Un Vinoble con menos 'puttonyos'

vinoble-16

El salón sigue siendo una cita clave, aunque esperemos que en otras ediciones se superen las restricciones económicas y vuelva la presencia internacional.

El último fin de semana de mayo (ojo, años pares) se ha convertido en una especie de día de la marmota: primero el Atlético de Madrid pierde la final de la Champions (o el Real gana, según los colores de cada uno, aquí con el orden expuesto sobran más explicaciones) y luego el domingo vas a Vinoble. Allí, catas unos cuantos vinos –de manera muy poco profesional, todo hay que decirlo– y te vas sintiendo mejor… Vinoble mola y el día que el Atlético gane la Champions debe ser la leche. En lo que llega ese día, hay que informar de que, efectivamente, la novena edición de Vinoble sigue el proceso de contracción que el salón de los vinos nobles, generosos y licorosos inició hace ya tres o cuatro citas atrás pero sigue siendo una cita clave en la ciudad.

Vinoble consiguió, probablemente entre su tercera y su quinta edición, que el último fin de semana de mayo (de los años pares) estuviera marcado en rojo en el calendario de la enología mundial de este tipo de vinos, consiguió universalizar la propuesta de este tipo de vinos y también consiguió (parcialmente) atraer compradores dispuestos a cerrar negocios ‘in situ’. Hoy la cita es mucho más modesta, el presupuesto es el que es y da para lo que da, lo que no quiere decir que el salón carezca de interés, en absoluto.

Puede que ya no se caten las añadas de Château d’Yquem (aunque la alcaldesa, Mamen Sánchez, anunció ayer durante la inauguración que este afamado Sauternes estará en una cata sorpresa el día de clausura) que Oporto ya no tenga presencia institucional o que apenas haya Tokaj (que también estará en la ‘sorpresa’… ay, aquellos tiempos en que Jerez descubrió los puttonyos, los capachos de uva con botritis que se añaden a este vino húngaro), pero todo lo que sucede en el Alcázar tiene interés, por no hablar del indudable escaparate que supone para el vino de Jerez y la incidencia que tiene en hoteles y restaurantes de la ciudad. Además, Extenda ha echado una mano posibilitando la presencia de un importante grupo de importadores que mantendrán en términos aceptables la vis económica del salón.

Por lo demás, se mantiene la fórmula que tan exitosa ha sido durante todos estos años: catas en la antigua mezquita, presentaciones, sobre todo en el patio de San Fernando, y degustaciones gastronómicas, hoy showcookings, of course, mientras que intemporalmente se pueden catas las referencias disponibles en los distintos expositores. Este año, además del jerez (hay una cata del vino de ‘moda’, el palo cortado) tienen especial protagonismo los vinos de hielo, los malvasías canarios, vinos de Jura, del Douro, Setúbal y Marsala.

Vinoble, sí… siempre, pero esperemos que en próximas ediciones se superen las restricciones de presupuesto, vuelva la presencia internacional de que gozó y se produzcan algunas novedades que vengan a dar emoción a una cita un tanto previsible.  

Archivado en: