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"Hay que reconocer que no todo es negativo, pero sin duda se trata de un arma de doble filo. Algunos preferiríamos aguantar un chaparrón mañanero a tener la oficina en nuestro hogar".

El teletrabajo está triunfando en muchos países. En gran parte del mundo trabajar desde casa, desde una cafetería, desde un hotel o desde cualquier otro lugar que no sea la oficina aumenta la productividad de los trabajadores y a las empresas les permite ahorrar gastos. Pero en España, una vez más, estamos estancados en este tema. Son pocas las empresas que implantan esta nueva forma de trabajar en condiciones óptimas. Estamos a la cola de los países europeos que apuestan por esta modalidad y muchos de los que solo tenemos esta opción para poder desempeñar nuestra profesión renegamos. Porque en la actualidad trabajar desde casa en nuestro país, no es tan bonito como parece. “¡Qué suerte, puedes trabajar en pijama!”. “¡Qué privilegio, si hace frío, llueve, o hace calor no tienes que salir a la calle!”. “¡Qué afortunada, aunque tu jornada empiece pronto no tienes que madrugar mucho antes de comenzarla o si termina tarde no tienes que sufrir la vuelta a casa!”. Como estas he escuchado infinitas opiniones sobre el teletrabajo, una modalidad que he tenido que asumir porque no me ha quedado otra. Hay que reconocer que no todo es negativo, pero sin duda se trata de un arma de doble filo. Algunos preferiríamos aguantar un chaparrón mañanero a tener la oficina en nuestro hogar. Con los siguientes puntos mi intención es reflejar lo que supone en algunos casos trabajar desde casa.

- No hay que olvidar que cuando teletrabajo es sinónimo de colaboración, las condiciones de los trabajadores no suelen ser buenas. Hoy en día se han puesto de moda los freelance, los autónomos de toda la vida. No tener un contrato laboral supone, además del desamparo laboral, que en la sede de la empresa no haya un puesto físico disponible para ti. No tienes elección. Tienes que quedarte en casa y (como ejemplo utilizo el de alguien que trabaja como redactor) disponer como mínimo de un ordenador y de una conexión a Internet propias.

- Tener las herramientas de trabajo en tu hogar hace que siempre estés conectado a tu puesto. Sea la hora que sea, sea el día que sea, estés haciendo lo que estés haciendo. Y los de arriba lo saben y seguro que más de uno no se corta a la hora de aprovecharse de la situación.

- Mientras tus compañeros hacen equipo y viven el día a día unidos, a ti no te queda otra que estar lejos, no sentirte igual de integrado y vivir una rutina paralela que en la mayoría de ocasiones no se corresponde con la realidad de la empresa.

- Trabajar desde casa supone que hay que tener una autodisciplina enorme. Marcarte unos horarios, no distraerte con el televisor, con el timbre, con tu madre, con tu padre, con tu pareja o tus hijos, que tus familiares entiendan que estás trabajando y que no tienen que interrumpirte para no desconcentrarte son retos difíciles. Quitarte el pijama, salir a la calle antes y después de trabajar para sentir que estás siguiendo una rutina correspondiente a la de un trabajador tampoco es tarea fácil. Hay que tener mucha voluntad y predisposición, y si eso no se consigue la productividad puede resultar muy baja. Y una vez más en esto te encuentras solo.

- Quizá para los que son padres es la mejor opción. De momento no puedo ponerme en su piel. Aunque me cuesta pensar en trabajar con reclamos por parte de unos niños que te tienen cerca pero a los que no puedes prestar la atención que requieren en una  situación que provoca distracciones a la hora de desempeñar tus funciones laborales.

- Los expertos recomiendan habilitar un espacio para trabajar desde casa, un lugar diferente al salón o el dormitorio. ¿Y los que no tienen la opción de disponer de una habitación más para destinarla a esto? Comen, ven la tele, descansan y duermen en el mismo lugar en el que trabajan. Y esto en ocasiones resulta claustrofóbico.

- En los momentos difíciles se olvidan de ti. Tus compañeros más directos saben de tu existencia, pero para otros eres invisible. Y cuando hay algo bueno, pero también cuando hay algo malo, no existes. Nadie va a defender tu trabajo y a veces ni uno mismo puede hacerlo.

La lista es más larga, pero considero básicos los puntos anteriores para que se empiece a comprender por qué trabajar fuera de la oficina no es tan bonito como parece. No sé cuál es la manera de regularlo, pero al teletrabajo en España le falta mucho camino para convertirse en una forma de empleo óptima y productiva. Al menos para los trabajadores.

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