‘The Ripper’ almeriense

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Me llamó mucho la atención este caso porque, con 10 crímenes a sus espaldas, este serial killer se fue de rositas, y sigue en libertad, si es que vive aún.

Hace unos meses conversaba con un amigo inglés sobre crónica negra, evidentemente, salió el caso de Jack the Ripper, o sea, Jack el destripador. El tal Jack, nombre con el que la prensa apodó al famoso asesino en serie, estranguló y degolló a varias mujeres que ejercían la prostitución en las calles del londinense barrio de Whitechapel. Todo ello estuvo envuelto en un halo de misterio que, unido a que los crímenes nunca fueron resueltos, hizo crecer la leyenda, convirtiéndose en tema central en periódicos y tertulias de la época. Luego vendrían las novelas, las películas, incluso la música; grupos como Judas Priest, Black Sabbath o Motörhead dedicaron canciones al caso del enigmático destripador. En España, el grupo La Frontera compuso en 1994 Las dos caras de Jack.

De repente, en mitad de tan interesante conversación, recordé vagamente un reportaje del maestro de la crónica negra española Juan Rada. Cuando volví a casa, me metí en Internet, busqué en la hemeroteca y… voilá: ‘El Jack el Destripador de Almería que mató diez veces y se desvaneció en la niebla’. Con ese sugerente título, Rada hacía referencia a un caso tristemente silenciado, ya que la prensa, salvo alguna excepción, no dio apenas difusión a estos hechos. Curiosamente, los legendarios asesinatos de Whitechapel ocurrieron en 1888, y este Jack a la almeriense comenzó sus crímenes en 1988, justo 100 años después. Seguramente lo de la fecha sea casualidad, pero da que pensar, sin duda. Los asesinatos continuaron hasta 1996, con un total de 10 mujeres asesinadas. La policía puso en marcha la Operación Indalo, que dicho sea de paso, sirvió para poco. Los vecinos de la zona bautizaron al enigmático asesino como el Psicópata del Zapillo o el ‘Asesino de los Barrancos’. El semanario ‘El Caso’, publicaba en aquellos días unas fotos escalofriantes acompañadas por declaraciones de mujeres que ejercían la prostitución en la provincia de Almería, estaban atemorizadas, tanto por los crueles asesinatos como por la constatación de que pasaba el tiempo y el asesino no era detenido, ni siquiera había pistas. Se sospechaba que podría ser un hombre blanco de entre 30 y 45 años y posiblemente camionero, taxista… y poco más.

El perfil de las chicas asesinadas era el siguiente: delgadas, morenas, pelo rizado y cercanas a los 25 años. Según la policía judicial, 'cogía a las chicas de noche, preferentemente en sábado o domingo. Luego, una vez violadas y asesinadas, las tiraba a los barrancos cercanos a la carretera’.

Me llamó mucho la atención este caso porque, con 10 crímenes a sus espaldas, este serial killer se fue de rositas, y sigue en libertad, si es que vive aún. Quizás, por proceder de familias desestructuradas y ambientes marginales, ejercer en la calle y ser casi todas ellas toxicómanas, nadie se preocupó de hacer justicia en el caso de estas jóvenes, quizás, si las asesinadas hubieran sido de otra clase social… quién sabe. Lo cierto es que en nuestro país hay muchas historias como esta, rescatarlas del olvido es una manera de hacerles un poco de justicia a las olvidadas víctimas y a sus familias.

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