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Son muchas las series que veo últimamente y he de decir que es un formato que me divierte mucho. Los temas más variados y visionarios pueden revisarse: futuro, tecnología, política, cárceles, motoristas, conspiraciones, congresistas que sueñan con ser presidente o dragones y juegos de poder... forman ya parte de mi ocio. No puedo resistirme y reconozco que me han robado mucho tiempo. Quizás sean más fácil de digerir y por eso sucumbo ante la oportunidad de ver al mismísimo Pablo Escobar en la TV desde el sofá, maldiciendo los dulces que me como con la bata puesta.

Pero quiero profundizar en la serie Narcos, donde con el pretexto de analizar la vida del líder del cártel de Medellín, la serie nos ofrece un buen repaso a la historia de la década de los ochenta en América latina y sobre la condición humana. En uno de sus capítulos, perdón por el spoiler, Pablo Escobar se presenta para ser congresista al parlamento colombiano y lo consigue. Los guionistas ponen en la boca del personaje un discurso tan válido para un narco como para un partido de los que ahora llaman populistas, por instinto hice esa mezquina comparación. El todopoderoso en cuestión  hablaba de élites, pobreza, burocracia, paz, colegios, hospitales, educación, colonización de potencias imperialistas etc... para conseguir el voto de los pobres. Se las sabía todas, como el demonio.

Pienso en como algunos partidos del establishment, al margen de esta serie que nada tiene que ver con lo que ahora voy a argumentar, aprovechan la supuesta conexión entre discursos, en boca de cualquier líder malvado histórico o actual, como el que empleaba este despreciable ser, con los  movimientos que nacen de la indignación. El poder con astucia los mete a todos en el mismo saco. Esto lo está haciendo con éxito el PSOE, Ciudadanos y el PP con Podemos. Obviando, por citar un ejemplo entre miles, lo que algunos de sus candidatos hacen por conseguir el poder, como ahora acontece con “el redimido” Patxi López, que del esperpento a la normalidad ha transitado sin la crítica necesaria. El que no dudó en permitir con su voto que gobernara el señor Rajoy. Traicionó a su secretario general Pedro Sánchez y fue lehendakari con los votos del PP. Ahora viene vendiendo la moto diciendo que viene a devolver al PSOE a la izquierda. Me recordó a esos agentes dobles de la serie que trabajaban tanto para la CIA como para los narcotraficantes al mismo tiempo. Menudo cinismo en estado puro. Pero no, esto no es populismo hombre... y lo de Podemos sí ¿Creerán que el personal todavía es tonto?

Pero hasta a mí me resultó tentador pensarlo, cuando el narcotraficante hablaba en éstos términos mi cerebro me traicionó, dudé sobre esto y me llevó a la figura de Pablo Iglesias ipso facto, cosas del subconsciente, quién sabe. Ciertamente esto ocupó más tiempo en mi cabeza que lo que la serie decía sobre la ocupación de EEUU a Panamá, la lucha en contra de los presidentes democráticos socialistas en el cono sur. O como EEUU perdonaba a dictadores armando las contras o obviando a otros bandos de la droga, con la excusa de parar el narcotráfico, para instaurarse con más fuerza en todo país que osase desvincularse de sus intereses económicos.

Mi cerebro asumía eso como si ese todo formase parte del plan de “los buenos”. Como si pusiera en duda los métodos de John Wayne para controlar el viejo oeste en aquellas películas. Me di cuenta, que si bien los crímenes por ambos bandos eran iguales de viles y cobardes en la serie, mi tendencia fue dar por segundos más patente de corso a las prácticas norteamericanas que a los secuaces de la droga. Creo que sería un error tildar a todo movimiento que nace de la indignación de populista o demagogo porque hay que diferenciar entre unos y otros. Hay que tener cuidado, porque con el rollo de mantener democracias hechas a la medida de intereses privados, como lo hacían Reagan o Bush en América latina, comulgaremos con piedras de molino. Sentenciando antes de empezar a plataformas, movimientos ciudadanos y agrupaciones electorales que por ahora están limpias de polvo y paja. Y solo están sacando mierda a espuertas. Ya veremos si de verdad quieren el poder, tienen margen de cambiarlo o se darán de frente con el ser humano, pero ese es otro tema.

Utilizar la historia con eso de las comparaciones cíclicas está bien y de hecho es algo serio. Pero no metamos en el saco a todo el que emplee la misma jerga porque sería injusto. El discurso de Pablo Escobar me pareció una arma arrojadiza en mi mente en esta cuestión, en una comparación esquizofrénica, estando el personaje a años luz y con menos profundidad intelectual que el líder de la formación morada. Caer en esto es cosa fácil. Hemos devorado con pasión, en una especie de NODO a la americana, las películas de héroes que nos han anulado la capacidad de crítica sobre las vilezas de este sistema. Ver a Rambo y aplaudir ¿Se acuerdan? O observar como el público de Moscú vitoreaba a Rocky en vez de a Ivan Drago... Como éstas, tres mil.

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