Misterioso caso en el EcoJerez

Este supermercado jerezano albergó un enigmático caso relacionado con una llamada telefónica… imposible

Misterioso caso en el EcoJerez.
09 de septiembre de 2025 a las 07:20h

La historia del famoso y desaparecido supermercado de nuestra ciudad, EcoJerez, quedó grabada a fuego en la memoria de los jerezanos. Este comercio, pionero en Andalucía, fue fruto del trabajo desempeñado por los hermanos Muñoz Torrado (Manolo, Ricardo y Pepe), los cuales consiguieron establecer un nuevo concepto, algo muy diferente y novedoso en cuanto a centros comerciales.

El periodista de este medio, Paco Sánchez Múgica, publicó en abril de 2022 una maravillosa entrevista al ya fallecido Ricardo, en el que desgranaba la historia de los comienzos de los hermanos como empresarios, hasta la apertura en marzo de 1977 de dicho establecimiento en la por entonces conocida como avenida Fernando Portillo, actual avenida de Europa. Tal vez, sus antiguos trabajadores tengan muchas anécdotas que contar. Hoy os traigo una de ellas, la cual escapa de toda lógica. 

José María, de quien os vengo hablar, es trabajador actual del centro comercial Carrefour Norte, cuyas instalaciones sirvieron también para albergar el desaparecido Pryca, y anteriormente, EcoJerez, donde nuestro protagonista, a mediados de los años noventa tuvo una experiencia un tanto… imposible.

Aparición tras un tiempo sin noticias

«Por aquellos años, sobre 1995, la telefonía móvil era algo incipiente, que estaba naciendo como industria a nivel usuario y, por lo tanto, no todo el mundo tenía un dispositivo como hoy día. Yo por aquel entonces era líder sindical, y, por lo tanto, el encargado de organizar reuniones con los trabajadores cada cierto tiempo en el centro comercial donde desempeñaba mi puesto, EcoJerez. 

Pero antes de continuar, tengo que contarte algo muy importante en esta historia, y es que, resulta, que hice buenas amistades con un compañero de otra sección diferente, el cual se llamaba Miguel. Coincidíamos tan solo a la hora del desayuno o la merienda en el bar, pero eso nos bastaba para charlar y pasar un buen rato, que, por cierto, se hacía corto. Pero resulta que a Miguel se le terminó el contrato, y ya no volvimos a vernos por allí. Le perdí la pista por completo. Me dio mucha lástima, pero a veces las cosas son así.

Un antiguo teléfono.

Lo cierto es que, pasado el tiempo, me dijeron que Miguel enfermó y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente, que se habían enterado. Claro, yo empecé a preguntar a los compañeros por si alguien tenía el teléfono de Miguel, para llamarlo y preguntarle como estaba. Pero nadie lo tenía, absolutamente nadie. Pasaron unas semanas, y resulta que me disponía a organizar una reunión con los trabajadores, y, sentado frente al teléfono, saqué la agenda y comencé a marcar en orden a todos y cada uno de los trabajadores. Llamé al primero de la lista, y tras descolgar, lo cité un miércoles a las diez de la mañana. Llamé al segundo, y lo mismo. Pero cuando llamé al tercero, y al decir su nombre, esa voz, que me sonaba muy familiar, me dijo que me había equivocado. Claro, y es que resulta, torpe de mí, que me equivoqué en la marcación. Ahora te detallo esa equivocación. Lo cierto es que cuando ese interlocutor continuó hablando, reconocí la voz de… Miguel»

La conversación continuó...

Vayamos por partes, por si algún lector se ha perdido. José María estaba llamando uno a uno a los trabajadores que figuraban en su agenda, pero, sin saber por qué (después lo supo), llamó al teléfono de Miguel. No se trataba de alguien con la voz parecida, sino de su antiguo compañero de trabajo. Y su conversación continuó. Esto fue lo que le dijo Miguel al otro lado de la línea:

«Vamos a ver José María, es totalmente imposible que me hayas llamado, porque ayer mismo me compré este teléfono móvil y aún nadie tiene mi número. No se lo he dado a nadie. ¿Cómo es posible?».

Miguel no daba crédito. José María tampoco. Yo como espectador del caso cuando me lo relató, menos aún. Imagino que vosotros, los que leéis estas líneas, os resultará difícil de creer. Pero, ¿cómo ocurrió?

«Mira Adrián, yo tenía mi lista de contactos. Llamé al primero y todo bien, al igual que al segundo. Pero resulta que, cuando llamé al tercero, cometí una equivocación, y es que mezclé los seis primeros dígitos del tercero de la lista, con los tres últimos del cuarto, y, como resultado, dio el nuevo número que había adquirido Miguel el día anterior, y que aún nadie tenía. Casualidad pura y dura. Ya luego seguimos charlando y, aunque de una manera extraña, nos alegró volver a encontrarnos, aunque fuera a través de una misteriosa llamada telefónica».

Una mezcla de dígitos que resultaron ser el nuevo número de Miguel. ¿Cuántas combinaciones de números son posibles? La cantidad es abrumadora sin lugar a dudas, pero fuera lo que fuera, enigmáticamente, José Mari y Miguel se reencontraron. 

¿Casualidad? Quien sabe. Lo cierto es que a veces los extraños hilos del destino se entrecruzan de una manera que no llegamos a entender del todo y nos dejan casos como el de José María, con una llamada telefónica que, si lo pensamos bien, nunca tuvo que producirse. ¿O sí?