España ha vivido este verano la peor ola de incendios de su historia, una catástrofe que no solo ha arrasado miles de hectáreas de monte, sino que también ha impactado directamente en la ganadería y, en consecuencia, en los precios de la carne que pagan los consumidores.
Con la vuelta a la rutina en septiembre, los mercados de barrio y carnicerías han recuperado su actividad, pero los clientes se han encontrado con un panorama diferente: productos más caros, especialmente en los mostradores de carne.
Subidas semanales en carnicerías
“La ternera está subiendo algo cada semana”, explica un carnicero. Aunque las subidas parecen pequeñas —entre 3 y 6 céntimos por kilo en canal—, el impacto ya se nota en el bolsillo de los compradores.
La causa está clara: menos ganado, menos pasto y más costes. “Se ha quemado mucho monte, hay poco alimento natural y ahora mantener a los animales resulta mucho más caro”, añade el profesional.
Precios en niveles récord
El encarecimiento se refleja en cifras concretas. Un chuletón de 500 gramos en una carnicería gourmet del norte de España se vende por unos 17 euros. Un entrecot selecto para cinco comensales puede rondar los 36 euros, mientras que las piezas de especial maduración alcanzan precios solo aptos para los bolsillos más exigentes.
De acuerdo con estimaciones del portal agrario Campo Galego, la carne de vaca joven se ha encarecido en torno a un 10% en el último año, superando incluso la inflación general. Si retrocedemos un lustro, el incremento acumulado ronda el 60%, con picos máximos en vísperas de Navidad.
El fenómeno recuerda a lo ocurrido con otros productos básicos como el cacao, el café, el azúcar o el aceite de oliva, que también han visto dispararse sus precios.
Crisis con múltiples causas
Ganaderos y tratantes apuntan a un cúmulo de circunstancias que se remontan a la pandemia de 2020: el aumento de la demanda de carne roja durante el confinamiento, el sacrificio precoz de reses, y el golpe de enfermedades como la lengua azul o la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE).
Las cifras reflejan el impacto: la cabaña bovina ha caído en comunidades clave como Castilla y León (-5,5%) y Extremadura (-13%) en el último año, lo que ha reducido la oferta y tensionado aún más los precios.
Con este escenario, la carne de ternera se ha convertido en un lujo creciente para el consumidor, y el otoño se presenta complicado para un sector que sigue acumulando pérdidas mientras los precios al público baten récords históricos.
