Vengo a contaros algo que no sonará nuevo: estoy en las redes sociales, pero no creo mucho en ellas. Me recuerdan mucho a cuando de pequeños íbamos a misa sin ser creyentes. No creer en algo, pero estar, es una sensación extraña.
Pienso que esto sucede por miedo a ser excluidos, aunque no lo sé con una certeza absoluta. Hago esta comparativa de la religión con las redes sociales porque en su esencia me parecen lo mismo.
¿Existe la religión? La religión es una invención de nuestra imaginación colectiva y existe porque la gente cree en ella. Si la gente no creyera, no existiría. ¿Cómo convence uno a millones de personas de algo inexistente? Una realidad imaginada no es una mentira y, a diferencia de la mentira, una realidad imaginada es algo en lo que todos creen, eso dice Yuval Noah Harari, autor del libro Sapiens: de animales a Dioses.
En las redes ocurre lo mismo, hay infinitas religiones con verdades absolutas, ante las que la gente se arrodilla, reza y se encomienda. Si tú no piensas como estos nuevos profetas serás juzgado y crucificado por ellos o por sus seguidores o fieles.
Todas estas banderas de la moralidad, la demagogia, que privatizan la verdad, y te hacen creer que son activistas que luchan por el bien común, son solo carreras endiabladas por los likes, la fama y el ego… como San Pedro te lo negarán tres veces antes de cantar el gallo, y se venderán no una vez por 30 monedas de plata, sino todos los días por dinero, mucho dinero, tanto tanto dinero que les hará olvidar muy rápido por qué luchaban y ni siquiera dará tiempo para que esta causa dé algún fruto.
Así que solo nos queda rezar un poco, aunque no creamos, y esperar a recibir su perdón por nuestra desconexión. Amén.
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