En estos momentos, Ucrania es un país devastado por la tragedia, la tristeza y la miseria. A un “artista” y su cohorte de oficiales les ha dado por llevarse por delante a todo un pueblo. Probablemente, esta sociedad tan avanzada y digitalizada no vio lo evidente: la guerra estaba incubándose desde hace años.
Familias apartadas e ilocalizadas, barriadas sitiadas, muertes injustas y a destiempo. En definitiva, se están cumpliendo todos los elementos de un crimen de lesa humanidad. De forma coloquial, esta conducta implica cometer un delito contra todo el mundo. A la mayor prontitud posible, se antoja necesario que los Tribunales Internacionales dicte una resolución judicial que imponga sanciones ejemplarizantes contra los responsables.
Las noticias y previsiones ya nos advierten la dureza de la guerra. Sin embargo, todo no está perdido, porque aún queda humanidad. El amor al prójimo no entiende de fronteras o barreras.
En esta desgracia para el pueblo de Ucrania, la provincia de Cádiz está ayudando mucho y bien. En especial, mis amigos Nuria García y José Carmelo Pérez, grandes conocedores de los problemas del país y conmovidos por numerosas historias. El próximo miércoles, una autocaravana y varias furgonetas con voluntarios saldrán rumbo a Polonia para proporcionar material sanitario, alimentos, productos de higiene, ropa y equipamiento militar en favor de Cáritas Polonia. A la vuelta de este viaje, traerán refugiados ucranianos a nuestro país. La trayectoria personal y profesional de ambos me llevan a pensar que esta iniciativa solidaria será todo un éxito y se llevará a cabo con la máxima entrega y cariño.
Por lo tanto, os animo a través de esta columna a la ayuda y colaboración con el pueblo ucraniano, sobre todo con esta ruta . Ojalá las palabras de Gandhi lleguen a los responsables de esta barbarie: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
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