Un milagro que le salvó la vida

El lugar elegido fue la población gaditana de Chiclana de la Frontera, concretamente en las cercanías del poblado de Sancti Petri

Un milagro que le salvó la vida.
16 de septiembre de 2025 a las 23:25h

A este caso, y a este testigo en particular, le tengo mucho cariño. Tal vez porque fue uno de los primeros Expedientes X que conté en mis andanzas radiofónicas, cuando presentaba el podcast El Lado Oculto, donde di mis primeros pasos en esto de la divulgación de temas que se salen de lo común, de lo ordinario. La voz del testigo se quedó impregnada en mi grabadora, y mis oídos no daban crédito a aquella historia que cabalgaba entre lo increíble y lo milagroso.

Nos remontamos al verano de 1990. La vida era muy diferente por aquel entonces, y muchos de los lectores recordarán esas acampadas de familias numerosas que, como inquisidores en tierras americanas, realizaban en las costas de nuestro país casi a pie de playa. Plantaban sus banderas en forma de grandes tiendas de campaña, y no eran pocos los portes que el cabeza de familia tenía que realizar para que no faltase de nada, ya que la estancia se prolongaba casi todo el verano, donde sobre todo los niños veían el paraíso terrenal al despertar cada mañana con el olor de la mar y del campo a sus espaldas. Nuestro protagonista y jerezano, Diego, aquel verano hizo lo propio junto con su familia, donde no faltaban cuñados, cuñadas, suegros, suegras, sobrinos, sobrinas, hermanos… en fin, una odisea de la que solo quedan recuerdos, puesto que la ley medioambiental prohíbe desde hace años realizar este tipo de acampadas en estos lugares. 

El lugar elegido fue la población gaditana de Chiclana de la Frontera, concretamente en las cercanías del poblado de Sancti Petri. Diego, cada mañana partía para su trabajo en su vehículo, con la esperanza de pasar la jornada lo más liviana posible y antes del atardecer, regresar de nuevo con los suyos, con su mujer, sus hijos y toda la familia. Cierto día, salió bastante temprano con su coche, el cual tenía colocada una rueda de repuesto por un pinchazo que sufrió el día anterior. Aquella atípica mañana de verano el cielo estaba más nublado de la cuenta, y por el camino comenzó a caer una leve llovizna. Ya en carretera, Diego notó una pequeña vibración en la parte trasera, y en cuestión de segundos, perdió el control del coche, precipitándose de frente contra un gran árbol situado a escasos metros del arcén. El vehículo impactó y Diego quedó inconsciente por completo. 

Y en su testimonio, me describía lo siguiente:

«El coche se me fue de las manos y me estampé contra un árbol, debido sobre todo a la lluvia que mojaba el asfalto, que hizo patinar la rueda de repuesto, que era más pequeña que las demás. No sé qué tiempo transcurrió, pero lo primero que recuerdo tras el accidente, fue verme atrapado entre el asiento y el volante de tal manera que no conseguía aire para mis pulmones, y notaba que la vida se me iba. Intenté abrir una de las ventanillas para que entrara algo de aire en el vehículo, pero fue en vano. No tenía ni fuerzas, ni movilidad, puesto que el coche tras el golpe, quedó como un acordeón».

 Por desgracia, nadie se hallaba por la zona a esas horas tan tempranas. Diego se temía lo peor, y una gran angustia comenzó a apoderarse de él. Pero hubo alguien que, sorpresivamente, lo ayudó.

«Vi a una mujer rubia, con el pelo largo, y vestida de blanco, la cual se acercó y abrió la puerta del vehículo. Me agarró por los hombros y comenzó a tirar fuertemente hacia fuera, de tal manera que, en cuestión de segundos, logró sacarme de ese infierno en el que me vi atrapado. Me dejó caer en el suelo con la espalda recostada en la puerta trasera, y de nuevo, perdí la consciencia».

La siguiente escena transcurre en la habitación de un hospital, donde Diego despierta de su letargo. En aquella cama, se vio rodeado de dos guardias civiles que comenzaron a preguntarle por su estado de salud, pero Diego, lo primero que hizo fue preguntar por aquella mujer que le ayudó a salir del coche. La pareja se miró con cara extrañada, alegando que cuando pasaron por el lugar, lo encontraron sentado en el suelo en estado inconsciente y que nadie más se hallaba en los alrededores. Pero Diego insistía una y otra vez en que quería ver a esa mujer, que tenía que agradecerle lo que hizo por él. Los guardias civiles, tras tomarle declaración, fueron a buscar a los familiares para notificarles el accidente. Llegaron al hospital, y finalmente todo quedó en un gran susto, que pudo ser una auténtica tragedia, puesto que cuando vieron el estado en el que quedó el vehículo, no se explicaron como salió con vida. 

Pero… ¿Quién era aquella extraña mujer? Lo más normal, ante una situación de este tipo, es que la persona que socorra a una víctima de accidente, permanezca en el lugar hasta que lleguen las autoridades, algo que como pensaréis, es lo más lógico y normal. Pero aquella mujer se esfumó. Llegó, ayudó y desapareció. Diego tiene una opinión muy particular, o más bien, una convicción:

«No tengo duda de que aquella mujer fue un ángel de la guarda que se presentó en ese justo momento para ayudarme, en un momento en el que yo sentía que se me iba la vida, que era el final. Jamás lo olvidaré. No se qué habrá después de la muerte, pero estoy seguro de que hay algo más, y sobre todo, que hay ángeles guardianes que en algunos momentos de nuestra vida velan por nosotros».

No son pocos los casos donde personas que en una situación límite, se han visto socorridas por entidades desconocidas que les guían hacia la supervivencia, ya sea indicándoles un camino seguro, o directamente, como hemos visto en el caso de Diego, sacándolas del lugar donde corren peligro. Un fenómeno conocido como El tercer hombre, aunque desde siempre se les ha conocido, y como nuestro testigo la llegó a denominar, un ángel de la guarda. 

¿Puede nuestra mente proyectar ante un caso de este tipo, una figura que incluso pueda interactuar con nosotros y salvarnos la vida? Sin lugar a dudas, la mente puede hacer cosas increíbles, en eso estaremos de acuerdo, aunque en este caso, la evidencia nos hace pensar qué quizás, existan entidades que nos protejan de un modo u otro, que están ahí para protegernos.