Adiós a la centenaria Pastelería Curro de El Cuervo, el paraíso de los 'tacos' en plena N-IV

La falta de relevo generacional y la jubilación del equipo del obrador han obligado a bajar la persiana de un negocio familiar que era una institución

José Manuel Gómez, Curro, en el interior de su negocio, la Pastelería Cafetería Curro, ya cerrado.
13 de junio de 2025 a las 19:54h

La Cafetería Pastelería Curro, uno de los establecimientos más emblemáticos de El Cuervo, un pueblo situado en el límite entre las provincias de Sevilla y Cádiz, ha echado el cierre tras más de un siglo de historia. El negocio anunció su despedida con un mensaje cargado de emoción: “Cada historia tiene pausas, y hoy ponemos la nuestra tras 101 años de momentos compartidos. Nos despedimos con gratitud infinita y el corazón lleno de recuerdos. Quizá no sea un adiós definitivo… el tiempo dirá”.

El cierre ha generado una oleada de reacciones entre vecinos y clientes habituales, que han lamentado la desaparición de una de las referencias gastronómicas más queridas de la localidad. José Manuel Gómez, conocido en el pueblo como Curro, actual propietario del establecimiento y nieto del fundador, ha explicado que la decisión responde a una combinación de factores, principalmente la jubilación del personal del obrador de pastelería, pieza clave en el funcionamiento del negocio.

José Manuel Gómez, Curro, delante de su negocio, la Pastelería Cafetería Curro, ya cerrado. MANU GARCÍA

“El jefe del obrador se ha jubilado, y ya llevaban incluso más tiempo del que le correspondía”, relata Gómez. “No hemos tenido más remedio que cerrar. No sabemos si en el futuro podremos reorganizarnos, pero ahora mismo no hay relevo generacional”. Sus hijos han hecho su vida lejos del negocio y no están en disposición ahora de mantener abierta la cafetería.

El cierre ha impactado no solo a los vecinos de El Cuervo, sino también a clientes de otras localidades y regiones. “Nos han llamado de todos lados para comprobar si era cierto que habíamos cerrado”, comenta el dueño, quien recuerda cómo incluso en Lebrija se vio abordado por decenas de personas preguntando por la noticia. “Una vez, un niño le dijo a su madre: mamá, este es el hombre que me ha dejado sin dulces”.

El propietario del establecimiento, cerrando las puertas. MANU GARCÍA

Fundada por su abuelo Curro hace 102 años, la historia del negocio es también la de una familia que emigró desde Grazalema en busca de oportunidades. Lo que comenzó como una taberna se transformó, con los años, en bar, restaurante y finalmente en cafetería-pastelería. Fue en los años 80 cuando José Manuel decidió montar el obrador, especializado en dulces tradicionales como los “tacos” y los “barquitos”, elaboraciones ya casi desaparecidas en otros establecimientos. Han sido los más reclamados por su clientela, que también ha valorado mucho sus tartas y los mantecados en Navidad.

Durante más de cuatro décadas, el obrador mantuvo una producción artesanal muy apreciada, sobre todo tras la pandemia, con una demanda creciente que llegó a sobrepasar la capacidad del equipo. “Nosotros no dábamos abasto. Algunos fines de semana estábamos agobiados, pero hoy día encontrar un maestro pastelero es muy difícil. No hay relevo ni formación adecuada para esto”, lamenta.

José Manuel Gómez, colocando el cartel en el escaparate.  MANU GARCÍA

El propietario reconoce que el cierre ha sido especialmente duro para los trabajadores, algunos de ellos con más de 30 años en la casa. “El día que cerramos fue dramático. Se fueron llorando. Eran profesionales excelentes que sabían perfectamente lo que tenían que hacer”, asegura. En la actualidad, muchos de ellos se encuentran en situación de desempleo y le preguntan si habrá una nueva etapa.

Famosos que pasaron por el local

Por la cafetería han pasado personajes conocidos, especialmente durante el Mundial de Motociclismo en Jerez, cuando era habitual ver a pilotos y aficionados merendando allí. También eran clientes habituales figuras del mundo de la música, como los integrantes de Los Cantores de Híspalis. “Siempre tuvimos la norma de no molestar a nadie. Si vienes a un sitio y te atosigan, ya no vuelves”, explica.

A día de hoy, el futuro del local es incierto. José Manuel Gómez se ha dado de plazo hasta después del verano para decidir si pone en venta el establecimiento o busca otras opciones. “Yo ya me tengo que sentar a ver los toros desde la barrera. Aunque si alguien quiere continuar, yo podría asesorarle. Pero abrir esto no es para cualquiera”, concluye. Mientras tanto, El Cuervo despide con tristeza uno de sus referentes más queridos.

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Francisco J. Jiménez

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