Captura del vídeo en el que residentes del Colegio Mayor masculino Elías Ahúja vierten proclaman machistas.
Captura del vídeo en el que residentes del Colegio Mayor masculino Elías Ahúja vierten proclaman machistas.

El aullido animal ocurrió hace días. No es una noticia que se pueda ignorar por las consecuencias que tiene en la sociedad actual donde siguen ocurriendo hechos deleznables que después lamentamos. Por las connotaciones machistas que llevan taxativamente esos agravios, procacidades amenazantes.

Gritos que se producen bajo la impunidad de los responsables de colegios mayores. En el Ahúja se ha hecho visible, pero hay muchos que siguen esos códigos como algo normalizado, con el beneplácito de sus superiores.  Esta vez han salido al paso reprochándolo, amonestando con expulsiones porque, por suerte, se convirtió a través de las redes sociales fue portada y rechazo viral. Y entre tanto salen unas jóvenes amigas de los susodichos, supongo que no unánime su discurso, sorpresivamente  disculpándolos y  gustosa de esas tradiciones. Pues hijas mías no sabéis lo que os espera, si aguantáis y aceptáis tales formas de vida viéndolas normal en vuestro día a día. 

Cuan equivocados estáis unos y otras. A ver si en esas clases o cursos sobre educación en valores etc,  que dicen van a dar en los colegios mayores, aprendéis  lo que es la dignidad y el respeto hacia una misma y hacia los demás.

Un reportero le preguntó a una de esas chicas ¿entonces os lleváis bien con ellos?, a lo que la joven, con una gran complicidad, contestó afirmativamente.

Creo que la pregunta debería haberse plantead  ¿no te ofende que te llamen puta, que te van a follar cuándo salgáis de vuestras madrigueras? Porque expuesto así y que no te de miedo, da miedo.

Este es el caldo de cultivo de un futuro que ya se ve, por desgracia, en el Parlamento y en algunos Gobiernos autonómicos.  

Estamos seguros, que los políticos y simpatizantes de estos partidos hubieran amenazado con la expulsión de esos jóvenes, si…,y aquí está la miga de la cuestión, hubieran sido lanzados desde las ventanas de Centros de Acogida o desde los Centros de Menores Extranjeros No Acompañados, los conocidos por MENA. 

Se hubieran escuchado, no gritos desde las ventanas, pero sí desde las bancadas del Congreso o ante los micrófonos de los Medios, “Hay que expulsarlos de España, estos son los hombres que violan a nuestras mujeres, son un peligro para la Nación, por eso nuestras hijas no pueden ir solas de noches”, y demás verborrea que sale cuando a ellos les conviene.

Sin embargo, cuando las soeces salen de colegios elitistas Isabel Díaz Ayuso se pone de perfil. Se negó, en repetidas ocasiones, a condenar las vejaciones de esos gritos que rompía abruptamente el silencio de la noche y el respeto a unas mujeres. Aunque algunas, viviendo en ese mundo irreal,  no se han dado cuenta de la magnitud del problema que hay detrás de esa “tradición”. 

Volviendo a la señora impasible, o sea Ayuso, tiene el morro de condenar a la Fiscalía por politizar el asunto y compararlo con los escraches en las Universidades. No ve el más allá de estas conductas reprobables y punibles.

 No entiende, o no quiere entender, las connotaciones machistas, peligrosas que divulgan y transmiten contra la mujer. Por esa forma de entender las relaciones. Por esas conductas de antaño que siguen en los jóvenes de ahora que dan lugar a vejaciones y manadas. No se puede frivolizar y mirar para otro lado. Hay que mojarse y como política dar ejemplo. Así lo han hecho algunos de otros partidos, incluso afines a ella.

Cabalmente su presidente Núñez Feijoo, que estuvo rápido y crítico “en lugar de salir ellas de sus madrigueras, que salgan ellos de las cavernas” 

Así las cosas, Alberto un 10. Ayuso un 0 patatero. 

Y en la otra cara de la moneda vemos al IES Pérez de Guzmán con jóvenes en cada ventana al grito de una todos chicos y chicas se unían “no, la violencia no es tradición y no tiene justificación, menos machismo, más respeto, menos brutalidad” Y aplausos.  No todos son iguales, hay esperanza.

Esto sí que pone el vello de punta y emociona. Las otras ventanas daban miedo.

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