Agustín Hurtado venía del mundo de la hostelería, de la calle San Pablo, y hace tres años decidió un cambio para buscar otro tipo de local de comida más grande. Así entró en A tu antojo, en una esquina de Guadalcacín, en paralelo a la Nacional, un establecimiento ligeramente asumible al de las ventas, que es lo que fue hace décadas el establecimiento, y de restaurante para menús. Pero tiene una curiosa diferencia, que heredó de los antiguos propietarios, las abundantes tablas de comida casera presentadas sobre palas, las de campo, las de la tierra, y los botellines para la mesa compartidos en un carrillo de mano. "Son ideas que he querido mantener, es típico de aquí", explica.
Así, ha encontrado la línea de abundancia a precio económico. "Nos gusta que la gente se vaya por lo alto, más que el típico picoteo, aunque también hay cosas de tapeo". El choco de la casa, por ejemplo, está frito pero viene completo con una salsa, o los anetazos. Los que no vienen en palas son también platos a paletadas. "El negocio nuestro es fin de semana, aunque también tenemos desayuno y antes más menú, aunque ahora no sé si es porque hay menos trabajadores pero vienen menos".
El local trabaja mucho "el pescado, el adobo, la ensaladilla", para seguir con una carta "variada, que tenemos prácticamente de todo", algo ue es difícil cuando se hablan de raciones grandes y un número importante de mesas que ha ido cambiando según los aforos, actualmente, a 13 de enero, en un 30% para el distrito sanitario de Jerez.
Rosa María González, cocinera, explica que "todo es casero, elaborado, y muchísima cantidad. Hay que parar los pies a los clientes porque piden tres tablas y no saben lo que es". Tablas de huevo frito con cebolla y jamón, o la de gula, o la de boloñesa con cuatro quesos, o de chanquetes. "Y piden mucho el calamar relleno, que sale mucho y tiene bastante elaboración". Del pulpo a la gallega a las carnes en parrilla, que descargan en parte la cocina, es uno de esos espacios que generan una clientela joven en el mundo rural, como es este enclave de Guadalcacín. "Las mesas se van contentas y esa es mi alegría".
"Hay fines de semana que nos vemos apurados para tanta gente", reconoce Hurtado. Mientras, siguen con personas en ERTE, algo prácticamente obligado, "prefiero hacer un esfuerzo mayor que sacarlos y tener problemas para pagar y acabar cerrando". Al 2021, por eso, le pide como todo el sector que no sea peor.
El año 2020, así, fue evidentemente mejorable. "Lo primero que preguntar al reservar es terraza", y tiene, por lo que, dentro de lo que cabe, tira hacia adelante, toda vez que a partir del verano el momento fuerte es el almuerzo. "Nos estamos adaptando a lo que se puede hacer. En un almuerzo, viendo el aforo, y después quizás de esperar fuera mesa, comen aquí unas 100 personas los fines de semana", explica, lo que da cuenta del amplio tamaño del local.
Sobre las restricciones, entiende que "la hostelería no es la que genera los contagios". Entiende, por ejemplo, que haya control en los abres de copas "si hay desmadre, pero por ejemplo no servir alcohol en una mesa de un restaurante, tranquilos, eso no es ningún desmadre, estás charlando igual". "Nosotros damos un servicio con distancia de seguridad, tenemos el alcohol de manos, y eso lo intentamos controlar, aunque hay gente con miedo, y eso echa para atrás. Hay gente que venía que lleva meses sin venir".
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