Errejón, una vez consciente de su condición de rehén del 'pablismo', ha reaccionado como Steve Mcqueen en aquella magnífica película sobre prisioneros de guerra que llevaba por título 'Evasión o victoria'.

La semana pasada falté a mi cita con lavozdelsur.es de una manera lamentablemente imperdonable cuando ya tenía los deberes hechos. En lugar de pulsar la tecla de enviar guardé el artículo en la carpeta de borradores, cuestión sólo achacable a los estragos que el paso del tiempo produce sobre la biología humana y más concretamente sobre la capacidad neuronal.

En ese artículo 'nonnato' que titulaba 'Perro furioso' en honor del general Mattis, al que Trump ha encomendado la Secretaría de Defensa de su futura Administración, hablaba de otros perros furiosos que aguardaban en el horizonte de ese fin de semana como el líder ultraderechista austriaco, Hoffer, o los que en Italia propugnaban el “no” en el referéndum, los neofascistas de la Liga Norte o los “cinco estrellas” de Beppo. Y también hablaba de la furia de Errejón por los acuerdos entre Gobierno y partido socialista sobre salario mínimo, techo de gasto autonómico y otras cuestiones de las que de verdad importan a la gente normal.

Renzi perdió, por cierto, sin que Pedro fuese a apoyarle a Italia ni Iceta gritara aquello de “Andiamo Matteo, andiamo...”, porque ya va siendo hora de acabar con ciertos mitos del perverso imaginario popular. Y Matteo se marchó a casa con su derrota bajo el brazo como ya lo hiciera Cameron hace unos meses consolidando la tesis bastante extendida de que los referéndums los carga el diablo con pólvora de populismo. Y Errejón, que en pleno ataque de furia hablaba de rehenes de la investidura, ha visto como en pocos días él mismo se ha convertido en rehén de Iglesias con la asamblea de Vistalegre 2 a pocos meses vista. De lo que va a hacer Hoffer no tenemos noticias ni nos importa en los próximos seis años, que es la fecha para la siguiente cita electoral en Austria.

Y es que la furia de Errejón no es gratuita, el hombre tiene motivaciones profundas para sentirse así. Iglesias, en uno de esos quiebros 'mutatis mutandis' que lo caracterizan y que para nada son interesados, le había construido una “familia crítica” tipo archipiélago Gulag que es lo que realmente le gusta al “gorrión supremo”, la más pura ortodoxia del pasado comunista. Y todo por la batalla del modelo de asamblea de Vistalegre 2 que como el propio número indica huele a que segundas partes nunca fueron buenas.

Y Errejón, una vez consciente de su condición de rehén del 'pablismo', ha reaccionado como Steve Mcqueen en aquella magnífica película sobre prisioneros de guerra que llevaba por título Evasión o victoria haciendo público un manifiesto- ¡qué manía la de estos poscomunistas con la terminología gloriosa del marxismo!- en el que declara la guerra al 'pablismo' con todas las de la ley y en compañía de otros y otras que parecen que son muchos.

El lema del manifiesto no deja lugar a dudas: recuperar la ilusión, democracia para ganar. Yo no sé si de manera intencionada o tal vez inconsciente Iñigo deja claro dos cuestiones que angustian a una buena parte de Podemos después de aquel primer Vistalegre y la posterior conversión en un partido político con presencia en las instituciones: la pérdida de la ilusión y la falta de democracia en la organización, hecho este último constatable en el comportamiento del máximo líder de Podemos, el señor Iglesias.

Este lema o eslogan, como queramos llamarle, ha provocado la reacción de la sin par Irene Montero que en un ejercicio de inocencia retórica se preguntaba públicamente: ¿Quién ha perdido aquí la ilusión?, recordándome semejante ejercicio de ingenuidad simulada aquel estribillo de Sabina que cantaba: "¿quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo ha podido sucederme a mí?...". La próxima semana más madera para esta hoguera de las vanidades.

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