Una reflexión política

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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A nadie se le escapa la dificultad de intentar explicar lo que nos está pasando. Muchos han intentado expresarlo desde la geopolítica. 

A nadie se le escapa la dificultad de intentar explicar lo que nos está pasando. Muchos han intentado expresarlo desde la geopolítica. Que si el despertar del gigante asiático, que si la transferencia de capitales y poderío económico a zonas distintas del viejo occidente, etcétera, etcétera, etcétera. Yo en cambio prefiero esta otra más sencilla: los ultraliberales, siguiendo a Noemi Klein y sus magníficas explicaciones en su libro El auge del capitalismo del desastre, siempre han aprovechado, desde los inicios de los años setenta del siglo pasado, las situaciones de crisis, cuando no las provocaron directamente, para realizar cambios estructurales en el sistema económico. Pero apenas se habían atrevido con el corazón de Occidente: nuestra vieja Europa.

Dos circunstancias nuevas les han llevado a aprovecharse de la crisis de deuda nacida en 2008, para modificar el status quo, especialmente en lo que se refiere a los países del sur de Europa: la falta de alternativa al capitalismo, desde la caída del muro de Berlín hasta nuestros días, y, el muy de su gusto, proceso de globalización del mercado financiero, absolutamente desregularizado y causante de la actual crisis.

Estados Unidos, aplicando recetas tradicionales de políticas keynesianas (si bien con ciertos matices), ha conseguido superar la crisis que se inició en su propio suelo, de manera más rápida y contundente. Y, sin embargo, y aprovechando el 'nuevo pensamiento económico único', la imposición, por parte de Alemania, de políticas absolutamente restrictivas, con recetas de austeridad selectiva, incremento de impuestos y costes de servicios básicos, y la desregulación de los mercados de trabajo, han provocado la reducción del consumo (ahondando así la crisis y ayudando a justificar medidas aún más austeras), y una ruptura social de hondo calado, con la laminación de gran parte de la clase media y el aumento de la distancia entre ricos y pobres.

Las largas y soñolientas vacaciones de la socialdemocracia europea han permitido a los ultraliberales adoptar este tipo de decisiones sin contar con apenas resistencia

Las largas y soñolientas vacaciones de la socialdemocracia europea han permitido a los ultraliberales adoptar este tipo de decisiones sin contar con apenas resistencia. La falta de respuesta desde la izquierda ha permitido a los austericidas hacer y deshacer a su antojo; una izquierda que parece que aún no ha comprendido, por no hablar de connivencia, que se están rompiendo algunos de los pactos sociales que permitieron a Occidente alcanzar, desde la Segunda Guerra Mundial, los más altos niveles de desarrollo económico, y que a nuestro país llegó un poco más tarde y de la mano de la democracia.

Esta falta de respuesta de la izquierda tradicional, dio lugar al nacimiento de un movimiento social alternativo. Al margen de los instrumentos de representación tradicionales, partidos y sindicatos, fue protagonizado por sectores que se sentían abandonados, especialmente jóvenes. El 15M es el gran ejemplo en nuestro país. Y como es conocido por todos, el nuevo partido Podemos es la cristalización política de parte de aquél movimiento. Y es Podemos el grupo político que más clara y directamente ha denunciado las políticas austericidas del gobierno del PP; el que más esfuerzos ha realizado por recoger el eco de los descontentos y las desazones de los ciudadanos. Y es ahí donde radica la base de su asombroso y celérico éxito.

Su rápido crecimiento se ha basado en haber encarnado la primera y más rotunda respuesta a las políticas neoliberales en nuestro país, aunque algunos célebres exsocialdemócratas (Felipe, Corcuera, Leguina, Guerra...) no parecen haberse enterado. Este es el principal valor estratégico de Podemos, ser la única alternativa al neoliberalismo, ocupando un espacio vacío que la sonada izquierda tradicional había dejado libre. Esto ayuda a comprender la atronadora carrera por desacreditar a Podemos: la urgente necesidad de matar la idea de alternativa.

La idea de transformación implica necesariamente contar con los otros, incluso adversarios, para construir un marco de convivencia sólido y duradero

Pero ahora no se trata de denunciar, sino de gestionar. Y es ahí donde empiezan los titubeos y los errores estratégicos. Ahora corresponde usar sabiamente el apoyo recibido, interpretarlo y encajarlo en el conjunto de aspiraciones sociales, no solo de quienes les han votado, sino también de aquellos que no lo hicieron. Si verdaderamente se tiene vocación mayoritaria ha de ser así. Y es en este punto donde pueden cometer su primer error estratégico. O se tiene vocación transformadora, usando el apoyo recibido para concitar acuerdos para reformar, o espíritu doctrinario para imponer las ideas propias;  para esto será necesario contar con más apoyo electoral.

La idea de transformación implica necesariamente contar con los otros, incluso adversarios, para construir un marco de convivencia sólido y duradero, y resolver a un tiempo las urgencias de las capas sociales más necesitadas. La otra alternativa convertiría a Podemos en flor de un día o, si acaso, de una legislatura. Y, con el tiempo, terminaría en un grupo residual. La reconstrucción del país pasa necesariamente por el dialogo y el acuerdo, y nunca por la imposición ni el mesianismo. Ojalá les salga bien. El tiempo dirá.

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