¡Valiente cobarde!

Semejante ejercicio de cinismo sólo puede producir repugnancia en cualquier persona, hombre o mujer, que crea en verdad en la igualdad de género.

Nadia Otmani, dirigiéndose a Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid.
Nadia Otmani, dirigiéndose a Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid.

El pasado lunes en el acto contra violencia de género organizado por el Ayuntamiento de Madrid intervenía Ortega Smith. Nada nuevo bajo el sol en su perorata antifeminista marcada por el desprecio hacia las víctimas de ese tipo de violencia, un clásico del argumentario del partido de la ultraderecha. El valiente boina verde, Ortega Smith, no podía imaginar lo que ocurriría una vez que abandonó el estrado y volvió a sentarse en su primera fila. Allí le esperaba una mujer inmigrante, tetrapléjica, activista del feminismo y valiente, ella sí fue valiente para recriminar al boina verde y adalid de la “violencia intrafamiliar” su discurso negacionista de la triste realidad en la que se ven sumidas miles de mujeres en nuestro país cada año.

Fue uno de esos momentos que te reafirman en tus principios, que te llevan a pensar que a la ultraderecha se le combate cara a cara, aunque en este caso el “valiente” Ortega Smith no fuese capaz de dar la suya ante la mujer que le interpelaba desde su silla de ruedas. Blanquear a esa formación política trae consecuencias terribles para una sociedad democrática, de nada vale que la señora Villacís, portavoz de Ciudadanos, se desviviera más tarde en elogios hacia Nadia Otmani, o que el señor Almeida, alcalde de Madrid por la gracia de Vox, tuviera a posteriori palabras voluntaristas contra la violencia de género. Vox está en las instituciones, independientemente del número de sus votantes, porque Partido Popular y Ciudadanos empezaron a blanquearlo tras las elecciones andaluzas del 2 de diciembre del pasado año para conseguir su Gobierno de coalición, esa es la fecha y esa y no otra la causa del ascenso electoral de la ultraderecha dirigida por “valientes cobardes” como el señor Ortega Smith, incapaz de mirar a los ojos a una mujer inmigrante y tetrapléjica que decidió plantarle cara.

Desde aquel día la acorazada mediática de la ultraderecha ha colocado a Nadia Otmani en el centro de la diana. La extensa red de propagación de fake news del partido de Abascal se ha convertido en una factoría inagotable de mensajes difamatorios sobre la feminista marroquí que no voy a reproducir aquí para no hacer el juego a la jauría de cobardes escondidos tras un teclado que proclaman a los cuatro vientos las maldades inventadas por ellos para salvar al “soldado” Ortega de la cobardía demostrada en el acto del Ayuntamiento madrileño.

El propio Ortega tardó tres días en resucitar y salir de las profundidades donde le habían sumergido la réplica firme y contundente de Nadia Otmani. Tres días más tarde ha aparecido en la prensa de extrema derecha arrogándose para sí el papel de víctima. Ni corto ni perezoso ha querido transmutarse de agresor verbal contra los derechos de las mujeres y la violencia que padecen en agredido por las palabras cargadas de verdad de una mujer tetrapléjica por los disparos de un hombre. Semejante ejercicio de cinismo sólo puede producir repugnancia en cualquier persona, hombre o mujer, que crea en verdad en la igualdad de género. Una vez más la demagogia cínica al servicio de la ideología ultraderechista, una vez más el mundo al revés, ¿hasta cuándo?

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