Un suelo vivo, la esencia de la Tierra.
Un suelo vivo, la esencia de la Tierra.

La puesta en marcha de la Política Agraria Comunitaria (PAC) ha favorecido en gran media la modernización de la agricultura. En un principio se ocupó de la producción desarrollándose una agricultura convencional e intensiva. Ésta se acompaño de efectos perjudiciales sobre el medio ambiente. El laboreo intensivo del suelo, la quema de rastrojos y la utilización de una química en exceso ocasionaban importantes efectos sobre la calidad de los suelos, las aguas superficiales, emisiones de CO2,  la biodiversidad y como no, el tan olvidado paisaje.

La agricultura de conservación en el caso de la siembra directa/no laboreo evita la erosión hasta un 90%. Esto implica una menor contaminación de los cursos fluviales al disminuir los aportes de arrastres. Se ha calculado que los herbicidas disminuyen un 70%, más del 85% de óxidos de nitrógeno y de un 65% de fosfatos solubles, elementos que disparan la eutrofización de las aguas como hemos visto recientemente en el Mar Menor. En recorridos realizados en días muy lluviosos sorprende como de las áreas agrícolas tradicionales salen aguas cargadas de sedimentos mientras que zonas con cubiertas vegetales la escorrentía es menor y el agua transcurre más o menos clara.

La Unión Europea consciente de la problemática generada con esta agricultura introduce en el año 2005 la condicionalidad y establece medidas para la protección del suelo y hábitats específicos, normas mínimas de Buenas Prácticas Agrarias y Medioambientales que con su incumplimiento podía comportar sanciones económicas. La libertad dada a los Estados favoreció variaciones en la normativa y se perdió una oportunidad.

Como ejemplo y en relación con la biodiversidad se puede anotar que seguimientos realizados ha permitido descubrir que algunos grupos de aves han disminuido sus poblaciones hasta un 80%, llevándolas al peligro de extinción como la ganga ortega o la ganga ibérica. Otras especies han perdido hasta un 30% de sus poblaciones y cada vez son mayores las llamadas de atención desde diversos sectores como cazadores, ornitólogos, ecologistas y los propios agricultores. Este fenómeno también ocurre en las zonas protegidas como Red Natura 2000, lo que indica que su protección no es garantía de futuro porque la agricultura que se práctica es prácticamente igual.

De igual forma han saltado también las alarmas en los medios agrícolas con el mundo de los insectos. Se acumula una ingente bibliografía sobre la recesión que también está sufriendo este grupo de artrópodos como consecuencia de un excesivo consumo de insecticidas, algunos de ellos sistémicos que se instalan en toda la planta. El 41% de las especies están en declive y una tercera parte en peligro de extinción por el efecto combinado de la acción humana y el cambio climático.

Algunos autores han citado que al ritmo actual (con una caída anual del 2,5% de la biomasa), los animales invertebrados más diversos del planeta podrían extinguirse en apenas un siglo. A esto se le ha llamado el “efecto parabrisas” por la disminución de los insectos que impactan en los parabrisas de los coches. Se recomienda un ejercicio de memoria a aquellos que superan los cincuenta años, recordad cuando se viajaba como impactaban los insectos en el parabrisas, y se cumplía la premisa: viaje largo, lavado necesario.

Muchas aves durante la cría alimentan a sus pollos con insectos aunque sean consideradas granívoras. La ecuación es muy fácil, menos comida, menos pollos y por tanto las poblaciones comienzan a disminuir sin observar ningún efecto directo de muerte. Es un efecto silencioso que pasa desapercibido porque no se encuentran los cadáveres. Muchos olivares en la actualidad son bosques artificiales silenciosos porque predomina el silencio de las aves. En los años setenta y ochenta eran ecosistemas donde bullía la vida y en ellos encontraban su refugio gran cantidad de aves.

En un reciente proyecto de la SEO denominado “Olivares Vivos” con la colaboración de la empresa Aove Castillo de Canena se ha demostrado que con los manejos adecuados tiene lugar una explosión de biodiversidad. La presencia de estas aves hacen que la aceituna tenga una mayor calidad ambiental. Según AOVE, los primeros resultados confirman una recuperación de especies y un aumento muy significativo de la abundancia de flora y fauna en apenas tres años. Además, es rentable, no disminuye la productividad, supone un ahorro en fertilizantes y fitosanitarios y proporciona un valor añadido a sus producciones.

En el campo andaluz se están produciendo otros fenómenos ya puestos de manifiesto ante la parálisis manifiesta de la administración. Desde 1.992 a 2017 se ha producido una pérdida de casi el 30% de la superficie de cereal de secano, casi 220.000 hectáreas.  Por ejemplo, el olivar de seto entre los años 2015 y 2018 ha pasado de algo más de 26 mil hectáreas en 2015 a más de 55 mil en 2018. En la mayoría de los casos se ha implantado sobre lo que los ornitólogos llaman estepas cerealistas, campos de cultivo de cereal.

A su vez, documentos oficiales reconocen que se están promoviendo unos 13.000 MW con plantas solares fotovoltaicas y en un futuro próximo se esperan otros 11.000 MW con una previsión de alcanzar los 26.000 MW para el año 2.030. Estas cifras trasladadas a superficie ocupada por estas plantas pueden ascender aproximadamente a 52.000 hectáreas. Van a instalarse en estepas cerealistas y estepas subarbustivas en su mayor parte. Este es el hábitat de las aves esteparias y Andalucía es considerada una de las regiones de mayor riqueza de estas especies, el 60% de ellas en peligro de extinción.

El efecto conjunto será devastador sobre este grupo de aves, que es uno de los más amenazados a nivel nacional y autonómico, si no se pone cordura a la hora de la tramitación de los más de 300 proyectos presentados de plantas fotovoltaicas y a la implantación del olivar.

Impactos de las plantas solares.
Impactos de las plantas solares.

La planificación del desarrollo e implantación de las instalaciones en la Comunidad Autónoma es una medida imprescindible para evitar o minimizar los impactos sociales y ambientales, los movimientos especulativos en el sector, y amparar el derecho de la ciudadanía al acceso a la redes para poner en marcha instalaciones ligadas al consumo.
En el caso de la extensión del olivar, en el año 2013 algunos autores advertían que se atisbaba el punto de partida de una crisis significativa del sector con producciones de aceite difícilmente asumibles por el mercado y agravada por la política de precios. Los olivares de montaña serán los perjudicados provocando más problemas en el ámbito del mundo rural más desfavorecido.

Las medidas agroambientales han intentado mejorar la situación pero los datos reflejan que no han sido efectivas quizás por no contar con el apoyo de la ciencia. Ahora se esta discutiendo la nueva PAC y el segundo pilar se pretende desarrollar mediante eco-esquemas y medidas agroambientales que tienen que desarrollar cada país. Estos eco-esquemas consisten en prácticas voluntarias que tienen como objetivo incrementar la sostenibilidad de las explotaciones.

Según el acuerdo alcanzado, empezarán a aplicarse a partir de 2023 y recibirán al menos el 25% de las ayudas directas. En otras palabras se quiere impulsar exigencias ambientales superiores a las de la condicionalidad reforzada de la PAC y consistir en medidas diferentes de las detalladas en las ayudas agroambientales. Es una nueva oportunidad que no debe perderse y la administración debe ir de la mano del conocimiento científico para desarrollar unas medidas que cumplan con los objetivos que se pretenden.

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