El mundo rural, tan distinto al urbano. En la naturaleza la norma es el cambio.
El mundo rural, tan distinto al urbano. En la naturaleza la norma es el cambio.

El discurso que Steve Jobs pronunció en la Universidad de Stanford en la ceremonia de graduación de 2005 cuenta tres historias de su vida. Tres historias que convirtieron en un inspirador, poderoso y revulsivo discurso para los alumnos allí presentes. La primera historia que cuenta trata sobre Conectar los Puntos y nos enseña que no puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Hay que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea, y yo añadiría; confiar en tus Valores.

Conectamos los puntos hacia atrás, y somos el fruto condicionado de nuestras vivencias, de nuestra familia y de las personas con las que hemos compartido Valores y experiencias. Formar parte de una familia de 10 hermanos que en sus inicios vivió en el más rural de los mundos, sin agua, sin luz, pero con muchos Valores, te permite conectar muchos puntos. Tener la suerte de compartir experiencias con la Fundación Savia y Paco Casero te permite conectar cualquier otro punto que falte.

Veía a mi padre segar con la hoz el poco cereal que la dehesa extremeña te permitía sacar, abonar el huerto que nos daba de comer, cuidar de unos pocos manzanos y algún membrillo. Me fascinaba descubrir esos “peros” guardados entre la paja y las vigas de madera del techo de la casa con puntillas de las que colgaban melones en su malla de enea, ristras de ajos, tomates secos, pimientos y todo aquello que pudiera ser conservado para su consumo en estaciones menos productivas. Dormir toda la familia en la era al raso mientras duraban las labores de trillo y venteo del cereal, al cuidado del grano, que la necesidad era mucha. Los hermanos mayores cuidaban del ganado y ayudaban en las labores agrícolas. Para el dueño de la finca cuanto mayor sea la familia más brazos para trabajar. Estudiar Perito Agrícola debe ser una forma de conectar los puntos hacia atrás y dedicar tu vida profesional a la Producción Ecológica debe ser consecuencia de ver a tu padre cuidar la tierra para que te ofrezca sus mejores frutos, hoy y siempre. Para que el mundo rural siga vivo necesita profesionalizarse y que los jóvenes vuelvan preparados y con oportunidad de desarrollar su profesión.

Con un cántaro en el cuadril y otro en la cabeza en un equilibrio casi de malabarista de circo y con la mano libre en la mía para que no me cayera por el camino. Ese es uno de mis primeros recuerdos que tengo de mi madre cuando volvíamos de la cueva (nosotros los llamábamos el túnel) dónde recogía el agua para la casa. Aquello me causaba tal admiración que me parecía sobrenatural. Y ciertamente lo era. Criar a diez hijos en un entorno como aquel, cuidar de su marido y llevar la casa, lavar en el barranco, hacer pan cada diez o quince días en el horno de leña y un sinfín de tareas de las que hoy día nos parecerían impensables. Diez embarazos, diez partos, diez responsabilidades, diez milagros… o quizás más, quién sabe. Ir al pueblo un mes antes de la fecha prevista, dar a luz en la casa del pueblo, pasar la cuarentena y volver al campo que había muchas cosas que hacer. Mis hermanas mayores siempre fueron el apoyo imprescindible para poder salir adelante.

La gran admiración que mis hermanos, hermanas y yo le tenemos a nuestra madre y los Valores que nos inculcó nos han hecho ser lo que somos. No hay mejor forma de conectar los puntos hacia atrás. El 15 de octubre se celebra el día de la mujer rural y creo que no somos conscientes del papel esencial que juega la mujer todos los días del año en las explotaciones agrarias. La titularidad compartida y un día de reconocimiento al año no creo que sea suficiente ayuda. Sin ellas no hay futuro porque son la piedra angular de todo. Para que el mundo rural siga vivo necesitamos reconocer el verdadero valor del papel que juega la mujer y ofrecer verdaderas soluciones.

Dos candiles y un carburo. Colgados en la pared y de un alambre largo del techo. El escaso aceite que había y “poquito de carburo” que se compraba en el pueblo era la energía que nos alumbraba en cuanto el sol caía. La candela servía también de iluminación además de su consabida capacidad de calentar el hogar. Las bestias en la cuadra al ladito servían también de calor, que tenían que estar cerca porque era el capital más valioso para trabajar en el campo y como único medio de transporte. Todos comiendo juntos frente a la candela y si había suerte y pilas (de petaca por supuesto) se escuchaba un poco el parte en la radio, el futbol y si el padre se despistaba, un poquito de música del momento, que a mis hermanas les gustaba mucho. Esa era la tecnología y la energía del momento y la que, hasta no hace mucho, había en gran parte del mundo rural. Cierto que es que se ha avanzado mucho, que esto que cuento parece eso, un cuento, pero quizás debamos verlo en toda su magnitud.

El mundo rural sigue muriendo porque a pesar de todos los avances en energía, en tecnología, en infraestructuras, en transportes, en alimentación…el campo sigue siendo el olvidado. Es una contradicción que sea en las ciudades donde se disfrute de esos avances y que todo esté “pensado” con ese filtro urbanita cuando la energía, el agua, el alimento, el aire no se produce más que en el mundo rural. Debemos conectar hacia atrás, hacia dónde parte todo. Pocas veces se ven proyectos de generación de energía con la perspectiva del desarrollo rural, pocos proyectos de innovación tecnológica con usabilidad de verdad para los hombres y mujeres del campo, muchas infraestructuras para irse de los pueblos y pocas para que sea fácil quedarse, trenes con tecnología 5G y conexión wifi de alta velocidad que cruzan pueblos y comarcas casi sin cobertura de luz eléctrica. Para que el mundo rural siga vivo necesitamos avances con la visión del propio mundo rural.

Afortunadamente, hemos avanzado mucho desde aquellos días de candil y carburo, de cántaro para beber y dormir en la era, pero no debemos olvidar de dónde venimos, de saber conectar hacia atrás para saber dónde vamos y tener una verdadera visión rural para que haya un futuro rural de Valor.

Siempre en la memoria nuestra madre y nuestro padre a los que les debemos lo que somos y seremos.

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