Tiempos de cambio

El Estado actual está más cerca del devenir del individuo que nunca, pero todavía es un intervencionismo altisonante porque los problemas de estructura y los procesos de ejecución administrativos desdibujan los fines

'Tiempos de cambio', de Gonzalo Jiménez.
'Tiempos de cambio', de Gonzalo Jiménez.

La cuestión es determinar hacia dónde se dirige el Estado. En la última legislatura, los dos ejes han ocupado lo social y lo territorial. El primero favorece la integración de los estratos sociales más débiles reforzando su protección. Según las estadísticas, el riesgo de pobreza en nuestro país ha descendido sensiblemente en los últimos años.

El concepto de vulnerabilidad aquí es esencial. ¿Quién es vulnerable? ¿Qué está amenazado? Bajo las dimensiones globales, el Estado aparece raudo para salvaguardar tanto a los afectados remotos por la erupción de un volcán, a las identidades o lenguas minoritarias, como a mujeres y niños en riesgo en la intimidad familiar o a quien desea morir porque el sufrimiento es una tortura.

El Estado actual está más cerca del devenir del individuo que nunca, pero todavía es un intervencionismo altisonante porque los problemas de estructura y los procesos de ejecución administrativos desdibujan los fines. En cuanto al otro eje, el territorial, el interés general está condicionado por el dominio de los nacionalismos vasco y catalán.

El defectuoso régimen constitucional de competencias (no hay criterios estables) fomenta un desgaste constante desde la periferia. País Vasco y Cataluña han logrado un puesto de privilegio en el poder legislativo español, lo cual introduce una corriente de modernidad en el país al mismo tiempo que agranda la desigualdad territorial. 

Por tanto, mientras se avanza en la cohesión social de todos los españoles en situaciones vulnerables, sería conveniente integrar la reforma de la Administración en los programas. Ninguna política en nuestro país puede alcanzar sus fines sin realizarla antes. En cuanto a una verdadera reforma territorial es incompatible con la participación nacionalista periférica.

El desorden beneficia esos intereses particularistas. Cualquier propuesta que proceda de estos actores privilegiados seguirá el mismo derrotero. La posibilidad de no tomar en serio estas cuestiones conlleva ahondar más en el deterioro de la organización estatal, para que en el próximo nivel de “asistidos por la sonda europea”, nos veamos a las puertas de un nuevo e incierto proceso constituyente.

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