Sumar o jugar con fuego

Reflexionemos porque nada termina hoy ni empieza mañana, la flecha del tiempo continúa

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Yolanda Díaz, en un acto en Cádiz.

La izquierda no independentista lleva dos años esperando a Yolanda. Ha llegado el momento del sí quiero, será el 2 de abril. Pero en el matrimonio polígamo, el novio principal no irá a la boda sin un acuerdo de mínimos, que incluya el compromiso de primarias abiertas a la ciudadanía. Habrá, mientras dure el Gobierno de coalición, pareja de hecho con más desgana que pasión. Se nos rompió el amor, de tanto usarlo. La unidad es un valor pero no es una obligación, no es un fin en sí mismo. Conviene saber para qué. No es lo mismo continuidad que cambio, retorno a la subalterinidad del PSOE o fuerza de profundización democrática.

Sumar está capitalizado por IU/PCE, partido que entró por supervivencia en la alianza con Podemos con poca o ninguna confianza en la estrategia de voluntad de poder frente al PSOE. El sumando Más Madrid, un tiempo inmiscible con IU, es la escisión de Podemos que quiso dejar pasar al PSOE al gobierno aunque se apoyase en Ciudadanos; el daño electoral para la izquierda en la comunidad de Madrid es conocido.

El sumando Bloc Nacionalista Valencia de Compromís, liderado por Joan Baldoví, cobró la relevancia que tiene en el País Valencia gracias al potente liderazgo popular de Mónica Oltra. Mónica, víctima del lawfare, y olvidada por el imperativo de Sumar, no está en el algoritmo. En Comun Podem, con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, al acercarse a Madrid se aleja de Cataluña; Si quitas a Podem y dejas en solitario a la vieja ICV (Iniciativa per Cataluña Vers para no iniciados en este juego de siglas), pierdes frescura y fuerza de transformación, entregas espacio a ERC por el lado nacionalista y al PSC por el lado socialista.

Tan solo con esta descripción gruesa de la realidad, sin necesidad de señalar las posiciones perfiladas, poco incisivas o sencillamente subalternas, ante las intenciones y actos del PSOE en materia de política internacional, social, feminista o política de derechos democráticos, se observa que el asunto de la unidad de la izquierda no es una cuestión de querer o no querer, de buenos y malos, como dibuja todo el arco mediático, desde la zona ultra hasta el flanco izquierdo, en una simplificación burda. 

Sobra decirlo, desde 2014 el agente que ha revolucionado la izquierda española ha sido Podemos. Podemos ha llevado a la izquierda a donde ha llegado, como escribiera Miguel Hernández, cercado por las balas, ansiado por el plomo. Sobra decirlo en esa victoria estratégica han participado, y se han beneficiado, todas las demás izquierdas, gracias a la generosidad inclusiva de Podemos. Sobra decirlo, hay una retahíla de logros que el electorado de izquierdas, socialista, feminista , ecologista y animalista jamás hubiese soñado extraer al PSOE. Sobra decirlo, en el barco del Gobierno de España, Podemos ha sido la vela progresista, el PSOE el viento de costado, y los ministerios de IU y Los Comunes, han habitado los camarotes cuando el oleaje hacía zozobrar el barco. Sobra decirlo, ha sido Podemos la fuerza política que ha mantenido sólida la mayoría de investidura, gracias a la estrategia de dirección de estado que daba prioridad a los acuerdos con ERC y Bildu.

Así que esto de la unidad y la suma no es una cuestión de estar más o menos a la izquierda del PSOE, no es una cuestión de partidos sí o no o a medias. Es una cuestión de carácter más estratégico que programático, ideológico. En un programa electoral no es difícil parecerse o coincidir, ocurre hasta con los programas del PSOE. Si fuese por eso, quienes piden la unidad bien podrían pedirla con el PSOE. Claro que eso rompería el juego de parecer de izquierdas,  para ocupar el espacio que interpela al PSOE desde la zona progresista y luego, tras las elecciones, dejarlo hacer a su aire.

Es preciso un proyecto estratégico de estado federal/confederal, con una fuerte profundización democrática que arrincone, no a Podemos, ni a ERC ni a Bildu, sino al estado profundo franquista que aún habita cómodamente en el ejercito, la judicatura, el alto funcionariado ministerial o los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. El laborismo está muy bien, pero en España solo con eso, acabas entregando el electorado al bipartidismo y relegando la fuerza de transformación al desencanto. Ya pasó, y la gente de izquierdas no debería jugar con fuego para que vuelva a pasar. 

A partir de ahora se atacará a Podemos acusándolo de romper la unidad, pero la unidad estaba en torno a un proyecto exitoso, solo había que ampliarla sin dividirla. No, no ha sido Podemos quién la ha roto. Reflexionemos porque nada termina hoy ni empieza mañana, la flecha del tiempo continúa.

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