Una valla impide el paso en el mercado de abastos de Cádiz. FOTO: MANU GARCÍA
Una valla impide el paso en el mercado de abastos de Cádiz. FOTO: MANU GARCÍA

La pandemia por Covid-19 dista mucho de haber pasado. El virus está ahí, los riesgos son evidentes y la incertidumbre es máxima. La crisis de salud pública no está superada ni plenamente controlada aunque en Europa si parece haber entrado en una fase de adecuación y de gestión más epidemiológica que clínica. Y ha sido precisamente la ausencia de una gestión epidemiológica temprana la que ha conducido a una gestión clínica estresada y a un afrontamiento epidemiológico de choque, confinamiento, tan grosero, como imprescindible.

Por ello es imprescindible no repetir este error de imprevisión epidemiológica pero esta vez en el plano político. ¿Qué perversiones políticas se pueden derivar si no estamos atentos de esta epidemiología de choque que ha sido necesario implementar? Apuntaré siete posibles usos o derivaciones perversas que pueden ser peor que el mal que trataba de evitar.

  1. Pues ya que estamos… Normalizar la excepcionalidad. El peligro de recortar drásticamente las libertades y derechos para salvar la seguridad y la salud es un viejo recurso de la modernidad biopolítica tal como han descrito Foucault, Esposito o Agamben. Como saben bien los estudios de historia del derecho, las legislaciones excepcionales tienden a convertirse en ordinarias, el ejemplo de la legislación antiterrorista nos debe servir de aviso.
  2. El “buen”, mal, ejemplo chino... La falta de previsión ha llevado a una gestión de choque que ha replicado, de forma más o menos aproximada, el modelo autoritario de gestión de la pandemia. Esto ha sido ciertamente inevitable dado el grado de expansión de los contagios pero una cuestión es la imperiosa necesidad de actuar y otra muy distinta es convertirlo en un modelo óptimo. No se debe ignorar que ese mismo modelo autoritario es el que ha transformado un brote en una pandemia. Las dictaduras carecen de información veraz, fiable y transparente y sin ella el control epidemiológico es imposible. El virus ya estaba en Europa mucho antes de la comunicación oficial china a la OMS. Los que convierten la gestión china en modélica deberían ver la magnífica mini serie Chernobil o releer a Todorov para entender hasta qué grado las dictaduras son ineficientes e ineficaces en la gestión del riesgo. Si la supuesta desregulación neoliberal es entrópica, el totalitarismo socialista no lo es menos.
  3. Si ha funcionado… La fuerza inercial, seguir haciendo lo que se ha hecho es una poderosa motivación de las instituciones. Las instituciones en el grado que son menos democráticas tienden a comportarse como cerebros sociales bayesianos torpes y repetir las conductas del pasado que le generan mayor estabilidad. El uso de la tecnologías de rastreo, reconocimiento facial, la computarización de movimientos, el acceso a datos persónales o la geolocalización son ejemplos de estos posibles usos perversos inerciales.
  4. Que viene el coco (virus)… El miedo es un poderosísimo dispositivo de movilización psicológica que al cronificarse políticamente genera un fuerte impulso de diciplinizacion autoritaria y de deterioro de la autonomía personal. La gestión de choque ha obligado a inyectar elevadas dosis de miedo por parte de todos, (gobierno, oposición, medios) y esto puede tener efectos perversos y duraderos de desconfianza y deterioro de los lazos de sociabilidad imprescindibles para la cultura democrática.
  5. Es por tu bien… Debida a la premura de la respuesta ante la pandemia ha habido que implementar un gestión muy restrictiva de las libertades invocando el benéfico sanitario. El peligro de que estas medidas dictadas por “nuestro bien” se conviertan en acciones impuestas sin nuestro consentimiento pero en nuestro supuesto beneficio, hace resurgir una forma de paternalismo clínico desde el Estado. Este paternalismo clínico político es el que está detrás de la nefasta y criminal política de prohibición del consumo de drogas.
  6. Que decidan los que saben… La expertocracia como forma de ejercicio gerencial del poder político es una expresión de autoritarismo notablemente agresiva. Puesto que los problemas sociales son complejos solo lo expertos podrán tomar decisiones acertadas, dejémonos guiar por ello. Pero una pandemia es el ejemplo más claro de problema que solo la política puede resolver. El experto es un hombre unidimensional, que diría Marcuse, por el contrario la política es la explosión de la multidimensionalidad. No existen expertos en política, los politólogos son especialistas en una dimensión, la profesional, del ejercicio político. La decisión de desplazar en manos de los expertos las decisiones políticas es una decisión política como la de delegar en los militares el directorio político; no hay ninguna evidencia que fundamente tal elección. Esta expertocracia socava las bases evolutivas de la democracia y de la ciencia, que no es otra que la “inteligencia colectiva”, la cooperación cognitiva que ha demostrado la eficiencia adaptativa.
  7. No me toques... La distancia social es necesaria en los momentos pandémicos como el reposo es necesario en cualquier proceso de curación pero esto no supone que la distancia social pueda ser institucionaliza como “forma de vida segura”. Esto que parece una obviedad no lo es tanto en en un contexto de progresiva, obsesiva y acelerada digitalización de la vida social (teletrabajo, robotización, automatización) se torna una inestimable oportunidad para el avance del capitalismo cognitivo depredador de la cohesión social. La conversión de la “distancia social” pandémica en una norma social de conducta sana y segura, es otro serio riesgo de perversión del tipo de abordaje que la pandemia ha provocado. Dañar a la llamada “respuesta háptica” basada en el tacto y el contacto puede tener consecuencias terribles para nuestra especie y significa transitar a una fase superior de la alienación, desnaturalización, que el capitalismo ha promovido.

Estos riesgos solo son posibles de combatir con más y mejor democracia y menos y mejor seguridad. En esta aventura poseemos un tesoro evolutivo que nos ha legado la selección cultural como es el Estado de Derecho y el garantismo jurídico, que ahora más que nunca nos tiene que prevenir contra este totalitarismo de urgencias que no acecha. Tan importante es ahora la salud física como la democrática. La era biopolítica ha venido para quedarse pero también aquí opera la distinción moderna, mil veces enterrada y mil veces resucitada, entre derecha e izquierda: hay una derecha biopolítica (racismo capitalista) y un izquierda biopolítica (ecología política). La gran diferencia entre estas dos esferas es la democracia y las garantías.

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