Manifestación feminista del 8M del 2018 en Córdoba.
Manifestación feminista del 8M del 2018 en Córdoba.

8 de marzo es tiempo de feminismo, porque estamos más empoderadas que nunca y más cuestionadas que nunca, porque nadie va a evitar que contemos la historia de éxito de las mujeres feministas, sin adjetivos.

Cuando Olympe de Gouges redactó en 1789 la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana ya decía que “la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción”. En estos días del siglo XXI nuestra antepasada está de más actualidad que nunca.

Cuando los derechos de las mujeres son obviados, atacados, ridiculizados o simplemente cuestionados desde la derecha que normaliza la desigualdad, se defiende la igualdad low cost el feminismo liberal de Ciudadanos, que no ciudadanas, que defienden la prostitución y los vientres de alquiler, el feminismo liberal que ridiculiza el lenguaje inclusivo, que ataca la historia de las feministas sin adjetivos, las feministas con historia feminista.

Este 8 de marzo la movilización no es solo necesaria sino imprescindible, este 8 de marzo las mujeres feministas seguimos leyendo a nuestras ancestras y nos sorprendemos de seguir peleando contra el machismo más rancio y radical, el que habla de igualdad a la vez que canta el novio de la muerte.

Después de tres siglos de vindicación feminista tomo prestado de Celia Amorós este título, porque Amorós insiste en que uno de los pilares de la ideología patriarcal es borrar todas las huellas de la tradición feminista.

Y que mejor forma de borrar las huellas de la historia que construir un nuevo discurso, utilizando nuestras palabras y nuestros símbolos, pero pervirtiendo su contenido, como ese feminismo liberal de color naranja que tiene de feminismo lo que yo de deportista de élite.

Y ¿todavía alguien puede preguntar por que salimos un 8 de marzo a la calle? ¿Todavía alguien se atreve a preguntar si haré huelga el 8 de marzo?

Suerte que no soy tan valiente o tan osada como aquella sufragista Emily Davison que se lanzó pancarta en mano a los pies de los caballos frente al mismo rey Jorge V. No sé porque motivo esta imagen me llena la cabeza desde hace días.

Como no puedo dejar de pensar en el autobús del odio que recorre impunemente las calles de Madrid, con una parodia vomitiva de un Adolf Hitler con los labios pintados junto a la palabra “feminazi”, observo con perplejidad, como ninguno de los tres hombres cuyos nombres aparecen serigrafiados han protestado lo más mínimo: Casado, Rivera, Abascal.

¿Y todavía alguien no quiere salir el 8 de marzo a la calle? Ya no es sólo la precariedad laboral, la doble jornada, la brecha salarial, el tiempo parcial o los contratos basura, ya no es sólo la falta de conciliación o corresponsabilidad, ya no son los datos de despidos o la no promoción de mujeres, y no sólo es que no estemos, es que no quieren que estemos y nos lo dicen en nuestra cara, sin despeinarse, sin complejos.

La derecha sin complejos nos quiere sumisas, silenciosas y dóciles, mientras difunden videos, que circulan por las redes, donde son las propias mujeres las que dicen estar hartas de las feministas, de las banderas de la igualdad. “Vivan las cadenas”, en versión castiza; para las lectoras de Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre las propias oprimidas”.

Y vuelvo al 8 de marzo y a las imágenes del movimiento de mujeres y pienso en todas las mujeres anónimas quemadas vivas en aquella fábrica textil, aquellas obreras que reivindicaban un máximo de 10 horas y poder dar el pecho a sus hijos e hijas.

Y pienso en Clara Campoamor con su toga de abogada, como la mía, y como el derecho al voto, del que desde hace años disfrutamos las españolas, le costó que ningún partido volviera a llevarla en unas listas electorales. “Mi pecado mortal”, lo llamó.

En estos días, el pecado mortal es no recordar a estas mujeres, no rendir homenaje a nuestra historia, a la historia más hermosa que jamás se cuenta, la historia del éxito. Del éxito de las revolucionarias de la ilustración, del éxito de las sufragistas, del éxito de las feministas de la tercera ola, y del éxito de las feministas de hoy, que saldrán a la calle el 8 de marzo, con sus cánticos y sus camisetas de Stradivarius, y yo con ellas, feliz, sin miedo.

Y si a alguien aun no le ha quedado aún claro por qué haré huelga el 8 de marzo y por qué saldré a la calle con mis coetáneas y mis ancestras,

#ApuntaMiNombreVox, porque es tiempo de FEMINISMO.

 

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