La plaza Plateros, desierta, en una foto de Osmel Betancourt Rodríguez.
La plaza Plateros, desierta, en una foto de Osmel Betancourt Rodríguez.

Jerez a finales de noviembre. La que fuera en sus tiempos la capital de las Zambombas, las plazas llenas de gente y el vino dulce, poco tiene que ver con el lugar en el que se desarrolla esta historia. La pandemia hizo que aquel ambiente mágico fuese sustituido por otro misterioso, donde reina la soledad una vez que cae el manto de la noche. Junto a los pocos que ya forman parte de la esencia del centro, deambulan los protagonistas de este relato.

Con la luz justa y la calle sola para ellos, dos jóvenes pasean como extraños en la noche intercambiando miradas. Pocas opciones tienen para verse antes del toque de queda, por lo que noche tras noche hacen el mismo camino con pequeños cambios. En él ríen, charlan y comentan todo aquello que ven.

El principio y el fin nunca cambian. Después de aparcar en la Alameda Cristina, van directos a por dos euros de castañas. Lo mismo bromean con entrar a la iglesia, el único sitio abierto del que parece entrar y salir gente. Lo mismo empiezan hablando de los mendigos, que ahora que lo tienen más difícil se les nota cierta desesperación. Buscan nuevos sitios como la puerta de la iglesia, el más lógico; o están pendientes de los aparcamientos vacíos. En su defensa, llevan algo de razón cuando dicen que el reparto de comida de la Cruz Roja aparece cuando quiere, por lo menos en la rotonda de los Casinos.

Bajando por la calle Larga empieza un festival de escaparates que de vez en cuando cambia, sobre todo por el principio y el fin del Black Friday. Un poco más adelante ella le reprochará a él que siempre se pare en el de la tienda de música si lo tiene más que visto. Puede que en este tramo los acompañe algún operario colocando luces, o comprobando la iluminación en la Alameda del Banco, una parada majestuosa e ideal para tomarse las castañas. Allí puede que otra pareja de adolescentes pueda estar dándose el lote bajo el templete con una canción sacada de contexto. Se reirán de ellos hasta cortarles el rollo preguntándose cuando fue la última vez que hicieron algo así en un sitio público.

De camino a Plateros desde el Arenal suele repetirse otro tema recurrente. Destaca cómo las ventanas del grupo municipal del Partido Popular están siempre abiertas de par en par y que de ellas sale una luz azul. Ésta procede de varios televisores que proyectan sin cesar el logo del PP, visible desde la calle. ¿Será publicidad subliminal para todo el que pase por ahí?

La vuelta puede prolongarse por la plaza Belén, el Arroyo, o la Alameda Vieja. Pasando por la primera, una vez se preguntaron cuánto tendría en común el estilo de vida de un pueblo con el del centro. Dicho esto, ella se quejará porque él utiliza frases suyas en sus artículos cada dos por tres. Para salir del aprieto, el hará como que se desorienta. Estos fueron los pequeños momentos de dos extraños en la noche antes de que alguien apretara el botón de las luces de navidad. Instantes del tiempo en los que parece que la vida sea como una canción de Frank Sinatra.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído