San Juan de Kety nació en 1390 en Kęty, Polonia. Tras una brillante formación académica, fue ordenado sacerdote y ejerció como profesor de teología y filosofía en la Universidad de Cracovia. A pesar de su prestigio intelectual, llevó una vida austera, humilde y profundamente evangélica, convencido de que el verdadero conocimiento cristiano debía traducirse en amor al prójimo.
Destacó especialmente por su caridad incansable. Juan de Kety compartía cuanto tenía con los pobres, hasta el punto de quedarse sin lo necesario para sí mismo. Se cuenta que, si encontraba a alguien necesitado, no dudaba en despojarse de su abrigo o de su comida para aliviar su sufrimiento. Para él, el estudio y la enseñanza no tenían sentido si no conducían a la misericordia.
Fue también un hombre de profunda vida interior, penitente, orante y fiel al sacramento de la confesión. En sus viajes académicos y pastorales vivió con sencillez extrema, siempre atento a los marginados, los enfermos y los peregrinos. Murió en 1473, dejando fama de santidad y un testimonio luminoso de coherencia entre fe, inteligencia y amor concreto.
San Juan de Kety representa al cristiano que entiende la sabiduría como servicio y la fe como entrega diaria. Su figura es especialmente significativa en los días previos a la Navidad, cuando la Iglesia invita a preparar el corazón con obras de caridad y gestos de misericordia.
Otros santos y beatos celebrados el 23 de diciembre
San Servulo, mártir: testigo de la fe en los primeros siglos del cristianismo, recordado por su fidelidad hasta la muerte.
San Teódulo, mártir: cristiano antiguo que dio su vida por confesar a Cristo en tiempos de persecución.
San Víctor de Marsella, mártir: soldado romano convertido al cristianismo, ejecutado por negarse a renegar de su fe.
Beato Hartmann de Brixen, obispo: pastor medieval comprometido con la reforma eclesial y la atención a los pobres.
