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Una visita al Servicio Andaluz de Empleo es algo que nadie debiera perderse, sobre todo si aún conserva su puesto de trabajo y quiere saber cómo se vive al otro lado. Es una experiencia especialmente indicada para Rajoy, defensor de los brotes verdes y del maná de la recuperación económica; para Bañez, esa ministra insulsa que confía su gestión a la Virgen del Rocío, y también para la alcaldesa Pelayo, devota de Escrivá de Balaguer como paradigma de la proyección turística de Jerez en el cielo, y de la reforma laboral como instrumento de ejecución arbitraria de los trabajadores.

Dudo que esos personajes acudan a estos lugares tan lejanos de sus privilegiados patrones de vida, pero si lo hicieran podrían comprobar que allí las miradas son esquivas, y que quienes esperan hasta ver su nombre en la pantalla para entregar los papeles, tiñen con sus ojos el aire de rabia y de tristeza. Es raro que aparezca un halo de ilusión en ese espacio reservado a las víctimas de estos gobernantes desalmados, que actúan al dictado de un sistema económico podrido y corrupto.

Mayte sabe mucho de cómo se las gastan quienes, amparados en leyes a la medida de su avaricia, actúan de “negreros” del mercado laboral. Hace unos pocos días acudió a una entrevista para trabajar en una conocida franquicia de panadería en Jerez. Le propusieron una jornada desde las 6,30 a 15,30 horas, de lunes a domingo, por 500 euros al mes. Dice que al principio creyó que era una broma con cámara oculta, hasta que comprendió que le ofrecían un empleo lo más parecido a la esclavitud: cincuenta y cuatro horas a la semana, sin derecho a vacaciones ni festivos y asumiendo de su bolsillo las barras de pan y los pasteles fabricados y no vendidos…
Cuando meto el dedo en esa llaga no he tenido noticias de que la Inspección de Trabajo haya actuado de oficio tras el escándalo nacional de la noticia
adelantada por este medio digital, y la ola de indignación que ha levantado entre toda la gente honesta. Si Mayte, que tiene un hijo y sobrevive con una ayuda de 400 euros, hubiese aceptado el empleo ya no aparecería en las estadísticas del paro, pero engrosaría la de las esclavas con trabajo.

Este país se está convirtiendo en un inmenso lodazal dirigido por un Gobierno títere que legisla al servicio de una élite que se asfixia en sus privilegios y riquezas. Cuando oímos estas informaciones sentimos que todos somos Mayte y que es preciso gritarlo fuerte ahora que, con el dinero que nos roban, salen a las calle con sus inmensos aparatos de propaganda prometiendo de todo y comprando votos a espuertas para perpetuarse en alcaldías, diputaciones y ministerios.

Si la indignación solo queda en estas palabras y en las trincheras de Facebook y Twitter no habremos avanzado nada. Es preciso ir más allá en la manifestación del descontento y plasmar el cabreo colectivo en la democrática decisión de votar que se vayan. El día 24 de mayo tendremos la primera oportunidad de pasar a la acción. Entretanto, agradezcamos a La Voz del Sur la defensa del periodismo libre, que denuncia estos abusos del poder y que publica lo que no quieren que leas ni que veas. Y demos las gracias también a Mayte por haber dado una lección de valor, coraje y ciudadanía. Yo también soy Mayte.

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