La ansiada vacuna contra el Covid-19.
La ansiada vacuna contra el Covid-19.

¿La Vacuna? ¡¡La vacuna!! Todos buscamos la vacuna ¿Pero es la vacuna realmente la solución? Hace muchos años que la epidemiología social y el salubrismo nos han indicado que la salud es un estado general de equilibrios inestables extremadamente complejo, no reductible siempre a la presencia, o a la ausencia, de alguna sustancia en el organismo individual. La solución mágica y única a la COVID-19 no existe, aunque nuestra mentalidad colonizada por la cultura de la química farmacéutica, lo demande. En inglés el término que designa las drogas psicotrópicos y a los fármacos es el mismo: “drug”. Esta afinidad semántica no es un mero accidente  etimológico. La cultura fetichista del fármaco y de la drogas es la misma: para todo malestar (psíquico, físico o social) siempre hay una sustancia para remediarlo. La estantería de los malestares es simétrica a la de las drogas y fármacos.  En el fondo es la vieja ilusión del fetichismo: La proyección de la complejidad de las interacciones sociales y físicas (propiedades emergentes) en la simplicidad de las cosas (sustancias) aisladas.   

El reto sanitario más inmediato que plantea el SARS CoV-2 no es la curación de la patología que este virus provoca, la Covid-19. Ya hay millones de personas en todo el mundo que han curado sin un nuevo fármaco especifico ni vacuna. El problema es atenuar y ralentizar los contagios, reducir el desarrollo de la enfermedad y finalmente disminuir drásticamente la tasa de letalidad. No se trata como en el SIDA o en los diversos tipos de cáncer de encontrar una diana farmacológica, aunque esta vendría muy bien; sino de articular como en todas las pandemias una estrategia compleja y multifactorial de acciones conjuntas de diversa naturaleza. Pero esto choca frontalmente con la cultura fetichista de la drogas aunque la vacuna no sea realmente ni una droga, ni un fármaco,  sino una estrategia homeostática muy alejada de esta cultura fetichista, de ahí también, paradójicamente, el rechazo que provoca. La vacuna sin embargo  ha sido mistificada como un fármaco curativo y lo cierto es que ni se trata es un fármaco, ni es curativa.

¿Por dónde transitará una estrategia sanitaria exitosa corto y medio plazo?    Apunto una batería de acciones y estados resultantes, que hay que aprender a manejar, que han de articularse conjuntamente. Objetivo realista: aprender a convivir colectivamente con el virus.

La mejora y modernización de la red publica de vigilancia epidemiológica y de los centros de atención primaria que deben sostener esa red.

  1. El incremento de la eficacia farmacología por experiencia del manejo clínico de la enfermedad y los fármacos actualmente disponibles.
  2. La medicalización de los geriátricos.
  3. La mejora de la calidad del aire en las concentraciones urbanas.
  4. El incremento del gasto sanitario por aumento de las camas hospitalarias y sanitarios (no solo médicos) por habitante. .
  5. El incremento de la tasa de vacunación contra la gripe estacional lo cual reforzará la inmunidad cruzada.
  6. La incorporación a las rutinas cotidianas de higiene social como lavado de manos, mascarillas en lugares cerrados, desinfección de locales y transportes públicos.
  7. El incremento de la inmunidad de grupo por exposición.
  8. La progresiva atenuación de las mutaciones futuras del virus.
  9. La administración temprana de las primeras vacunas especificas contra la COVID-19 a los individuos que reúnen las condiciones  de riesgo mas graves (edad y comorbilidad)

El principal riesgo en este momento es la simplicidad. La cultura de la droga que pide ya y ahora una solución única, inmediata y eficaz. A medio y largo plazo será necesario medidas más radicales de cambio sistémico si queremos evitar futuras pandemias aun mas letales. Esta pandemia ha sacado a la luz fallos sistémicos que la droga del crecimiento y el consumo había ocultado. Pero ese no es un asunto para la sala de urgencias en que estamos ahora.

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