Jesús Aguirre. Consejero de Salud y Familias.
No debería de ser excepcional, pero desgraciadamente hoy por hoy lo es. El pasado viernes, en la Diputación Permanente del Parlamento de Andalucía, compareció para dar cuentas de su gestión de la crisis sanitaria por el coronavirus en la comunidad y, ante todo, pidió perdón por lo errores que pudieran haberse cometido o por no haber hecho más para aminorar el impacto de la pandemia en la región andaluza. De su muestra de humildad, que parece sincera a tenor de que estamos ante un político muy poco político, muy alejado de todo perfil político impostado o de lo que se conoce como políticos profesionales, bien podían tomar nota muchos representantes públicos que, aparte de que han encarado la crisis como si jugaran con recursos que no son de todos, han adolecido de una falta total de humildad y encaje de las críticas y los errores ante una crisis para la que, como el propio Aguirre admitió, "nadie estaba preparado".
Jorge Mario Bergoglio. El Papa Francisco
La máxima institución de la Iglesia católica llama a la calma y, ante la petición de muchos creyentes de volver a los templos en pleno estado de alarma, cuando la curva de contagios aun no se ha aplanado, insta a los fieles a “redescubrir la belleza de rezar el rosario en casa”. “Las restricciones de la pandemia nos han obligado a valorizar esta dimensión doméstica también desde un punto de vista espiritual”, ha apuntado esta semana el Papa en una carta en la que ha pedido que se aproveche el mes de mayo para “contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María”, lo que a su entender “nos ayudará a superar esta prueba”. Francisco dice que anunciar la Palabra de Dios no “significa hacer proselitismo, como si se estuviera en un equipo de fútbol o se fuese una sociedad de beneficencia”, para él “se trata de revelarla con el propio testimonio y a través del servicio, para que el Espíritu Santo pueda actuar en la gente que nos ve y escucha”. Unos días antes, el Sumo Pontífice citó a “los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado", mostrándose a favor de “pensar en un salario universal" que dignifique las "nobles e insustituibles tareas que realizan" y haga realidad "esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos".
Donald Trump. Presidente de Estados Unidos.
Su forma frívola e irresponsable de gobernar una de las naciones más poderosas e influyentes del mundo ha alcanzado esta semana límites inimaginables al sugerir que el coronavirus se podía atacar inyectando desinfectante en los pacientes. Sus palabras, que desgraciadamente trascienden y tienen eco e impacto en cientos de miles de personas, han provocado que un centenar de estadounidenses hayan tenido que ser ingresados después de ingerir lejía o detergente siguiendo las recomendaciones de su presidente. Todo un ejemplo de lo que jamás debería llegar a presidir ni una comunidad de vecinos. Y todo un ejemplo también, el suceso inmediatamente posterior a sus consejos, del perfil de parte de sus votantes.
Mariló Montero. Presentadora de Canal Sur
La presentadora, que ha vuelto a la cadena pública andaluza con la llegada del Gobierno de PP y Cs en la Junta de Andalucía, ha criticado esta semana la huelga anunciada por trabajadores de Canal Sur, que critican la imposición de criterios políticos a la hora de elaborar las informaciones, principalmente. Montero ha regresado a la televisión pública sin mediar concurso ni prueba objetiva, como le recuerda una trabajadora de Canal Sur, que además añade que el programa que presenta tiene índices de audiencia muy por debajo de la media de Canal Sur. No es la única polémica que ha protagonizado esta semana Mariló Montero, ya que también ha entrevistado como experto político a un miembro de la empresa de su hijo, realizando una clara promoción de la compañía desde la cadena pública, algo que le han recriminado trabajadores de la cadena y muchos espectadores.
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