Marx y su opio no dejan de ser unos inventores retardados, bisoños aprendices de Augusto o Claudio, que varios siglos antes ya sabían lo que se cocía.
En mi anterior artículo escribía que ya estaba aquí la Navidad: una manera de consolarnos del hecho de que bajan las temperaturas, se acaba el verano y comienza la vuelta al cole y el trabajo. Parecía una hipérbole, pero se acaba de anunciar en Jerez que la próxima Feria del Caballo será del 13 al 20 de mayo. Una estrategia que ya usaban los emperadores romanos, conscientes de que el pan y circo es lo mejor que se ha ideado para distraer al pueblo de sus problemas.
Marx y su opio no dejan de ser unos inventores retardados, bisoños aprendices de Augusto o Claudio, que varios siglos antes ya sabían lo que se cocía. Porque a primera vista, aunque esté totalmente institucionalizado, no deja de ser un poco raro que apenas nos acabemos de librar de las tórridas temperaturas de la temporada estival, ya estemos hablando -y pensando- en la Feria del año que viene.
Pero bueno, todo sea por distraerse de que la vida sigue igual y de que al final esta maldita crisis no se acaba nunca. De que la mayoría de nuestras vidas continúan en una monotonía semejante a como empezaron hace un año, cuando el otoño marcaba el inicio de otro eterno retorno.
¿Acaso se terminarán las protestas de los violentos sindicatos municipales? ¿Conseguirá el Ayuntamiento situar a Jerez en el mundo y relanzar el centro histórico? ¿Mejorarán las cifras del paro y se encauzará la deuda municipal? Seguramente no. Pero el año que viene tendremos una Feria para comérsela. De cabo a rabo. De sábado a sábado.
