El 4 de diciembre es el día nacional de Andalucía porque más de un millón de andaluces salieron en 1977 a las calles pidiendo estatuto de autonomía en las mismas condiciones constitucionales que le iban a ser otorgadas a Galicia, Euskadi y Cataluña. Fue un acto popular constituyente, el pueblo cultural que somos afirmó su carácter indeleble de pueblo político. Así condición, por sí, los pueblos y la humanidad, el actual mapa autonómico del estado.
El pueblo andaluz, que en los estertores del régimen franquista tenía en la emigración a más dos millones de personas, se echó a la calle para exigir ser en materia de soberanía política como el que más. Lo consiguió, dos años y tres meses después, ejerciendo el derecho a decidir en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Ningún pueblo de la España plurinacional ha conseguido su reconocimiento mediante el voto popular.
Si lo olvidamos, como pretendió el PSOE una vez que se hizo con el control político de Andalucía en los años ochenta del pasado siglo, o lo convertimos en un pastiche folclórico, como hace el Partido Popular para vestirse de andaluz con la bandera y arrodillar nuestro poder político a intereses externos, estaremos condenados a la colonización permanente, la precariedad laboral, la emigración, en estos tiempos cualificada, y la desigualdad estructural de clase y de género, consecuencia de un modelo productivo enfocado a la depredación de recursos, el turismo insostenible, la agricultura intensiva y la hostelería de fin de semana. Mirad nuestras calles con las sucursales de CaixaBank, el banco de Santander o el BBVA.
Hoy, en tiempos de una ultraderecha fascista global que tiene en España caciques a su servicio para apropiarse de todo, incluida de la débil democracia de la que disfrutamos, el pueblo andaluz debe gritar alto, como aquel 4 de diciembre de 1977: ¡Viva Andalucía Libre!
¡Viva Andalucía Libre! Libre de especuladores, de mangantes, de caciques en consejos de administración de oligopolios, banca y multinacionales con sedes fuera de Andalucía. ¡Viva Andalucía Libre! Libre de precariedad y pobreza, de racismo y desigualdad, de machismo, patriarcado y transfobia.
¡Viva Andalucía Libre! Libre de violencia de género y discriminación. Libre de cazurros de ultraderecha y de indolentes. Libre machirulos desokupa con mucho músculo y poco cerebro. ¡Viva Andalucía Libre! Libre de la necropolítica que niega el cambio climático y sus consecuencias, que desprecia la vida privatizando la sanidad pública y que se trajea para preparar sus puertas giratorias.
¡Viva Andalucía Libre! Libre de universidades privadas para cambiar títulos por dinero, libre de la Formación Profesional como negocio, libre de la lobotomía social de la enseñanza concertada. ¡Viva Andalucía Libre! Libre de destrucción ambiental, de la agroquímica y de la ocupación de la naturaleza y el campo por las renovables, sin control ni planificación. Libre del agua como negocio y no como bien común.
¡Viva Andalucía Libre! Libre de los combustibles fósiles y la industria contaminante, libre de residuos nucleares, tóxicos y peligrosos. ¡Viva Andalucía Libre! Libre de barrios pobres y marginados, libre de pobreza infantil. Libre de salarios que no permiten llegar a fin de mes. ¡Viva Andalucía Libre! Libre de alquileres de vivienda imposibles, libre de hipotecas impagables, libre de fondos buitre y grandes propietarios, libre de banca colonial.
¡Viva Andalucía Libre! Libre de las bases de Morón y Rota, libre de políticas belicistas, libre de fachas trumpistas, libre de quienes no actúan contra el genocidio del pueblo palestino o entregan al pueblo saharaui a los grupos de poder que controlan a las élites marroquíes.
¡Viva Andalucía Libre!



