Acaba de reabrir Las Banderas en la esquina de los Callejones con Virgen de las Penas, en pleno barrio de La Viña de Cádiz. 130 años después de su primer alumbramiento —31 años después de que el llorado Jesús Díaz colgara el mandil y echara el cierre, aunque el bar siguiese de tapadillo—, conserva su fachada en tonos pastel color malecón Campo del Sur.
Por su puerta y ventanas ya curiosean los viandantes su rescatada barra alta, las molduras del techo y su suelo de lozas hidráulicas. Hasta ladrillos de 1892 dicen que han aparecido en las obras. Incorpora la renacida tasca vinos generosos, latería fina (Herpac, Gadira, La Huerta de la Vera...) y embutidos selectos. Advierten: se permite el cante. No es para menos: conservar su esencia era mantener el espíritu de aquellos febreros. No en vano, allí ensayaban Paco Alba y los suyos, así como otras muchas agrupaciones carnavalescas.
El paraero de La Viña regresa a las tertulias y los papelones de queso viejo, chorizo y morcilla. Manzanilla fina de Sanlúcar y jereces más criados: palo cortado La Caleta y amontillado Paco Alba. Después de la travesía en el desierto, hace medio año que iniciaron en serio la aventura Fernando Pérez y Antonio Hernández-Rodicio, dos curtidos periodistas gaditanos —apasionados de su tierra y del buen yantar— que unieron fuerzas junto a otros dos socios, Javier Juárez y Óscar González. Se pusieron manos a la obras con una premisa: “Respetar el relato histórico de un sitio tan emblemático”, cuenta Pérez a lavozdelsur.es.
Montaron la sociedad y comenzaron las obras. Los arquitectos Pizarro Cruz y Fernández Pujol siguieron al pie de la letra los deseos: “Recuperar la esencia del local; han sido muchos meses de trabajo, pero creemos que lo hemos conseguido”, cuenta el periodista de Canal Sur, uno de los rostros más mediáticos del Carnaval de Cádiz. En el otro extremo de la barra, con el imponente grifo de Cruzcampo presidiendo, Hernández-Rodicio, que desarrolló la mayor parte de su carrera en Prisa, y ahora es socio de la consultora Thinking Heads. El periodista gaditano tiene entre sus lemas, como recoge en su blog El goloso en llamas, “hagamos largas sobremesas para honrar al cocinero”.
“Es una ilusión, un reto nuevo en nuestra vida profesional; llevar un negocio y, de alguna manera, ayudar a dinamizar nuestra tierra. Si ganamos algún dinero vendiendo vino mejor todavía”, explica Pérez, que no para de atender a curiosos y clientes, ultimando también los detalles de la inauguración con autoridades, que tendrá lugar la semana que viene.
“Somos dos idealistas de Cádiz, Antonio y yo mismo, que pensábamos que podíamos hacer algo más en la ciudad, que sirviera para dinamizarla; la hostelería nos apasiona y encontramos un sitio con su relato histórico”, añade mientras cuenta la larga carta de vinos de Las Banderas.
En un testero, fotos de Kiki, Julio González y Pablo Juliá, fotoperiodistas históricos de la Tacita. Miran a los clientes Quiñones, Ory, Bonald, Alberti y Mágico. En glorioso blanco y negro. Como la atmósfera nostálgica de un establecimiento hostelero que reabre desempolvando recuerdos y honrando memorias, sin estética vintage de pega.
Según recoge el historiador Santiago Moreno en su blog, "son multitud de hojillas y libretos carnavalescos los que cuentan con una publicidad de la primigenia tienda Las Banderas", lo que deja entrever que sus fundadores ya se acercaron a las costumbres gaditanas. Desde el principio, su especialidad estaba en la manzanilla de Sanlúcar. Siete años después del fallecimiento de Jesús, los recuerdos perduran, también físicamente en el Archivo Municipal de Cádiz, que en la actualidad alberga un fondo que lleva el nombre de Jesús Díaz Gutiérrez con infinidad de fotografías, libretos, misales, libros, manuscritos, correspondencias y hasta sifones.
Insiste uno de los socios del nuevo Las Banderas: “Ha habido un trabajo minucioso, en la decoración, en el mobiliario…”. Nada está a su suerte, aunque estos locales estén de moda. “Es cierto, a la gente le gusta la esencia, hay muchas historias de gente que ha vivido este sitio, hasta una familia de Alemania vino a recordar el local”.
Por lo demás, habrá champanes “de cierto nivel”, ofrecerán un guiso diario, y marisco con sabor a la costa gaditana. ¿Se puede pedir más? “Tenemos la idea de abrir el local a actuaciones y, por supuesto, a eventos que haya en la ciudad, volver a tener cabida como sitio de acogida de agrupaciones en Carnaval…”. Cádiz, Las Banderas. En La Viña. No se lo pierdan.
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