De actor guaperas en 'Aquí no hay quien viva' o 'Al salir de clase' a yogui

Mariano Alameda es ahora escritor tras ser uno de los rostros más famosos de la tele de los 90 y los 2000

Mariano Alameda, exactor de Aquí no hay quien viva.
02 de septiembre de 2025 a las 18:23h

Fue uno de los rostros más reconocidos de la televisión española de finales de los noventa. Mariano Alameda se convirtió en un fenómeno juvenil gracias a su papel de Íñigo en Al salir de clase o más tarde en Aquí no hay quien viva. Sin embargo, el actor dejó atrás la fama hace más de una década para reinventarse lejos de los focos. Hoy, a los 53 años, se presenta como yogui y escritor, con una vida marcada por la espiritualidad y la reflexión.

Su primera aparición en la pequeña pantalla fue en el mítico Sorpresa, sorpresa junto a Isabel Gemio, y poco después en Hostal Royal Manzanares. Su carrera se consolidó con series como La verdad de Laura, Paco y Veva o C.L.A. No somos ángeles. Pero aquel capítulo televisivo terminó. “Lo era. Ya no”, confiesa sobre su pasado como actor en una entrevista con El País.

Escritor, su nueva vida

Alejado de los platós, Alameda reside en la sierra madrileña, acompañado de su perro Elfo. Desde allí ha dado forma a su nuevo proyecto: ‘Fábulas que sanan’ (Siglantana), un libro con 21 relatos protagonizados por animales que, según explica, “piensan, sienten y tropiezan como nosotros”. Con un estilo cercano a las parábolas, aborda errores habituales de la relación entre el yo y la realidad, desde la falta de perdón hasta la obsesión con el esfuerzo sin descanso.

El exactor, fan declarado de El Señor de los Anillos, habla sin rodeos del mundo actual: “Estamos llevando al mundo a lo contrario de la República de Platón: en vez del gobierno de los sabios, tenemos un mundo gobernado por necios”. Para él, vivimos tiempos “extraordinariamente oscuros” en los que “está de moda ser un canalla”.

De icono juvenil a autor espiritual, Mariano Alameda ha transformado su vida. Y aunque Íñigo siempre será un recuerdo para los espectadores, ahora su reto es que sean sus fábulas —y no sus personajes— las que dejen huella.

Sobre el autor

Juan Antonio Carrasco

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