Zoido, en una imagen de archivo.
Zoido, en una imagen de archivo.

Dice el delegado del Gobierno en Andalucía y presidente del Partido Popular en la provincia de Cádiz, Antonio Sanz, que la Junta utiliza electoralmente la seguridad, a raíz de los tristes sucesos acaecidos en La Línea de la Concepción. Pues sí. Igual que lo fue el espectacular despliegue organizado por la presencia del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido en San Roque y La Línea el pasado lunes, y repetir hasta la saciedad todo lo que el Gobierno ha dado al municipio linense y lo que a la Junta le queda por aportar en vez de buscar soluciones. Seré yo, que no me aclaro con el concepto de electoralismo.

Desgraciadamente para los ciudadanos, en eso se ha convertido la política, en una lucha entre partidos que miran primero por sus intereses. Esto es algo que hacen todos los partidos; cada declaración, cada actuación, tiene un fin electoralista. Y para las municipales queda poco más de un año, así que eso es lo que nos espera hasta entonces.

Si Junta de Andalucía y Gobierno se hubiesen preocupado por el bienestar de La Línea, hace ya mucho tiempo, años, que se hubieran sentado frente a frente, cara a cara, y habrían trabajado en común un plan que mejore la preocupante situación del municipio, en vez de utilizar la ciudad como arma arrojadiza de sus disputas politizadas. Por desgracia esto de la droga y el contrabando no es nuevo, así que tiempo han tenido. No son hechos puntuales, como quieren hacernos ver.

La actitud de PP y PSOE me resulta bastante preocupante, incluso vergonzante, en este asunto. Llevan días bombardeando con comunicados los buzones de los medios, y sus representantes no cesan de hacer declaraciones que no solucionan nada, más bien sirven para seguir enfangando el campo de batalla en el que han convertido las calles de La Línea.

Policía y Guardia Civil, entre tanto, se dedican a hacer lo que saben, perseguir a los narcos con los pocos y obsoletos medios de los que disponen, jugándose literalmente la vida por un sueldo que está por ver en cuánto se mejora, si es que se cumplen los compromisos políticos. Sólo ellos y los ciudadanos ponen cordura en un asunto que para otros significa un puñado de votos.

Desde junio de 2017 se reúne semanalmente una mesa de seguridad en La Línea, con el Ayuntamiento y Subdelegación del Gobierno como principales protagonistas. Entiendo, no tengo la certeza, que a la Junta no se le invitó a participar en un principio, y ha sido ahora cuando el ministro Zoido ha cursado la invitación. Si el principal problema no es la seguridad ya que son hechos puntuales, siempre según Zoido, ¿porqué no se constituyó primero la mesa de trabajo que, dicen, ahora se va a poner en marcha? ¿Porqué no se invitó a la Junta en junio si como ahora nos repiten hora tras hora el 80% de las competencias dependen del ente autonómico? Para mi la respuesta es obvia, y me arriesgo a decir que no me equivoco.

La responsabilidad es compartida, eso es obvio. No se trata sólo de un problema de seguridad, aunque ahora sea el más urgente. La Línea y el Campo de Gibraltar han estado abandonados desde hace años, y la solución que ahora se decida no dará sus frutos de manera inmediata. Y está por ver que lleguen a acuerdos, menos aún con las elecciones a la vuelta de la esquina.

Más partidos, menos diálogo

La aparición de nuevos partidos auguraba una etapa de diálogo, necesario para llegar a acuerdos y, en definitiva, hacer política. Pero no. Con más comensales a la mesa, el pastel ha menguado notablemente y resulta imposible llegar a consensos imprescindibles para la mejora de la vida de los ciudadanos, incluso en temas tan relevantes como la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.

El ascenso que las encuestas dan a Ciudadanos ha encendido las luces de emergencia en el PP, que tiene en el blanco de su diana al partido de los naranjitos, como el siempre excesivo Rafael Hernando denominó, con bastante sorna, a los de Albert Rivera. Antes se ignoraba a Ciudadanos, igual que se hizo con UPyD, pero ante el peligro real que supone han cambiado la estrategia. A por ellos, debe ser el grito de guerra.

Mientras, los presupuestos sin aprobar. Más guerra política. Un asunto en el que me atrevo a decir que finalmente se llegará a un acuerdo. Pero quién sabe cuándo; la liturgia política establece que hay que interpretar una lucha para finalmente entrar por el aro. Pasarán meses para alcanzar un consenso que podría lograrse hoy mismo si no se tuviera en cuenta la estrategia política, esa que pone por delante los colores del partido antes que el beneficio de la población.

Trabajen por los ciudadanos, señores políticos, y olviden las encuestas y los cálculos electorales. A muchos de ustedes les votamos para eso, y a otros ni tan siquiera les votamos. Pero a unos y a otros les exigimos que olviden la demagogia y se ganen el sueldo. Que no haya que lamentar ninguna desgracia por su pasividad.

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