiste, por ejemplo, en que no volverá a tomar OxyContin "porque tiene grabado en el cerebro que, si lo hace, terminará con una bolsa de colostomía de por vida".


