San Ignacio de Antioquía —también llamado Teófanes o “Teófilo”— fue obispo de Antioquía en tiempos en que la Iglesia aún enfrentaba acentos de persecución y dificultades internas. Vivió a comienzos del siglo II y es conocido por su martirio en Roma, donde fue arrojado a las fieras como provocación pública contra los cristianos.
Pero su grandeza no radica únicamente en el modo en que entregó la vida, sino en cómo la vivió en los días previos: antes de su ejecución, fue llevado preso desde Antioquía hacia Roma. En esa travesía escribió siete cartas a comunidades cristianas (Efeso, Magnesia, Tralles, Roma, Filadelfia, Esmirna y a Policarpo), que han llegado hasta hoy como testimonios brillantes del fervor apostólico, la unidad eclesial y la centralidad de la Eucaristía. En ellas, Ignacio exhorta a los fieles a mantenerse fieles al obispo, afirma la identidad de Cristo —humano y divino— y advierte contra las herejías emergentes.
Ignacio consideraba su propia muerte como unión con Cristo: en una de sus cartas describe su destino, ante el clamor de los cristianos, de esta forma: “Soy trigo de Cristo; que los dientes de las fieras me muelan para que yo resulte puro pan de resurrección” (o fórmula semejante). Su camino hacia el martirio fue para él un acto de amor, no de sed de gloria. El Papa Clemente I le calificó como “Pan de Cristo”.
Su memoria sigue viva en la Iglesia como símbolo del valor que debe tener la fe en época de pruebas, y como modelo de obediencia eclesial, de comunión sacramental y de don total de sí mismo por Cristo y su Iglesia.
Otros santos y beatos conmemorados el 17 de octubre
- Beato Pedro Casani: religioso de la orden de las Escuelas Pías (píos escolapios), virtuoso docente y guía espiritual, venerado por su sencillez y entrega educativa.
- Beato Contardo Ferrini: laico italiano, profesor universitario y jurista, reconocido por su vida de oración, servicio a los pobres y testimonio cotidiano de integridad profesional y espiritual.


