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Lo de la retirada de símbolos está alcanzando cotas surrealistas. Leo con estupefacción que la mojigata dirección -por paradójico que pueda sonar- del centro de salud de San Dionisio ha obligado a retirar un crucifijo a un médico de su consulta. Una paciente, que al parecer no tendrá mucho en qué pensar, se ha quejado a la dirección del ambulatorio porque le molestaba el citado signo religioso.

Uno es ateo por la gracia de Dios, que quede claro, pero tampoco tiene intención a priori de engendrar críos y no por eso va a obligar a su doctora a quitar la foto de familia del escritorio. Creía que la libertad de credos que defiende la Constitución significaba precisamente eso. A mí personalmente me da igual que la consulta de mi facultativa esté presidida por una imagen de Buda o que el mismísimo Corán comparta espacio con el talonario de recetas, siempre y cuando sea una profesional, por raro que pueda sonar.

Tampoco entiendo la que se ha liado con Pemán ni que molesten a los muertos en sus tumbas para llamarlos asesinos, especialmente cuando hablamos de ideologías y no de asesinatos reales. No veo yo al poeta, independientemente de sus adhesiones o calidad literaria, firmando sentencias de muerte. Es más, por lo que he oído y leído más bien ayudó a otros poetas incluso comunistas como Alberti a regresar a su tierra. 

Hay un médico en Jerez cuyo nombre no citaré y al que se conoce como 'médico de los pobres', que ejerce su labor en el ámbito privado pero que cobra cantidades muy pequeñas a sus pacientes y nunca más de lo que puedan pagar. Y claro, la gente prefiere sus servicios -lleva toda la vida y pese a su avanzada edad tiene pinta de morir con las botas o más bien con la bata puesta- que la raquítica atención que te dispensan en un centro público con tus impuestos. El citado doctor no esconde sus preferencias religiosas entre los símbolos de su despacho, pero claro, a él no le pueden obligar a nada porque es privado. En cualquier caso no creo que nadie jamás se le haya quejado de eso, entre otras cosas por su calidad humana y ecuanimidad, ya que te trata igual te apellides Domecq, Bohórquez o Pérez. Supongo que también le dará igual la religión que profeses. Se llama respeto.

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