Un martes cualquiera los isleños miran al cielo. Parece que va a llover. Aunque el tiempo no acompañe, muchas personas han decidido saciar su apetito fuera de casa. El patio de Benítez, en San Fernando, está a rebosar. Una camarera acaba de dejar un plato de pollo al curry en una mesa y, otro de crujientes de berenjenas y queso de cabra en la de al lado.
En los fogones Juan Benítez Morales, natural de este municipio, no para quieto. Este hostelero de 62 años está al frente de este lugar que se ha colado en la lista de favoritos de muchas familias. El secreto, además de estar en sus recetas, se esconde en la larga trayectoria del isleño. “A los 18 años me salí de la Marina y cogí el bar que tenía mi padre”, recuerda.
En el pequeño local ubicado en la barriada Carlos III, muchos vecinos mayores solían jugar al dominó y a las cartas hasta que el joven quiso darle una vuelta al negocio de su padre y, en 1981, la tasquita se convirtió en un restaurante con almuerzos y cenas llamado Casa Benítez. “Daba muchísima comida a los trabajadores de Navantia y venía gente de Cádiz, Jerez, Chilana”, comenta Juan.
La aventura hostelera iba viento en popa y ya contaba con clientes fieles pero, a pesar de ello, el isleño tomó la decisión de echar el cierre en 1992. “El bar estaba pegado a la autovía y cuando pusieron las vallas se quedó arrinconado, era complicado llegar. Estaba claro que iba a fracasar”, dice. Por ello, antes de que el negocio se hundiera, optó por iniciar otro espacio gastronómico, esta vez en el centro, a unos metros del ayuntamiento más grande de Andalucía.
"El bar se quedó arrinconado"
Junto a su cuñado y el dueño de una bonita finca con un patio singular, abrió el restaurante que lleva 30 años alegrando paladares. Al principio en compañía y ahora, en solitario tras ciertos contratiempos con sus socios. “Eran unos vividores, pagué su parte a cada uno y tomé las riendas”, cuenta el hostelero que se instaló en el inmueble de la antigua Casa Nanai, parada mítica de marineros y militares que se zampaban platos combinados y grandes bocadillos de tortilla.
Bautizó al lugar como El patio de Benítez en honor a este rincón de la finca y, sobre todo, al apellido que ya se había hecho un hueco en el sector hostelero de la ciudad. “Quería que la gente lo relacionase al anterior”, comenta antes de volver al sitio donde se elaboran los platos.
Su oferta gastronómica es un reflejo de su trayectoria. “Mi idea es rescatar los platos antiguos de la provincia de Cádiz, los guisos tradicionales, que es el fuerte. No quiero que se pierdan”, explica. Él aprendió de su madre, que “era muy buena cocinera” a hacer berza, sopa de tomate o habichuelas con chocos, algunos de los más demandados. También se fijaba en las recetas de su mujer.
“Nunca he sido cocinero, he sido camarero, pero por circunstancias de la vida me metí y aprendí”, dice Juan mientras saca una tapa de pollo del campo con venado. Según cuenta, ofrecer esa cocina tradicional, de la tierra es algo que muchas personas mayores agradecen. “Me dicen que les recuerda a cuando eran jóvenes y eso para mí es un halago”, añade.
En la barra, en el comedor y en el patio, los comensales se ponen las botas con las opciones de una carta amplia y variada que se basa en la cocina de mercado. “El 80% de mi clientela se come su plato de berza o sopa de tomate y, después su pescado o su carne”, indica el isleño que va todos los días a la Plaza de Abastos en busca de los ingredientes del día.
A los platos andaluces se suman los que están fuera de carta, que los prepara en función de la cesta de la compra. Juan está atento a las temporadas y no se le escapan los productos estrellas de cada estación. Al igual que ofrece morena frita o timbal de pulpo sobre base de aguacate, “en el tiempo de la alcachofa hago el potajito de vigilia de toda la vida”.
Una pareja comparte una ración de chocos fritos al mismo tiempo que un cliente fiel le tira un bocado a una mini burguer de buey. El ajetreo se palpa en este restaurante que continúa con el servicio durante décadas disfrutado por numerosas personas en Casa Benítez. El legado sigue al pie del cañón llevando por bandera la cocina andaluza, el cuchareo y las recetas de antaño.
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