Las uvas, el cotillón, los brindis interminables y esa mezcla de baile, risas y excesos marcan la última noche del año. Hasta que el cuerpo aguante y sea momento de reponer fuerzas. Hay una tradición que no falla la madrugada o la mañana del 1 de enero. Tomar churros tras toda la noche bailando.
Porque después de una Nochevieja intensa, no es un capricho, es casi una necesidad. En cada municipio de Cádiz hay un lugar que viene automáticamente a la cabeza cuando se piensa en la mañana del primer día del año. Bares y puestos que forman parte de la memoria colectiva y que, pase lo que pase, siguen siendo el refugio perfecto tras esta larga noche.
La Marina, en Cádiz
En pleno corazón de la ciudad, La Marina ha sido durante décadas mucho más que un bar. Con una fachada que mira a la Plaza de las Flores (Topete) y otra a la calle Libertad, junto al Mercado Central de Abastos, este negocio abrió sus puertas en 1970 y desde entonces ha sido punto de encuentro para generaciones de gaditanos.
Su fundador, Nino Campo-Cossío, falleció hace 27 años y fue su viuda, Carmen Criado, quien mantuvo vivo el establecimiento hasta anunciar su cierre por jubilación en el otoño de 2024. Sin embargo, La Marina no pierde su papel protagonista en la mañana del 1 de enero. A principios de 2025, Ale Alcántara, conocido hostelero, cocinero y asesor televisivo en MasterChef, se hizo cargo del negocio, que seguirá siendo un lugar clave para dar la bienvenida al año nuevo sin renunciar a las costumbres.
El 44, en San Fernando
En San Fernando, hablar de churros es hablar de El 44. Israel Expósito Gálvez, cuarta generación de churreros, representa una historia familiar que suma ya 80 años dedicada a este oficio. Todo empezó a finales de 1939, cuando sus bisabuelos abrieron un pequeño puesto junto a Correos.
Desde aquel primer enclave hasta la mítica ubicación en la Plaza del Rey, y ahora en el nuevo establecimiento del 44 en la Casería, dentro del Club Náutico, el recorrido es también el de la ciudad. Un lugar idílico desde el que se contempla la Bahía de Cádiz y al que los isleños acuden tras una noche moviendo el esqueleto. Aquí conviven los churros clásicos con propuestas más innovadoras, sin perder la esencia.
El Cafetín, en El Puerto
En La Placilla, El Cafetín es sinónimo de primeros desayunos del año. Es una de las pocas cafeterías de El Puerto que abre bien temprano tras la fiesta. Fundado en 1941 por el montañés Ángel Sordo Díaz, este negocio histórico inicia 2025 celebrando 85 años de vida.
Tras llegar desde Cantabria siguiendo los pasos de sus hermanos, destacados hosteleros de la ciudad, su legado continúa hoy en manos de la tercera generación, en un local reformado, con aires modernos pero fiel a su esencia. Churros, chocolate casero y molletes hacen que no sea raro ver a gente de pie esperando mesa desde primera hora.
El puesto de Doña Blanca, en Jerez
En Jerez, cuando asoman los primeros rayos de sol, la escena se repite: la cola parece infinita. En el puesto de churros de Doña Blanca, frente a la Plaza de Abastos, Antonio Padilla lleva 11 años dedicado al oficio. Con 39 años, trabaja de lunes a domingo.
Comenzó en La Vega, el mítico lo que se encontraba a pocos metros, tuvo durante un tiempo un carrito de venta ambulante y hoy regenta uno de los kioscos de la plaza. Un punto de parada obligatoria para cerrar la noche… o empezar el año con energía.