Cuenta la historia… que la historia la cuenta el poder y el futuro también

Un equilibrio que, en muchos lugares hace tiempo que rompimos, por desconocimiento, por intereses, no importa: lo rompimos

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Ingeniera Técnica Forestal y alcaldesa de Orea.

Desde la costa, nube de contaminación sobre el Estrecho de Gibraltar.
Desde la costa, nube de contaminación sobre el Estrecho de Gibraltar.

Que la historia la escribe el poder no es algo nuevo y hay que tener muy presente que el futuro también lo diseña el poder. Desde los albores de los tiempos, se ha contado lo que interesaba contar, a través de las herramientas al alcance. Da igual si eran jeroglíficos, dibujos, pinturas, cuadros, esculturas, construcciones, juglares, libros, periódicos, radio, televisión, redes sociales… todo ello ha servido para transmitir mensajes, información y… desinformación.

Este tema es un pensamiento recurrente, que se acentuó cuando en mis estudios de Bellas Artes, pude constatar a través de Historia del Arte, cómo las imágenes eran utilizadas para hacer llegar el mensaje que en cada momento interesaba, a una sociedad analfabeta. Cómo lanzar mensajes de temor y juicio, de esperanza y redención, de oscuridad o de luz, de austeridad u opulencia…

¿Cómo se explica entonces que en la era en la que más formación se tiene y más acceso a la información a través de las tele-comunicaciones, más nadamos en la desinformación? Necesitamos Educar, Entender y Empoderar.

Nos hemos desvinculado de la naturaleza, como si con nosotros no fuera la cosa y es necesario Educar en los ciclos naturales y en los vínculos simbióticos de nuestro entorno; Entender cuáles son las piezas clave para preservar lo esencial para la vida humana y Empoderar a las comunidades que las custodian.

Voy a compartiros un par de noticias, que me han hecho reflexionar, larga y profundamente. En sí mismas parecen buenas noticias, porque aportan soluciones a un problema creciente, en la necesidad de reducir el carbono presente en la atmósfera, fruto de la contaminación por exceso de emisiones y amortiguar el cambio climático. Parece lo lógico emitir menos, utilizando recursos renovables y sostenibles. Pero a veces la lógica queda oculta tras noticias como estas, pues para llegar al origen de los intereses que mueven estas acciones, harían falta unos pequeños conocimientos previos, que deberían estar enseñándose en los colegios de primaria y que son de absoluto desconocimiento para una gran parte de la sociedad, sobre todo urbana, que no olvidemos, es de donde parten las grandes corrientes conservacionistas o las leyes que regulan nuestros bosques.

Los bosques son sumideros de carbono, es decir lo atrapan. El carbono es esencial en los compuestos orgánicos, por supuesto en la madera. Los combustibles fósiles están compuestos de carbono que se libera a la atmósfera con su uso y no se renuevan. Los bosques al crecer capturan toneladas de carbono, que pueden ser secuestradas durante siglos si utilizamos adecuadamente los recursos que los bosques ofrecen.

Sólo hay que poner la vista en los edificios singulares históricos que tengas a tu alcance; con toda seguridad se hicieron con madera, así como los cascos históricos de las ciudades se construyeron con madera que aún está cumpliendo su función y que llevan en su seno toneladas de carbono secuestrado durante siglos. Pero busquémoslo en lo cotidiano: la mesa donde han comido tus padres y con un poco de suerte también tú; las sillas donde se sentaron y quizá también lo hagas tú; las puertas y ventanas de tu casa, por cierto, si hablamos del futuro, los cerramientos trasparentes de las ventanas que ahora son de vidrio, también serán de madera, aumentando así el aislamiento.

¿Que la madera no es un buen material de construcción?. Sabías… que hay estudios que demuestran que una estructura de madera, da más margen de tiempo para evacuar un edificio que otros materiales que son más habituales actualmente y que a priori nos parecen más seguros, como el hierro, el aluminio o el hormigón, pero que colapsan antes; que la madera es menos contaminante, mucho más eficiente y secuestra carbono y que los aislamientos con madera no necesitan rotura térmica, porque en sí misma crea pantallas naturales aislando de forma excepcional…

Volvamos a los bosques donde se genera este noble material. Los bosques crecen, crecen, crecen y crecen. De hecho en España hemos aumentado la superficie de bosque, de forma proporcional a la desaparición de población y usos rurales. Esto parece buena noticia ¿verdad? ¿Y si te dijera que cada casa que se cierra en un pequeño pueblo de montaña forestal, incrementa la vulnerabilidad de ese bosqu? Como decía, los bosques crecen; no importa si los gestionamos, si vivimos de, con, para, por ellos: crecen y no paran de crecer. De ese crecimiento continuo se benefician las grandes empresas en la compensación de emisiones de carbono.

Sí. Hay un mercado regulado a nivel internacional de créditos de carbono. Pero los propietarios de los bosques no reciben ni un euro, que se podría destinar a su gestión y mejora.

Y mientras escribo y lees este artículo, los bosques siguen creciendo ¿Que extraemos los productos que nos ofrece, siguiendo las pautas de sostenibilidad: aplicamos selvicultura? Los bosques crecen aun más; es decir, las masas jóvenes crecen mucho más rápido y capturan más carbono que las masas envejecidas. ¿Qué no los tocamos porque los consideramos santuarios divinos? Crecen. Ahora bien, como entes naturales, si envejecen y colapsan, también mueren y es importante recordar que uno de los elementos rejuvenecedores que tiene la naturaleza para mantenerse vigorosa y en equilibrio, es el fuego.

Un equilibrio que, en muchos lugares hace tiempo que rompimos, por desconocimiento, por intereses, no importa: lo rompimos.

El resultado es que cuando llega un fuego a un bosque, si hemos mantenido el vínculo con él, hemos aprovechado los recursos que no deja de generar (disminuyendo nuestra huella en el planeta), hemos llevado a cabo tratamientos selvícolas y se mantienen usos vinculados con sus habitantes y reforzado su papel custodio, la afección del incendio se reduce sustancialmente tanto en la superficie afectada, pero sobre todo en la intensidad del mismo. Será un incendio humanamente extinguible y el bosque recuperará su vigor y su biodiversidad en un periodo relativamente corto de tiempo; es decir aunque hayas cumplido los cincuenta, tienes altas probabilidades de volver a disfrutar de ese bosque. Hay que tener presente que los ciclos vitales de los bosques superan ampliamente el ciclo de vida humano.

Si por el contrario hemos hecho dejación de funciones, o nuestras decisiones han sido no tocar, el fuego cuando llegue, que llegará, adquirirá tales dimensiones, no sólo en superficie, también en intensidad debido a la acumulación de ese crecimiento continuo, que será humanamente inextinguible. La intensidad del fuego, acabará incluso con el reservorio de semillas que hay en el suelo, impidiendo así la regeneración. El bosque volverá. Indudablemente. Seguramente otro tipo de bosque más adaptado. Pero no llegará a su plenitud hasta que pasen varias generaciones humanas. Esto a la naturaleza no le importa, pero ¿como sociedad nos podemos permitir prescindir de los bosques que generan y regulan los caudales hídricos de agua de nuestro país, fijan carbono, son grandes reguladores climáticos, proporcionan productos sostenibles, beneficios para la salud… y un largo etc de servicios ecosistémicos que prestan los bosques al conjunto de la sociedad? Claramente no.

Entre un supuesto y otro, hay un camino que se ha recorrido. Mientras en un bosque gestionado se han puesto al servicio de la sociedad una serie de productos sostenibles sustitutivos de otros altamente contaminantes y se han generado oportunidades en las pequeñas comunidades que los custodian, aumentando la resiliencia de ese bosque y disminuyendo su vulnerabilidad, en un bosque considerado intocable se han castrado oportunidades y se ha privado a la sociedad de los recursos sostenibles necesarios para llevar a cabo una transición económica que sea ecológica, justa y sostenible, además de emitir a la atmósfera en unos pocos días, millones de toneladas de carbono cuando se ha presentado el fuego.

Quizá ahí está la clave. No hay nada bueno o malo. Es cuestión de elección. ¿Queremos seguir habitando este planeta y tener una oportunidad de sobrevivir como especie?

Los bosques son lugares habitados, vinculados a sus poblaciones y en nuestro país, los que mejor estado presentan, han sido protegidos (Catálogo de Montes de Utilidad Pública 1902) y gestionados desde hace más de un siglo. Gestión que ahora llamamos sostenible, sin entender que la sostenibilidad ya se había aplicado en la gestión de muchos de nuestros montes, a través de la selvicultura y de la conciliación de saberes y usos locales. En el siglo pasado, se introdujeron nuevas figuras de protección, cuyas medidas están dando fruto ahora: El 40% de la superficie quemada en 2023 se concentra en espacios protegidos de la Red Natura 2.000, aunque ésta sólo suponga un 20% del territorio! Es decir, la probabilidad de sufrir un gran incendio en áreas protegidas, se duplica. Hay que tener la valentía de revisar los criterios de preservación aplicados y adaptarlos a la realidad que estamos viviendo porque tenemos los bosques más vulnerables de nuestra historia, en el momento más crítico de cambio climático.

Quisimos proteger lo que veíamos y se nos olvidó proteger los invisibles cimientos de esos equilibrios, en los que la mano humana era imprescindible.

Pero volvamos al mercado de carbono. Donde hay un mercado, hay una oportunidad. Y claro, si no se explica la necesidad de vínculo, se desprecian saberes, se denosta el papel de las comunidades que habitan los bosques, sean del lugar del planeta que sean (si, en nuestro país también las hay), se venden como un triunfo ideas como enterrar recursos, o sumergirlos bajo el mar, a fin de justificar que se secuestra carbono y por lo tanto tener acceso al cobro de los créditos de carbono del mercado, mientras quienes mantienen los bosques, se empobrecen, se desprecia la gestión forestal, se humilla a quienes son sus custodios y se priva a la sociedad de recursos sostenibles. Esto es de una gravedad que no llegamos a comprender en toda su extensión.

Y ahora sí comparto las noticias a las que me he referido como inquietantes y, desde mi punto de vista, descorazonadoras: Para entenderlas mejor, pongamos un ejemplo:

Los alimentos contienen carbono; para fijar ese carbono los vamos a enterrar y cobramos así los créditos de carbono equivalentes, permitiendo que la empresa de turno pueda seguir emitiendo a cambio de pagarnos. Como hemos enterrado los alimentos, pero los necesitamos para vivir y no queremos renunciar al placer de comer en un plato con cubiertos ( también podríamos alimentarnos con pastillas) los vamos a producir con macro y micro nutrientes, en impresoras 3D, a través de procesos altamente contaminantes y que producen graves trastornos en nuestro sistema digestivo y en nuestra salud. Nos parece ciencia ficción ¿verdad? Esto ya existe y si consentimos que la madera enterrada o sumergida (la eficacia y durabilidad del método a largo plazo secuestrando carbono da para otro artículo) sea compensada con créditos de carbono, si nos lo tragamos eso, comeremos chuletas de lechal impresas, mientras los corderos se entierran, porque será más rentable cobrar los créditos de carbono que convertirlos en comida. A todo esto, la industria que genera las emisiones sigue emitiendo… de lo contrario, el negocio se acaba

Pensemos: en lugar de obligar a que los pagos por emisiones de Carbono se destinen a cuidar los bosques que existen, que son los grandes sumideros gestionables de carbono del planeta, mejorando su resistencia frente al cambio climático, proporcionando en el proceso recursos sostenibles, como la madera y garantizando que sigan cumpliendo su función como prestadores de servicios ecosistémicos, en lugar de esto, los bosques existentes quedan fuera del mercado regulado de carbono.

Mientras, las comunidades vinculadas a los bosques, que han sido y son sus necesarias y esenciales custodias, sufren la falta de empatía, de comprensión, de reconocimiento, de compensación y con todo ello la falta de oportunidades para poder desarrollar su proyecto vital, en la tierra que los vio nacer. Un maltrato al que hay que ponerle freno.

Te animo a explorar en la información que comparto, porque nos va en ello mucho más que saciar una curiosidad. Si te interesa y quieres apoyar, aquí dejo un enlace de la Fundación Pau Costa, con una declaración a la que puedes sumarte y que es de gran interés si es que el futuro te interesa…

Reflexionemos: Eduquemos-nos., Entendamos, Empoderemos a estas comunidades y por favor hagamos un hueco al sentido común. Construyamos el futuro que deseamos y no el que más interesa al poder…

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Comentarios (1)

PULI Hace 5 meses
Enhorabuena Marta por la oportunidad del mensaje y muchas gracias por su precisión y claridad para trasladarlo a una sociedad que se deja llevar por el discurso oficial que cada vez más, parece ajeno y lejano al interés general, al sentido patriótico de hacer mejor el entorno de quienes viven en el territorio y designan a sus representantes bajo el supuesto de la libre elección. Gracias también por la valentía que supone ponerse al lado de los débiles, de los "traicionalmente" perdedores
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