Carteles de vecinos de médicos que les piden que no regresen a sus casas.
Carteles de vecinos de médicos que les piden que no regresen a sus casas.

Han aparecido unos carteles anónimos, en varios portales, en los que incluso se identifica al vecino médico o sanitario y se le advierte, con dramatismo, que no vuelva a su casa, que se vaya a uno de esos hoteles para posibles infectados para no poner en peligro a todo el vecindario. Esto me ha recordado cómo en la Edad Media los leprosos eran anunciados en los púlpitos y apartados para vagar por los caminos menos frecuentados, con las tabillas de San Lorenzo en la mano para espantar a cualquier despistado que pudiera acercárseles.

Histeria disimulada, o no, por protegerse que arrastra a la sociedad, también, a ponerse guantes, ¿para qué?, y llevar mascarilla que proteja. Los guantes, como las manos, si no se lavan llevan el virus a donde se toque. La mascarilla mucho más que proteger a la persona que la lleva protege a los demás de la persona que la lleva, porque las mascarillas que lleva la población solo serán aptas para esto, y seguramente está muy bien. La cuestión es la actitud, el modo de pensar las cosas. Son los otros los que me van a infectar y quiero protegerme de los otros. Todo es algo más complicado. Desde la Edad Media, mucho antes, el enfermo es el culpable de la enfermedad que amenaza a la sociedad, es el portador del demonio, por algo anida la muerte en él…

Para que todo saliera bien podríamos empezar, quizá, por el cambio de perspectiva: soy yo quien con mi actitud debo proteger a los demás. Sé que esa actitud existe, lo que no tengo claro es que el reparto, ¿histérico?, de guantes y mascarillas sin la explicación detallada suficientemente divulgada vaya a servir para ese cambio de perspectiva que sería el fundamental para esto que venimos proponiendo de una mentalidad de cuidados, de hacernos responsables de nuestras actitudes respecto a los demás. Es el cambio de la carga de responsabilidad, aunque con el matiz de hasta donde humanamente se pueda. Recuperen en su memoria a la presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Díaz Ayuso, al pie de su avión venido de China y con la mascarilla por debajo de la barbilla para hablar con un agente de la Guardia Civil.

Es perfectamente posible divulgar el concepto de proteger a los demás y al mismo tiempo el de protegerse a sí mismo. Somos miles o millones los que, quizá, sin saberlo, llevamos el virus por todas partes sin ser culpables de nada, aunque sí responsables de no actuar con previsión respecto a los demás. Esta reflexión sanitaria lo es, en realidad, moral y es política. Este cambio de perspectiva es el que muchos deseamos, la de asumir una responsabilidad colectiva sobre las cosas de todøs. Y las cosas de todos somos todos nosotros. ¿Demasiado revolucionario? ¿Se nos está volviendo a socializar en el sálvese quien pueda? Al menos se está intentando que esa perspectiva no desaparezca.

Acusan al Gobierno de ser portador de la muerte, en cuanto que es quien ofrece el número de las personas muertas cada día. Le acusan de falsificar los datos, de mentir. Pero todos esos datos llegan desde el Gobierno del PP de Galicia, de Andalucía, de Castilla, y del Gobierno del PP, Ciudadanos, Vox de Madrid, epicentro de la muerte en España. La cantidad de respiradores o de UCIs que hay en Madrid lo han venido decidiendo, desde hace años, los gobiernos del PP de Madrid. Son todos esos gobiernos, todos los autonómicos, los responsables de cada uno de sus sistemas de salud pública, pero parece que sea el Gobierno de España quien deba salir en la tele con las tabillas de San Lorenzo.

Entre los esfuerzos que varios gobiernos autonómicos están en condiciones de hacer se incluyen los vídeos de autopromoción, disimulados con la promoción de su propia comunidad autónoma. El tono elegido es que todo saldrá bien y una presentación simpática que le otorgue simpatía a la Junta de Andalucía, por ejemplo. ¿Es el momento?

El Ayuntamiento de Madrid ha optado por la legendaria canción de Joaquín Sabina, en lo que a mí se me antoja una apropiación estratégica de esa canción como símbolo de cambio, de protesta social, de expresión del malestar social desde una perspectiva de izquierdas para lavarse la cara los del Gobierno municipal de PP con Ciudadanos y Vox. Me pregunto, además, si el texto está siendo realmente escuchado cuando se oye la canción al ver el vídeo. La aparición de determinados personajes cantando abre el camino a su popularidad renovada y que podrá ser utilizada, por supuesto, políticamente más tarde.

Las élites que no desean cambios siguen tomando posiciones en la sociedad, en el espacio público, con sus publicaciones. Los partidos que siempre trabajaron por los cambios, sin exageraciones ingenuas, están demasiado ocupados con mantener a España con vida.

La pregunta es ¿qué significa que todo saldrá bien?, ¿qué significa que el mundo será otro luego de la pandemia? ¿Quién va a hacer algo para que todo salga bien? Teniendo en cuenta que ya muchas cosas no pudieron salir bien.

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