San Delfín fue obispo de Burdeos en una etapa crucial de la historia de la Iglesia, cuando el cristianismo pasaba de la persecución a la consolidación pública. Vivió en el siglo IV y se distinguió por su fidelidad a la fe apostólica y su cercanía pastoral al pueblo cristiano, en un contexto todavía frágil y lleno de desafíos doctrinales y sociales.
Su figura está estrechamente vinculada a san Paulino de Nola, a quien acompañó espiritualmente en su proceso de conversión y discernimiento vocacional. Delfín supo ejercer su ministerio con prudencia, mansedumbre y firmeza, guiando a su comunidad con espíritu evangélico y profundo sentido de responsabilidad pastoral.
En la víspera de la Navidad, la memoria de San Delfín adquiere un significado especial: representa al pastor que vela, que espera con su pueblo la llegada del Señor y que prepara los corazones para acoger a Cristo. Su vida recuerda que la auténtica vigilancia cristiana no es pasividad, sino fidelidad cotidiana, servicio discreto y confianza en la promesa de Dios.
Otros santos y beatos celebrados el 24 de diciembre
Adán y Eva, nuestros primeros padres: Conmemorados tradicionalmente en esta fecha, como origen de la historia humana y punto de partida de la promesa de salvación que se cumple en el nacimiento de Cristo.
San Gregorio de Spoleto, presbítero y mártir: Testigo de la fe en tiempos de persecución, recordado por su valentía y perseverancia.
Santa Irmina de Tréveris, abadesa: Mujer consagrada del siglo VII, promotora de la vida monástica y de la caridad cristiana.
San Tarsicio, mártir (memoria en algunos calendarios locales): Joven romano que dio su vida por proteger la Eucaristía, símbolo de amor fiel y valiente a Cristo.
