En toda la cristiandad el 29 de junio se celebra la gran solemnidad de san Pedro y san Pablo —día que en Roma se considera también ‘el día del Papa’ por la sucesión petrina—, pero la liturgia coloca a san Pedro en un lugar preeminente como primer testigo y garante de la unidad eclesial.
Pescador de Betsaida y hermano de Andrés, Pedro fue llamado por Jesús a “hacerle pescador de hombres”. Tras confesar a Cristo como Mesías recibió el nombre de Kêfâ (piedra) y las ‘llaves del Reino’, signo de autoridad que hoy figura en el escudo pontificio.
El Evangelio muestra su camino de luces y sombras —la triple negación, el llanto, la rehabilitación en el lago de Tiberíades— hasta su martirio en la colina vaticana, probablemente hacia el año 67, bajo Nerón. Sus restos reposan bajo la actual Basílica de San Pedro, centro de peregrinación universal.
Un apóstol inseparable: san Pablo
Compartiendo la fecha, san Pablo de Tarso es recordado como ‘apóstol de los gentiles’. Convertido en el camino de Damasco, recorrió el Mediterráneo fundando comunidades y dejó trece cartas que son pilar del Nuevo Testamento. Murió decapitado en la Via Ostiensis, también hacia 67 d.C.
Otros santos y beatos
- San Casio de Narni (†558). Obispo de Narni (Italia) en el siglo VI, fue conocido por su vida austera, su amor por la Eucaristía y su generosidad con los pobres.
- San Siro de Génova (siglo IV). Considerado el primer obispo histórico de Génova. Según la tradición, evangelizó la región de Liguria y es recordado por haber protegido a la ciudad de una peste mediante sus oraciones y ejemplo de fe.
- Santa Emma de Gurk (†1045). Condesa de origen noble que, tras enviudar, dedicó su vida a la caridad y a la fundación de iglesias y monasterios.
- San Paulo Wu Anjyu y compañeros mártires (†1900). Durante la persecución en China de la rebelión bóxer, San Paulo Wu Anjyu fue martirizado junto a su nieto Juan Bautista Wu Mantang y su sobrino Paulo Wu Wanshu por no renegar de su fe. Ese mismo día murieron Santa María Du Tian y su hija Magdalena Du Fengju, descubiertas rezando el rosario. Canonizados en 2000, son símbolo de la fortaleza cristiana.