...Y vino la mujer

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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En el campo empresarial, hoy en día hay una larga lista de bodegas lideradas por mujeres. 

El mundo del vino tradicionalmente ha sido eminentemente masculino. Aunque la presencia de la mujer estaba ahí, la mayoría de las veces quedaba en un segundo plano.

Fue Francia quien vio despuntar a las primeras mujeres en este campo: la Viuda de Cliquot, que a la muerte de su marido llevó a lo más alto su marca de Champagne, mejorando incluso el método champenoise, al idear el degüelle como forma de retirar los restos de la fermentación que permanecían en la botella, Jean Alexandrine Pommery, que impulsó el gusto por los champagnes brut (sin azúcares añadidos), Elisabeth Bollinger, etcétera, etcétera. Pero algo tenían en común: todas ellas eran viudas, así que, de alguna manera, las circunstancias las forzaron a tomar el protagonismo, dejándonos la duda de si la historia de estas marcas habría sido la misma si sus maridos hubiesen estado al frente…

Esa situación está cambiando, ha cambiado en realidad.

En el campo empresarial, hoy en día hay una larga lista de bodegas lideradas por mujeres. Por citar alguna, Pilar Plá (Bodegas Maestro Sierra), Xandra Falcó (Dominio de Valdepusa) y Victoria Pariente (Bodegas José Pariente) entre otras.

En el terreno profesional, cada vez es menos extraño encontrar mujeres ejerciendo profesionalmente como enólogas y como sumiller. El camino abierto por ellas, Eva Plazas (Enóloga Vilarnau), Reyes Gómez (Enóloga Sánchez Romate), María José Vázquez (nariz de oro 2009), Gemma Vela (mejor sumiller 2014)...y muchas más, sin duda, ha facilitado mucho las cosas a las que hemos llegado después…

Y no es sólo que haya cada vez más mujeres bodegueras, enólogas y sumilleres, es que también ha aumentado el número de compradoras y de consumidoras.

De hecho, el colectivo femenino es uno de los nichos de mercado en continuo crecimiento. Así, el Observatorio Español del Mercado del Vino dedicó hace cierto tiempo uno de sus estudios a este tema, bajo el título La mujer y el vino en España.

Con base en este estudio, se concluye que la mujer jugará un papel clave en la recuperación del consumo de vino en España. Aún no llegamos a esta cifra, pero en Estados Unidos, los compradores de vino son mujeres en un 80% de los casos.

Entre las conclusiones curiosas a las que se llegaba en aquel estudio, está el dato de que, frente a la creencia generalizada de sus preferencias por los vinos blancos o rosados, 6 de cada 10 mujeres se decantan por el vino tinto. Hay otros estudios que concluyen que el mito de que las mujeres prefieren los blancos sigue siendo válido. Todo ello nos hace preguntarnos si verdaderamente a las mujeres les gustan diferentes vinos que a los hombres.

No parece que haya grandes diferencias como consumidores. Sí que las mujeres tienen en cuenta más factores a la hora de elegir un vino y cuidan más de que el consumo realmente sea moderado, por salud y por estética. También se muestran, en general, con menos prejuicios para probar cosas nuevas, investigar, arriesgarse o dejarse asesorar (es bien conocido como rasgo masculino el negarse a preguntar direcciones cuando están perdidos…).

Pero, indudablemente, independientemente de las diferencias que pueda haber entre hombres y mujeres, o incluso dentro de cada colectivo (lógicamente, no todas pensamos ni actuamos igual y a ellos les pasa lo mismo), a la hora de compartir un vino, en casa o en el restaurante, lo importante es buscar la complicidad del otro y disfrutar del momento.

Bebe la vida, vive el vino.

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