Con toda seguridad Madrid no es El Cairo, ni la calle Ferraz es la plaza El Tahrir, pero hubo quienes pretendieron celebrar su particular “primavera árabe” en los inicios del otoño madrileño.
Con toda seguridad Madrid no es El Cairo, ni la calle Ferraz es la plaza El Tahrir, pero hubo quienes pretendieron celebrar su particular “primavera árabe” en los inicios del otoño madrileño aprovechando la celebración del Comité Federal del PSOE en el que dos maneras distintas, probablemente las dos legítimas, de entender el presente y futuro del partido dirimían sus diferencias. Con total seguridad ni Sánchez era Mubarak ni “los críticos” eran los Hermanos Musulmanes de Morsi, pero hubo quienes trabajaron durante días para que así pareciera y la calle Ferraz se convirtiera por un día en nuestra particular plaza El Tahrir.
Hay quienes dicen que todo fue casual y espontáneo, hay quienes piensan que fue una maniobra orquestada desde el marxismo-luenanismo imperante en el aparato de Ferraz, sea como fuere, lo cierto es que brindamos un espectáculo lamentable y claramente no deseado por ningún socialista que sienta “los colores” de nuestro partido. Y lo que pretendió ser una primavera terminó siendo un otoño, el otoño del patriarca, que no podía terminar ya sin la dimisión de Pedro Sánchez y lo que por entonces quedaba de su ejecutiva. En política, como en tantas cosas en la vida, si juegas corres el riesgo de perder, y eso, sencillamente eso, fue lo que ocurrió en aquellas doce horas que muchos quisieron convertir en el inicio de toda una vida eterna y a la resaca en las redes sociales me remito como prueba de lo que digo.
Los términos “revolución Twiter” y “revolución Facebook” fueron acuñados gracias a los acontecimientos que sacudieron el mundo árabe entre finales de 2010 y los primeros meses de 2011. Los movimientos online se combinaron con las manifestaciones “fuera de línea” convirtiéndose en un instrumento de cambio. Esa estrategia de lucha con la utilización de las RRSS como instrumento previo para la canalización del descontento tampoco es extraña a la sociedad española con el 15M y aquellos movimientos reiterados de “rodea el Congreso” que sembraron la semilla del podemismo hoy vigente. Pero en Ferraz quedó deslucido, probablemente porque quienes allí fueron convocados, no lo fueron para cambiar sino más bien para “resistir” y eso desnaturalizó toda la arquitectura que Internet es capaz de mantener.
Pero a día de hoy la estrategia persiste, eso sí, bastante más amortizada. Bajo distintos movimientos “online”, llámese #MilitantesenPie, #NoesNo, y otros eslóganes de parecido contenido, continúa una “manifestación en línea” que pretende ganar en las redes sociales lo que democráticamente perdieron en el órgano máximo del partido entre ongreso y ongreso. Resulta cuando menos sorprendente ver en estos días como hay militantes del partido que comparten en Facebook o en Twiter artículos publicados por medios vinculados a la extrema derecha con tal de mantener encendidas las cenizas de lo que pudo haber sido y democráticamente no fue. Resulta patético que en esas mismas redes sociales se utilice el resultado excepcional de una asamblea favorable a sus tesis para elevarlo a la categoría de lo absoluto. Conmigo, que como bien se sabe discrepo en el fondo y en la forma de estos compañeros y compañeras que si embargo gozan de todos mis respetos, que no cuenten para cambiar las reglas en la prórroga del partido. Yo, como militante de base y también, porqué no, como cargo público que cada día trabajo para cumplir nuestro compromiso con la ciudadanía, quiero ser consultado cuando legalmente corresponda y no cuando las urgencias tacticistas de algunos me lo impongan.
Y es que en estos días no dejo de hacerme algunas preguntas, cuyas respuestas conozco, que me llevan a considerar incoherentes las propuestas compartidas por algunos compañeros y compañeras, por ejemplo de la ciudad de Cádiz. ¿Cuándo se consultó a la militancia la decisión de votar a favor de la investidura de José María González, conocido popularmente como Kichi, para la alcaldía de la ciudad? Que yo sepa, nunca. ¿Cuándo consultó el compañero Iceta a la militancia del PSC la decisión de entrar en el gobierno de Ada Colau? Que yo sepa nunca. Y así podríamos continuar, pero para qué seguir, con estos dos botones de muestra es suficiente para confirmar la sinrazón de algunos planteamientos de quienes mueren por un minuto de gloria, como ese compañero que confunde partido con institución en su avatar de Twitter y que en ocasiones no sé bien si es el hombre de Twitter en el Psoe o por el contrario el hombre del partido en Twitter, pero de lo que si estoy seguro es de que siempre juega a Jun per No cuando del salto a la fama se trata.