11 sitios para gozar la Ciudad Gastronómica 2024: en Conil de la Frontera se come la provincia entera

El Ayuntamiento conileño presenta campaña y logo para ensalzar un nombramiento que hace justicia a decenas de bares y restaurantes en los que disfrutar un producto cercano y excelente a precio razonable

El pescado de las lonjas locales es el absoluto protagonista en La Fontanilla.
El pescado de las lonjas locales es el absoluto protagonista en La Fontanilla. JUAN CARLOS TORO

"Paraíso del buen gusto", el eslogan local para celebrar un título que caduca el 31 de diciembre

Sobran motivos para festejar Conil, para volver al paraíso juvenil de varias generaciones de andaluces, españoles o europeos. Que se lo digan a los vascos, por citar un origen entre tantos, que lo convirtieron en destino turístico preferente en los años 90 y ahí siguen, como colonia migratoria cada verano. Con toda la memoria almacenada, es una alegría renovar motivos para el regreso de los visitantes y el paseo de los habitantes. La inauguración de la Sala de Exposiciones del Mar y la Almadraba (SEMA) en La Chanca -cuatro siglos la contemplan- es uno de ellos.

Este enero presenta otro que augura otra temporada turística memorable de La Barrosa a Trafalgar. El nombramiento como Ciudad Gastronómica Española 2024 es un título, un premio, y como todos los galardones tiene el mismo prestigio que sus receptores. La ciudad costera acumula uno enorme. Playas entre las mejores de un litoral deslumbrante, calas insólitas, bosques piñoneros, deporte, paisajes e industria turística experta, solvente. En este último apartado, claro, la gastronomía.

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Cartel y logotipo que lucirán distintos edificios públicos, establecimientos de hostelería y rutas gastronómicas.

En el término conileño se junta lo mejor de la provincia más afortunada: pescado con fama mundial (atún y otros), ternera propia (retinta), una huerta fecunda de asombrosa fertilidad y hasta algo de vino (con Sancha Pérez como ejemplo). El término municipal de Conil, ese que multiplica por diez sus habitantes en fechas señaladas, ha ganado buena fama de gran destino gastronómico. Grandes rutas temáticas (de la tapa, el garbanzo, verde, atunera, carnívora...) y un paisaje de bares, restaurantes, con una reconfortante relación calidad-precio están en la base de la reputación. Es de los pueblos en los que más difícil resulta comer mal en la provincia.

La alcaldesa, Inmaculada Sánchez Zara, y el concejal de Turismo, José Ramón Rosado, presentaron en la tercera semana de 2024 el logotipo de la Ciudad Gastronómica de España (le da relevo a Jabugo, nada menos). Un diseño de Inmaculada Salguero combina con un juego visual un gorro de cocinero, el tradicional tocado blanco de un chef, con la Torre de Guzmán, símbolo histórico de la población. "Este nombramiento potencia la marca Conil, es un sello de excelencia que también puede ser un reclamo, un trampolín", afirma Rosado. Para saltar aún más. Para zambullirse en ese mar de sensaciones, colores y sabores que es el paraíso conileño.

Van 11 lugares, ejemplos de barras y mesas, que justifican el nombramiento. Podrían aparecer otros tantos y muchos más. Feduchy (centro y playa), Maqueca, La Azotea de María, Kanaia, Los Hermanitos, La Plazuela, La Fontanilla (sin Francisco), La Cachorra Perdida, Cooking Almadraba o El Huerto no están y podrían, seguro que merecerían figurar perfectamente por clientela y fama bien ganadas. Pero así funciona el juego.

Hay que acotar, elegir, pura subjetividad, opinión. Lo básico es que, para comer y otros menesteres, las visitas a Conil tienen motivaciones nuevas y eternas en el año que comienza. Ya era ciudad gastronómica hace mucho pero ahora tiene un diploma que caduca el último día de 2024. Habrá que celebrarlo. Por ejemplo, en estos establecimientos. Son 11 sin orden de preferencia y se aceptan, se agradecen, sugerencias, burlas y broncas.

Tacos de almadraba semipicantes de Malabata.
Tacos de almadraba semipicantes de Malabata.

Malabata

Para empezar, en el mismo centro, casi colindante con La Chanca, con la nueva Sala del Mar y la Almadraba. Abierto hace seis años, las primeras visitas resultaron una delicia digna de recuerdo y regreso pero es que mejora en cada reincidencia. Resulta difícil resistir esa mezcla de tradición e innovación, de veneración por el producto con cierto toque de alegría, sin caer en el corsé de la alta cocina y la investigación gastronómica. Un placer que invita a compartir platos. Verdura, guisos, pescado y marisco casan de maravilla con alguna concesión carnívora, también a la llamada comida urbana, disfrutona y golosa. El popurrí completa una carta cambiante para enmarcar. Que la mar es el centro de todo queda claro hasta en el nombre.

Malabata es una referencia geográfica, un lugar de costa de África que los pescadores conileños siempre usaron para ubicarse exactamente. El local es semicuadrado, abierto, rezuma amplitud y claridad, con una decoración urbana, casi grafitera, que aporta humor a la experiencia de amor. Deliciosa su terraza en calle peatonal en el meollo conileño mismo.

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Remate ante el comensal de uno de los platos de La Barra del Rosario.   JUAN CARLOS TORO

La Barra del Rosario

Otro local nacido hace seis años (2018 fue prolífico en inauguraciones) con una trayectoria celebrada. Merece retorno sólo por su cuidado del vino (como pocos en Conil) y por su empeño por acercarse a la excelencia. Su estructura es particular, con una barra baja que es protagonista, salones estrechos y gran terraza (la comparte con su local hermano, Paralelo 38). El homenaje a la abuela del propietario se da, felizmente, tanto en la cocina como en el nombre. De las cocinas conileñas que mejor combina, casi en equilibrio total, carnes y atún de almadraba puro. Esto último lo dicen muchísimos locales en la costa de Cádiz pero sólo algunos cumplen. Probarlo en formatos que recuerdan a la cocina japonesa, versionada y adaptada al gusto ibérico, siempre es un acierto.

Aquí gustan los juegos y trampantojos, desde un panipuri indio con atún confitado a un falso donut relleno de carrillada. Céntrica ubicación, bullicioso en fechas señaladas. Anuncia en redes sociales un cambio en la cocina. En 2024 la llevará una mujer: Meme Rodríguez Martín. Otro motivo para recaer por allí.

Guiso de choquitos de la Venta Melchor de El Colorado.
Guiso de choquitos de la Venta Melchor de El Colorado.

Venta Melchor

Si de cantar el himno de los sabores antiguos se trata, pocas personas en la provincia tienen mejor voz, mejor mano, que Petri Benítez (Pepe Monforte la rebautizó como la Dama del atún). Habría que ir a las sierras andaluzas, a lugares menos marineros y veraniegos para encontrar un prodigio similar. Ella supo conseguirlo desde El Colorado (como cantó la chirigota: Conil, al lado). En la célebre pedanía ha levantado un templo junto a su marido, Juan Carlos Almazo.

Presumen de cuchareo con jornadas específicas y a esa práctica entregan media carta. El tratamiento de verduras, peces y carnes resulta excelso, artesanal, casi milenario. Por supuesto, faltaría, todo es producto del entorno, historia gastronómica conileña y según mande la temporada. Ahora están en obras de reformas pero en 2024 será un destino casi obligado para los amantes de la antológica manduca, como ya lo es desde hace más de 20 años. Nadie como estos dos conileños para abrir un túnel del tiempo en la cocina. Por ahí entran, desde el pasado, recetas casi perdidas, a veces con productos casi abandonados: verduras humildes, guisos que reconcilian con la vida y la memoria.

Vascook
Uno de los dos salones de Vascook, dentro de un antiguo cortijo restaurado.

Vascook

El título "restaurante vasco" ya obliga, compromete. Crea muchas expectativas. La gastronomía de Euskadi es una de las más premiadas, aplaudidas y seguidas en España, quizás de Europa y de la parte del mundo atenta a estas cosas. Y este lugar sale bien parado. Está a la altura del apellido. La fusión entre lo euskaldun y lo konileño es absoluta, incluso arquitectónica porque el establecimiento se asienta, desde 2016, en un antiguo cortijo, el de Pradillo. Es decir, envoltorio andaluz con alma norteña. La parrilla manda (como en otros grandes representantes provinciales del estilo, Cataria, unos pocos kilómetros hacia el Norte, claro). Logran un toque respetuoso con la materia prima, siempre difícil de obtener. En este caso es un sello.

La carne de ternera y el atún forman la base de la oferta aunque también hay concesiones a los guisos. Grandes salones, con un agradable toque rockero, fiestero, felizmente frivolón y una gran terraza. La gran colonia de veraneantes vascos tiene en este lugar una visita casi obligada pero lo mejor es que ha conquistado la boca de miles de conileños, gaditanos y andaluces en su larga trayectoria.

Vista del atardecer en Los Bateles desde una ventana de Puerta Cai.
Vista del atardecer en la playa de Los Bateles desde una ventana de Puerta Cai.

Puerta Cai

Un bar de pescadores actualizado y estilizado que no ha perdido su alma. Blanco por fuera, rojo como el atún, el marisco y la carne por dentro. Acumula premios en las celebradas rutas gastronómicas de Conil. La de la huerta, la del rey de los pescados azules, la de la tapa. Eso demuestra que es un lugar versátil, familiar y acogedor que nunca sacrifica la calidad. Su éxito entre lugareños y visitantes obligó a una ampliación en el año 2020, en plena pandemia y tras una década prodigiosa decidió coger carrerilla.

En este 2024 en el que Conil vive su nombramiento como Ciudad Gastronómica de España vuelve a crecer. De la originaria taberna de apenas 30 metros cuadrados pasa a varios locales conectados que multiplican por diez aquella primera superficie. Ha sabido entrar en la era turística sin dejar de ser punto de encuentro para los paisanos. Barra para tapeo, salas de restaurante, distintos ambientes para una misma filosofía: el recetario eterno de las madres y los abuelos de Conil formado por una cocina de aprovechamiento construida con el mejor pescado del planeta, marisco, guisos y arroces. La fórmula eterna mantiene su vigor gracias a locales como este.

El escondite
Mesas de El Escondite vistas desde los árboles que forman patios y jardines.

El Escondite

Dos veteranos hosteleros, madrileño y lugareño, unieron sus carreras para hacerse socios, hace ya 15 años, en este lugar en el que el escenario es tan importante como la espléndida cocina. Patio, jardín y salones recogen la esencia, la pausa, la belleza y la historia de tres siglos de Conil. Mai Manso completó después un gran equipo joven como jefa de sala, Es uno de los establecimientos de la zona que más aprecio brinda a los vinos de Jerez, Sanlúcar y El Puerto. También a los productos artesanales de la Sierra.

Son unos buscadores de tesoros cercanos que luego dejan caer en los platos y en la mesa. Kilómetro cero como norma. Elaboración cuidada y presentación elegante hacen el resto. Ese elixir mágico está en la base de muchos de los guisos que ofrece según dicte el mercado (el de abastos). De este listado, puede ser uno de los sitios conileños, de media provincia, que más cuida la coctelería, también la repostería, la tradicional con esa base árabe deliciosa y la moderna, con los helados de protagonistas. Su nombre encierra parte de la clave, puede ser uno de los tapados de la gastronomía local y provincial aunque, a la vista de su éxito, mucha gente lo ha descubierto hace tiempo. 

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Uno de los impresionantes salones-miradores de El Roqueo.   JUAN CARLOS TORO

El Roqueo

Es una institución. Uno de esos restaurantes que hay en cada municipio, en cada ciudad, en el que la fama, la tradición, la clientela y el prestigio decidieron reunirse hace tiempo para no marcharse más. Su ubicación, sobre los acantilados de la playa homónima, anuncian ya las calas cercanas y aporta sensualidad a la visita, una experiencia siempre. El hilo musical lo pone la marea. Muchos de sus salones son miradores hacia el Atlántico, de los más impresionantes de toda la provincia.

Cocina popular reconvertida en señorial. José Sánchez, chef, maestro, divulgador y alma de este sitio presenta un recetario tradicional andaluz enriquecido con imaginación, creatividad y la calidad obvia del producto más cercano. Pescados, mariscos, pero también carnes y una carta de postres memorable. La bodega está a la altura de un lugar de culto. Es un seguro de disfrute para encuentros de a dos, para reuniones y citas familiares. Puede que el precio medio por comensal sea de los más altos del listado pero también es cierto que va en consonancia con la oferta, de gran nivel.

Terraza del bar del hostal Campito, en Conil.
Terraza del bar del hostal y restaurante Campito, en Conil.

Campito

Por variar algo, por cambiar de tercio y tener un reconocimiento al mundo de los alojamientos, tan ligados al turismo y tan presentes en la gastronomía. Sea mencionado el restaurante de un hostal que es una modesta delicia. Con y sin mesa de por medio. Sus pequeñas terrazas en alto resultan cautivadoras para comer o cenar pero la carta está muy bien resuelta. Es mucho más corta que en restaurantes tradicionales pero tiene una ejecución casera muy agradable. Además, incluye muchas propuestas de ensaladas y pescados no tan comunes en la zona (bacalao). Es como un bar de los buenos, de los cuidados, en una ubicación inolvidable.

Los precios, al menos fuera del verano, son mucho más asequibles que los de restaurantes de alto nivel. Sucede con muchos hoteles y hostales de la zona. Tienen restaurantes al margen de los comedores colectivos en los que se puede disfrutar también la brillante gastronomía conileña, impulsada por un producto aplaudido a nivel nacional e internacional. Y sin dejarse la tarjeta pegada al datáfono, intervenida por la Agencia Tributaria.

Costilla de retinto a baja temperatura de La Almazara, premiada en la ruta gastronómica local,
Costilla de retinto a baja temperatura de La Almazara, premiada en la ruta gastronómica local,

La Almazara

Un espacio ecléctico para bien. Punto de fusión entre casa de comida, nuevo gastrobar y cocina de siempre revisada para públicos diversos en edad, origen y preferencias. Igual de gritable resultan unas gambas al ajillo, unas tagarninas, un jarrete o una hamburguesa de retinto. Recetario local y cabal presentado de forma que resulta irresistible incluso para las nuevas generaciones. Cuida la bodega. Está ubicado en la calle Laguna, junto a la célebre fuente de los leones, que se ha convertido en un agradable bulevar semipeatonal en los últimos años.

La pareja propietaria, premiado cocinero (Domingo Rodríguez) y experiodista (Juani Amaya), ha sabido darle una personalidad informal pero rigurosa que convierte cada visita en el prólogo de la siguiente. Siempre recibe menciones en las rutas gastronómicas locales, prueba de que resulta tan atractivo para los visitantes como para los que se quedan (gran película) todo el año. Coqueta y pequeña sala única, entre rústica y étnica, con barra y terraza muy agradable, tan cerca del centro como del mercado de abastos.

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Presentación de un tataki de atún rojo de almadraba en El Sopa.

El Sopa

Otro de los lugares que se ha ganado la etiqueta de tradicional pero, en vez de acomodarse, actualiza constantemente su oferta y su cocina. De hecho, presenta productos similares a los de todo este listado (el lugar obliga) pero de una forma creativa, revisada. Guarda espacio para la cuchara, en homenaje al nombre y mote del fundador. También se beneficia de la estructura, en pendiente descendente hacia la playa, que tiene todo Conil. Esos diferentes niveles, comunicados por atractivos ascensores y escaleras, permiten unas vistas y unas terrazas que difícilmente se olvidan si coinciden, por poner, con un atardecer o con una noche de Levante en calma.

Su carta es amplísima y recomendable pero, por variar, además de la constante recomendación de carnes y pescados (manejan bien la parrilla) es buen lugar para inclinarse por arroces y guisos. Cuidan mucho los postres. Está en el entorno de la populosa, comercial, calle Cádiz así que su ambiente es prácticamente festivo durante todo el verano y en las fechas de grandes desplazamientos vacacionales.

Francisco La Fontanilla

En su página web hablan de rendir "culto" a los guisos marineros y cualquiera que haya tenido la suerte de visitar el establecimiento sabe que la afirmación no es exagerada. Sus arroces también son celebérrimos. Es una de esas catedrales blancas sobre la arena que pueblan las playas de media costa española pero, en este caso, la evolución de bar de playa, chiringuito, hacia restaurante cuidado ha sido espléndida. Se surte directamente de las lonjas más cercanas para adquirir "el producto de mayor calidad del litoral gaditano". El atún comparte aquí espacio con borriquetes, pargos, sargos, bocinegros, doradas, bogavantes, lenguados, melvas y langostas.

De hecho, están especializados en servir únicamente producto con la etiqueta comercial Pescado de Conil. Desde Semana Santa hasta octubre puede costar encontrar mesa en fines de semana porque sus partidarios son legión. Merece la pena intentarlo y compartir el ritual con cientos de comensales en sus grandes salones superpoblados de sillas de madera, con la playa en los pies, en la mente, en los oídos y en la vista.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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